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Dice que la candidatura de Juan Manuel Santos es como “la casa que se vende con sus goteras”. Y les agradece a sus enemigos por “mantener indemne” su vigencia política.
Cecilia Orozco Tascón.- El lugar en las encuestas de Rafael Pardo es preocupante para su partido ¿Qué piensa usted de que, a dos meses de las elecciones, el candidato liberal cuente solo con el 4 ó 5% de la intención de voto?
Ex presidente Ernesto Samper Pizano.- El hecho de que Rafael Pardo no esté bien en las encuestas no significa que no pueda ser uno de los mejores jefes de Estado entre quienes se encuentran hoy en el abanico de presidenciables. Todavía tengo la esperanza de que la gente no vote por el que sea mejor candidato sino por el que pueda ser el mejor Presidente. También espero que el partido lo acompañe de una manera leal y decidida.
C.O.T.- Precisamente pareciera que el partido no lo acompaña: mientras el liberalismo alcanza cerca del 20% de la intención de voto, el candidato tiene apenas la cuarta parte de ese porcentaje ¿Por qué?
E.S.P.- Creo que ha faltado una campaña más orientada al fortalecimiento de lo que podríamos llamar la base liberal. El partido ha sido sometido en los últimos diez o doce años a un tratamiento de choque que empezó con la división que se planteó en los años 90 por la aplicación del modelo neoliberal que le restó a la colectividad bases campesinas y urbanas de clase media baja; la tragedia continuó con el apoyo que le dieron algunos liberales a la aspiración de Andrés Pastrana y culminó con la división formal que se produjo entre el uribismo y el liberalismo cuando Álvaro Uribe fue elegido presidente.
C.O.T.- ¿No será que el liberalismo se está acabando?
E.S.P.- Está equivocada. Lo que pasa es que el liberalismo se ha convertido en el peronismo de Colombia: alguna vez les preguntaron a Perón por la composición política de Argentina. Éste contestó que había de todo, liberales, conservadores, progresistas. Cuando su interlocutor le preguntó dónde dejaba a los peronistas, el General contestó: “che, peronistas somos todos”. Aquí también podríamos decir que liberales somos todos. Lo que nadie sabe todavía es quién es el Perón que los reúne. Ése es el reto.
C.O.T.- Al margen de la división liberal, los analistas afirman lo mismo que usted sugiere: que Pardo es un estadista pero que no tiene carisma ¿La escasa popularidad del candidato es responsable de los bajos resultados en las encuestas?
E.S.P.- Me parece injusto atribuirle esos resultados a la que podríamos llamar la forma de ser del candidato y reducir la crisis del liberalismo a su falta de simpatía es demasiado simplista. Por el contrario, pienso que muchos electores podrían estar esperando que después de estos convulsionados años de una Presidencia protagónica y en muchos casos contradictoria, al frente del país debería estar una persona tranquila, reposada, coherente y bien formada como Rafael Pardo. Ponga al candidato liberal con las dos camisetas: la del ministro de Defensa, que le permitiría mantener la mano dura. Y también la del Comisionado de Paz que le serviría para avanzar en una salida negociada al conflicto armado en caso de que se dieran las condiciones ¿Cuál otro aspirante presidencial puede mostrar esa experiencia?
C.O.T.- Hay personas que dicen que su partido se cayó con el proceso 8000.
E.S.P.- Pero se les olvida que en las elecciones que siguieron a mi Presidencia en el año 98, Horacio Serpa ganó en la primera vuelta y que el partido ratificó sus mayorías parlamentarias ese mismo año. Si no hubiera sido por el fraude electoral que se hizo entonces en Antioquia y por la foto con Marulanda, el partido hubiera continuado en el poder. Al liberalismo se lo comió el uribismo por la derecha y el Polo Democrático por la izquierda. Y si no asume la opción socialista que piden sus bases, va a seguir perdiendo adherentes. Aquí hay una crisis ideológica mucho más profunda de la que se quiere admitir.
C.O.T.- Entre paréntesis: ¿De cuál fraude de Antioquia habla?
E.S.P.- Quien analice los registros electorales de ese departamento en el 98 se dará cuenta de que entre la primera y la segunda vuelta hubo un crecimiento no explicado de la votación a favor de Pastrana que nunca se investigó.
C.O.T.- Volvamos al presente: es extraño que usted esté del lado de Pardo ahora porque justamente él fue uno de los que se opuso a Serpa en el 98. ¿Qué ha cambiado para que usted lo apoye en 2010?
