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Presidenta ex jefa guerrillera de Brasil no se irá sin dar pelea

“No renunciaré”, dijo al diario Folha de Sao Paulo en julio. “Si hay algo a lo que no temo, es a esto”.

Bloomberg News
22 de octubre de 2015 - 01:40 p. m.
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil.
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Durante gran parte del año pasado, en tanto Brasil caía en una crisis política y económica, la presidenta Dilma Rousseff pareció arrinconada en su búnker. Volcada al estudio y poco hábil, rara vez abandonaba el palacio presidencial, analizando informes sobre infraestructura, centrada en el lado técnico de las penosas medidas de austeridad.

En los últimos meses, sin embargo, cuando los esfuerzos de la oposición por hacerle juicio político ganaron impulso, algo cambió visiblemente en ella. Rousseff, ex guerrillera urbana que se negó a quebrarse bajo una prolongada tortura, salió de su estado de parálisis. Ahora que la crisis se centra en ella, parece estar transmitiendo un mensaje: no facilitaré las cosas dando un paso al costado.

“No renunciaré”, dijo al diario Folha de Sao Paulo en julio. “Si hay algo a lo que no temo, es a esto”.

Carácter recuperado

Desde entonces, aumentó sus apariciones en público, negoció personalmente el apoyo con los legisladores, reorganizó su gabinete y produjo algunas de sus refutaciones más fuertes. Ha recuperado su carácter, haciendo volar colaboradores por demoras o deficiencias, según un funcionario allegado a ella que pidió no ser nombrado.

La tenacidad que llevó a Rousseff, de 67 años, a luchar contra la dictadura militar cuando era joven la hace aferrarse ahora al poder con una serenidad asombrosa. Esto sucede a pesar de la crisis económica proyectada más larga desde la Gran Depresión, los niveles de aprobación más bajos registrados por un presidente y acusaciones de que financió ilegalmente su campaña electoral y utilizó trucos contables para blanquear cifras del presupuesto.

“No piensa que hizo algo malo y renunciar sería para ella como admitir una culpa”, dijo Joao Augusto de Castro Neves, director latinoamericano de la firma consultora en materia de riesgo político Eurasia Group. “Llegará hasta el final”.

En apenas dos días la semana pasada, asistió a tantos eventos públicos como en algunos meses de este año. Después de recibir críticas por eludir las celebraciones del Día del Trabajo el 1° de mayo para evitar el riesgo de que la abuchearan, el 13 de octubre pronunció uno de sus discursos más feroces en un evento en la principal confederación sindical de Brasil.

“Yo me sublevo contra el golpismo y sus acciones conspirativas y no temo a sus defensores”, dijo Rousseff a una multitud animada de gremialistas en Sao Paulo. “Yo pregunto con toda franqueza: ¿quién tiene autoridad moral, reputación inmaculada y biografía limpia suficientes para atacar mi honor?”.

Su argumento está supeditado en parte al contexto de la política brasileña. Más de un cuarto de los diputados en la cámara baja enfrenta juicios penales o investigaciones ante la Corte Suprema, según Congresso Em Foco, una publicación online que se especializa en noticias legislativas.

Los ataques a Rousseff no sólo la ayudan a recuperar su espíritu combativo. También parecen haber revivido su personalidad. Hizo una dieta y un plan de ejercicios rigurosos que incluyó andar en bicicleta por las calles de Brasilia al amanecer, llegando a bajar 15 kilos (33 libras). Podrá estar bajo asedio pero rara vez se la ha visto mejor o más saludable.

Por Bloomberg News

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