Primo, ¿más me arrimo?

Dos investigadores norteamericanos desmitifican el peligro que se les atribuye a los amoríos entre algunos familiares.

Redacción Vivir
01 de enero de 2009 - 07:00 p. m.

Dos norteamericanos expertos en zoología se unieron para controvertir, o al menos llevar a sus justas proporciones, una de las creencias más afincadas en nuestra cultura: que las relaciones amorosas entre primos resultan peligrosas.

El incesto, es decir, la práctica de relaciones sexuales entre individuos con algún grado de consanguinidad, siempre ha sido un tema tabú. Pero más allá de los juicios morales que pueda despertar una relación catalogada como incestuosa, gran parte de la condena a estos amoríos radica en la creencia biológica según la cual los hijos de estas uniones corren un gran riesgo de sufrir malformaciones y males congénitos.

Para los profesores Hamish Spencer y Diane Paul, la evidencia científica que sustenta tales afirmaciones resultaba bastante precaria. Por eso se dedicaron a estudiar el tema a fondo y analizaron casos en los que parejas de primos hermanos engendraban hijos.

Los resultados los sorprendieron: el riesgo de que el niño presente problemas congénitos es entre 1,7 y 2% más alto que el de una pareja sin lazos familiares, cifra similar a la de los bebés que se conciben en el vientre de una mujer mayor de 40 años. En otras palabras, aunque es cierto que existe un riesgo, éste no es tan alto como se predica.

El ejemplo de Darwin

El informe, publicado en la revista Public Library of Science, está respaldado por las credenciales académicas de los dos autores, ambos vinculados a prestigiosas universidades: Paul, maestra de Harvard, y Spencer, perteneciente a la Universidad de Otago, una de las más reconocidas de Nueva Zelanda.

En 31 de los 50 estados que conforman EE.UU. la legislación prohíbe la unión entre primos hermanos, a menos que se hayan sometido a una prueba genética o que alguno de los dos sea estéril.

Apoyado en el rigor de sus estudios, Spencer ha asumido un papel crítico ante estas reglamentaciones y pretende esgrimir un argumento contundente: “Las personas con el mal de Huntington y otros trastornos dominantes tienen 50% más de riesgo de transmitir los genes subyacentes a sus descendientes, y no se les prohíbe reproducirse”.

El estudio también es la respuesta a una polémica que encendió el ministro de Ambiente británico, Phil Woolas, en febrero de este año, cuando aseguró que la abultada cifra de niños con defectos físicos de Pakistán se debía a que en su idiosincrasia es común la unión marital entre primos hermanos.

Para terminar de redondear su argumentación, los profesores citaron el caso de Charles Darwin, quien contrajo matrimonio con su prima Emma Wedgwood, la misma mujer que dio a luz a 10 hijos, sanos todos, del padre de la teoría de la evolución.

Por Redacción Vivir

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