E.S.P.- Como dicen las señoras bogotanas, será por aquello de que la nobleza obliga.
C.O.T.- Y a propósito, para nadie es un secreto que usted y el presidente Gaviria, uno de los mentores del candidato liberal, son cordiales en el plano social pero que no se caen bien ¿Hoy los une Pardo?
E.S.P.- Sí, en la medida en que institucionalmente estamos respaldando la misma candidatura.
C.O.T.- ¿Eso es todo?
E.S.P.- ¿Le parece poco? Con Gaviria tenemos diferencias ideológicas que son bien conocidas porque las hemos ventilado cada uno a su manera. Pero, por supuesto, esas diferencias no trascienden al plano personal ni mucho menos al del partido.
C.O.T.- Si se adopta la opción socialista que según su criterio está pidiendo el partido, usted no podría estar de acuerdo con una alianza con Germán Vargas puesto que éste hace todo lo posible para que se le identifique con una derecha más recalcitrante que la de Uribe.
E.S.P. - Eso es cierto pero también es cierto que el liberalismo, a lo largo de su historia, ha demostrado que es capaz de conseguir la convivencia de distintas tendencias sobre la base de unas reglas democráticas que permitan establecer quién posee las mayorías. Desde ese punto de vista, el acuerdo con Germán Vargas no sería el de una coalición sino el de una fórmula de unidad liberal. Con el Polo, en cambio, habría una alianza a partir de una misma ideología.
C.O.T.- ¿Usted todavía ve como deseable una alianza con el Polo?
E.S.P.- No soy yo sino los potenciales electores del liberalismo y del Polo lo que ven al otro candidato como su segunda opción respecto del suyo propio.
C.O.T.- En ese caso, con mayor razón me sigue pareciendo contradictoria la unidad con Vargas Lleras.
E.S.P.- Quienes pensamos que la opción del partido es la de centro izquierda, podemos aspirar a que frente a otros liberales que podrían sentirse representados por Germán Vargas, se pueda establecer un mecanismo que legitime nuestra posición en las bases liberales a través de un acuerdo de unión. En el pasado hubo gobiernos liberales de izquierda que obtuvieron el respaldo de los sectores de centro y viceversa. Así que eso no es raro. Ahora, si los candidatos siguen creyendo que cada uno de ellos irá a la segunda vuelta por separado, lo que va a pasar es que no llegará ninguno.
C.O.T.- Hablando de las divisiones liberales, ahora parece estarse gestando una nueva ¿Qué opina de que la - hasta ahora - leal congresista liberal Griselda Janeth Restrepo, le diga a Pardo que existe una “urgente necesidad de asumir un gran pacto social interpartidista” con Juan Manuel Santos?
E.S.P.- Eso me suena a cartas a Pardo para que las entienda Angelino.
C.O.T.- Restrepo parece ser solo la punta del iceberg. Se dice que Rodrigo Rivera anda llamando a los congresistas liberales recién elegidos para pedirles que respalden a Santos ¿Qué opina de esa estrategia para captar tránsfugas?
E.S.P.- Personalmente, no me dejaría hacer una sola propuesta de Rodrigo Rivera. Es más, tomaría un seguro internacional contra propuestas riveristas. Sinceramente no veo a los parlamentarios liberales que se han roto el espinazo transitando ocho años en el desierto de la oposición, entrando ahora, a las volandas, a una candidatura distinta a la suya.
C.O.T.- Pero dicen que los liberales están cansados del desierto de la oposición ¿Cuántos se le deslizarán a Pardo?
E.S.P.- Averígüelo Vargas (pero no Vargas Lleras). Yo confío en que ninguno.
C.O.T.- Para evitar que los congresistas liberales apoyen a Santos por debajo de la mesa ¿Usted también estaría de acuerdo con una reunificación formal del liberalismo con Santos tal como parece querer la de Vargas?
E.S.P.- El caso es diferente porque el proyecto político que representa Juan Manuel Santos no es el mismo del liberalismo. Por el contrario, durante ocho años el partido ha marcado diferencias con el proyecto uribista. Si los candidatos que representan un opción diferente al uribismo persisten en tratar de parecerse cada uno más que el otro a Uribe, e insisten en defender la seguridad democrática sin dar ninguna alternativa, los electores van a terminar votando por quien represente mejor ese proyecto que será, por supuesto, un uribista.
C.O.T.- Entonces ¿Usted le aconsejaría a Pardo que se distancie más de las políticas que identifican al Presidente?
