Durante siete horas Steve Bowen y Al Drew estuvieron afuera de la Estación Espacial Internacional mientras trasladaban un módulo con una pieza de bombeo a una plataforma de almacenamiento externa e instalaban una cámara.
Este primer trabajo estuvo liderado por Bowen, quien está cumpliendo su anhelo de ser parte del equipo que viajó por última vez en el Discovery debido a que el astronauta que había sido seleccionado sufrió el pasado 15 de enero un accidente en bicicleta que lo incapacitó por varias semanas. Bowen es reconocido por tener más de 3.500 horas de vuelo y haber manejado 30 tipos de naves diferentes.
Dentro de unos días se llevará a cabo la segunda caminata, con la cual se dará por terminada esta aventura, en la que también participó el robot R2 (un prototipo elaborado por la Nasa y General Motors), que fue el encargado de labores técnicas y de mantenimiento. Pero, además, sobre el cual se realizarán pruebas para analizar su desempeño en un ambiente sin gravedad.
Antes de partir de regreso, la tripulación recogerá en un cilindro metálico una “muestra” del espacio. Se trata de una vieja tradición simbólica de traer a la Tierra un recuerdo de lo vivido fuera de órbita. De hecho, el cilindro tiene las firmas de muchos de los astronautas que la Nasa ha enviado a este tipo de misiones.
Se prevé que el Discovery regrese a comienzos de la próxima semana y se convierta en una invaluable pieza del Museo Smithsoniano del Aire y el Espacio de Washington. Además de sus memorables viajes, este transbordador fue el que llevó por primera vez a una mujer al espacio, transportó el Telescopio Hubble fuera de órbita y a personalidades como Bernard Harris, el primer afroamericano en hacer una caminata espacial.