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Hombres de la talla de Valéry Giscard d'Estaing, François Mitterand y Jacques Chirac han alimentado el mito de la República fálica haciendo de sus conquistas femeninas un símbolo de su poder.
El último presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, se apegó al pie de la letra a esta “tradición”. Desde antes de ganar la Presidencia ya era conocida su debilidad por las faldas. Es de dominio público que una periodista de 21 años puso en la cuerda floja sus aspiraciones presidenciales y que fue su fama de “Don Juan” la que terminó con sus dos matrimonios.
La diferencia entre Sarkozy y sus antecesores es que a los otros les funcionó el ejercicio de cinismo que les permitía tener dos mujeres, dos familias y decenas de amantes. Las primeras damas francesas, conscientes de las andanzas de sus maridos, preferían permanecer calladas.
Pero a Cecilia Albéniz, esposa de Nicolas Sarkozy, no le importó dejar a su marido plantado y de paso abandonar el incómodo sillón de primera dama. Por primera vez en la historia de Francia un presidente de la República en ejercicio se divorció de su mujer por cuenta de sus deslices.
Los franceses, acostumbrados a conocer los secretos de alcoba de sus mandatarios, entendieron el momento por el que pasaba su presidente. El problema es que desde entonces, las noticias sobre Nicolas Sarkozy poco tienen que ver con la política interna francesa. Las polémicas que se generan en torno a su figura están relacionadas con su agitada vida personal.
El presidente francés ha llegado al extremo de ofrecer ruedas de prensa en donde ventila sus asuntos de alcoba junto a importantes cuestiones de la agenda presidencial. Para anunciar su divorcio, por ejemplo, Sarkozy escogió el día de la huelga nacional.
Jean Pierre Tailleur, periodista francés autor de varios libros sobre periodismo, dice que “con esta conducta el presidente busca distraer la atención del país de asuntos realmente importantes”.
Para ratificarlo recuerda la última rueda de prensa que convocó Sarkozy luego de que se hicieran públicas una serie de fotografías e imágenes de su periplo por Egipto y Jordania tomado de la mano de Carla Bruni, una cantante y modelo italiana.
Ese día, ante todos los medios nacionales e internacionales acreditados ante el Elíseo, el Presidente habló de su sensibilidad, su romanticismo y hasta de sus planes de boda. Dijo que esas imágenes que habían captado los paparazzis eran una muestra del “hombre que palpita tras la máscara presidencial”. Pues a ese hombre tan sensible se le olvidó abordar temas como la política de inmigración o la supresión de la polémica jornada laboral de 35 horas. En ese momento le comenzaron llover duras críticas. Dijeron que Sarkozy quería ocultar los verdaderos problemas del país y hasta que por andar “enamorado” no estaba enterado de lo que pasaba en el país.
En caída libre
Tanta humanidad terminó afectando su popularidad. Por primera vez desde que se posesionó, el mandatario, que había gozado de un alto respaldo popular, cayó en las encuestas. Un sondeo publicado por el diario Le Parisien y otro de Libération indican un descenso en la opinión favorable que los franceses tienen de su presidente.
Según opinaron los encuestados, están cansados de la continua exposición de la vida de su presidente en la prensa rosa. El 45 por ciento de los ciudadanos dijeron que ahora desconfían de la capacidad de Sarkozy para dirigir el país. Según periodistas del país galo, la continua exposición en los medios de comunicación de su vida privada supone un lastre de su imagen. En el sondeo de Libération, un 63por ciento de los consultados coincide en que Sarkozy “muestra demasiado su vida privada”.
Stéphane Rozès, responsable del estudio de Le Parisien, señaló que la “mediatización de la vida privada del presidente afecta a su imagen y la daña visiblemente en sectores tradicionales que le apoyan”.
Para la periodista francesa Marielle Debois, el problema radica en la necesidad de los políticos franceses de cultivar esa imagen de seductores y predadores. “Seguramente Sarkozy no aguantó el golpe del divorcio y está buscando desesperadamente dar una imagen de estabilidad casándose con una mujer extremadamente parecida a su ex”, explicó.
¿Desespero, despecho? Según Debois los dos. “Claramente Sarkozy está desesperado por adelantarse a los planes de boda de su ex mujer, quien se casará muy pronto con el publicista Richard Attie, y por eso ya anunció su boda con Carla Bruni”, explicó la periodista.
Sarkozy se defiende ante las críticas, que cada día son más fuertes, diciendo: “Yo sólo estoy rompiendo con una deplorable tradición en nuestra vida política, una tradición de hipocresía, de mentiras, de engaños. Yo no quiero mentir ni sobre el país ni sobre mi vida”, aseguró el mandatario.