E.S.P.- Le diría que haga con la política de seguridad democrática lo que hizo Uribe con el Caguán de Pastrana, es decir, que demostró que podía haber otra salida. La gente debe tener la opción de escoger entre lo que representan Santos o Noemí y lo que significa un candidato que ofrece propuestas distintas. Repito, si los candidatos de oposición no lo hacen, no habrá elecciones presidenciales sino una consulta interna del uribismo.
C.O.T.- ¿Esa es su reflexión para Pardo?
E.S.P.- Es una reflexión para todos los candidatos que no están con Uribe: si no se unen y se presentan como una alternativa, los ‘fritarán’ el 30 de mayo en la olla uribista.
C.O.T.- En todo caso, el virtual ganador de la primera vuelta – y muy probablemente de la segunda - será Juan Manuel Santos ¿Usted cree que él sería un buen Presidente?
E.S.P.- Nadie ignora que Juan Manuel Santos no es “santos” de mi devoción. Aunque sea el vocero del uribismo, hay que tener presente que él no es Uribe. Eso no me impide reconocer que ha jugado inteligentemente su partida.
C.O.T.- ¿Santos tiene las cualidades que requiere un Jefe de Estado?
E.S.P.- Él es muy hábil: si no las tiene, las consigue. Respecto de su candidatura se podría pensar que, como se dice en Bogotá, “se vende la casa con sus goteras”. Si Santos es el heredero del presidente Uribe en materia de seguridad democrática, tiene que responder por los problemas de esa política que los tiene y muy serios, porque Santos fue su socio y ejecutor mientras era ministro de Defensa.
C.O.T.- ¿A cuáles problemas se refiere concretamente?
E.S.P.- Él debe responder políticamente, por ejemplo, por los falsos positivos; por el estado lamentable de las relaciones con Venezuela y por el hecho de que la inversión militar supere la de la educación por primera vez en la historia presupuestal de Colombia.
C.O.T.- Más allá de la política ¿Le atribuye a Santos alguna otra responsabilidad en los falsos positivos?
E.S.P.- Ese caso ha sido el más vergonzoso que les haya podido ocurrir a las Fuerzas Armadas de Colombia en toda su historia. No es posible que en el manejo de este tema se limiten a decir que están esperando los resultados de las investigaciones. Estos hechos deberían ser materia principal de debate en la campaña y es precisamente en ese escenario en donde se tendrán que dirimir las responsabilidades.
C.O.T.- Permítame concretarlo: ¿Le atribuye a Santos solo la responsabilidad política o insinúa que debería asumir alguna otra?
E.S.P.- Mientras que avanzan las investigaciones judiciales en las que se pueden destapar hallazgos importantísimos, debe responder políticamente.
C.O.T.- ¿Es cierto que usted le ha pedido a sus amigos que apoyen a Noemí Sanín para ponerle un freno a Santos?
E.S.P.- Esos son chismes de mis enemigos a los cuales les vivo eternamente agradecido por mantener indemne mi vigencia política.
“Don Botero y don Rasguño”
C.O.T.- Según versiones de Fernando Botero y del extraditado alias ‘Rasguño’, el magnicidio de Álvaro Gómez fue cometido por el cartel del norte del Valle a pedido suyo y de Serpa ¿Cuál es su respuesta?
E.S.P.- No he querido pronunciarme sobre ese tema porque me parece indigno para el país que se pongan en la misma balanza los testimonios de ‘don Botero’ y ‘don Rasguño’ (hay que llamarlos así), y la hoja de vida de dos personas que como Horacio Serpa y yo, le hemos servido a este país de manera dedicada y transparente.
C.O.T.- Hay dos hipótesis sobre el magnicidio: una que su gobierno quería distraer la atención del 8000 y otra que fue cometido por golpistas que querían tumbarlo a usted ¿Con cuál se queda?
E.S.P.- La hipótesis de la Fiscalía lleva varios años e involucra a algunos militares y a otros conspiradores civiles. Y hay una nueva versión de la Procuraduría según la cual serían la Policía y unos narcotraficantes del norte del Valle los autores materiales del homicidio. Yo no me caso con ninguna de ellas. Estoy de acuerdo en que se investiguen todas y que se haga hasta las últimas consecuencias. Lo que rechazo es que se nos pretenda vincular a Serpa y a mí en una especie de autogolpe que me parece grotesco. Y rechazo también la idea canalla de que Gómez Hurtado sería la cabeza de la conspiración cuando siempre he pensado que lo asesinaron porque no quiso prestarse a ella.
C.O.T.- El Espectador reveló una declaración de Hugo Mantilla, uno de los presuntos golpistas. Mantilla menciona en esa declaración al procurador Ordóñez como su confidente ¿Cree que él debería declararse impedido de dirigir la investigación?
E.S.P.- No tengo elementos de juicio para emitir una opinión sobre ese particular ni tampoco me parece conveniente referirme a las investigaciones que yo mismo estoy pidiendo. Me atengo a lo que digan las autoridades judiciales.
C.O.T.- Pero ¿A usted lo inquieta la actuación de la Procuraduría en este caso?
E.S.P.- Me inquieta que algunas personas cercanas a Álvaro Gómez Hurtado, inclusive algunos de sus familiares, parezcan más interesados en ejecutar una venganza que en establecer la verdad del crimen.
C.O.T.- ¿Venganza contra usted y contra Serpa? ¿Por qué?
E.S.P.- Porque están buscando unos chivos expiatorios políticos con más interés que a los verdaderos autores de este magnicidio.
C.O.T.- Le insisto en el tema del impedimento que cobijaría a Ordóñez entre otras razones porque nadie ignora que el ex ministro Fernando Londoño, ex apoderado de Botero, es a su vez una de las personas más cercanas al Procurador ¿No le preocupa esa cercanía?
E.S.P. – No es que no me preocupe. Es que no quiero caer en la trampa que usted me pone para incurrir en personalizaciones cuando lo que estoy pidiendo es que se hagan unas investigaciones que tienen interés institucional para Colombia.
“El karma que me tocó”
C.O.T.- El proceso 8000 vuelve una y otra vez y reaparece siempre que usted interviene en público ¿Por qué cree que ocurre ese fenómeno?
E.S.P.- Cada presidente tiene su karma y éste es el que me tocó a mí. A la gente se le olvida que las pruebas con las cuales se encausó a los parlamentarios del 8.000 fueron recogidas por la Policía durante mi gobierno y que fueron entregadas a la Fiscalía por órdenes directas mías. Y que cuando se empezó a hablar de las relaciones entre la campaña presidencial y los dineros del cartel, sometimos mi conducta y la de todos los funcionarios de la campaña al examen de las autoridades judiciales. Nos exoneraron, excepto a Fernando Botero que fue condenado por el robo de mi campaña, acusado de haber utilizado los dineros limpios para lavar los dineros sucios que él mismo pidió a los carteles. Visto en perspectiva, el 8.000 parece una piñata infantil respecto del proceso de la parapolítica que involucró, al lado de la financiación, asesinatos, masacres, defraudaciones del erario y mil corruptelas.
C.O.T.- Pero el país no pareció creerle al fallo de la Comisión de Acusación que lo absolvió a usted, tal como sucede hoy, porque ése es un órgano político, no jurídico.
E.S.P.- Es que no fue solamente la Comisión de Acusaciones. También se pronunciaron la Corte Constitucional, el Consejo de Estado, el Consejo Nacional Electoral y muchos años después, la propia Fiscalía. Todos confirmaron mi inocencia. Por lo demás ¿Usted cree que si existiera una sola prueba en mi contra, después de tantos años de que la ha buscado tanta gente, no se habría ya encontrado?
C.O.T.- De todas maneras, hoy todavía se discute si esas absoluciones fueron ajustadas a derecho.
E.S.P.- Porque hubo unos pocos periodistas que jamás se resignaron a que sus acusaciones resultaran falsas. Empezaron como periodistas políticos y hoy andan de políticos periodistas dando lecciones de moral en los medios.
C.O.T.- Usted ha mencionado en esta entrevista la responsabilidad política que tienen los dirigentes ¿Qué pasó con la suya en aquel momento? ¿La asumió?
E.S.P.- Por supuesto. La asumí diciendo que me había equivocado al nombrar los cuadros de mi campaña, que de alguna manera permitieron su financiación ilegal. También la asumí desarrollando a lo largo del gobierno la más integral y completa política que se haya conocido en el país, de instrumentos de lucha contra el narcotráfico para probar que si alguna penetración había habido de los dineros del narcotráfico a la campaña, eso no había comprometido para nada la voluntad de mi administración para establecer medidas como la de la extinción de dominio, el aumento de las penas para narcotraficantes o el restablecimiento de la extradición. Y finalmente, cuando se supo lo de ‘don Botero’, acepté públicamente que la campaña sí había sido infiltrada por estos dineros. Hasta entonces no podía hacerlo porque no tenía un conocimiento cierto de ello.