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Dietas, suplementos alimenticios, cirugías, rutinas de ejercicio, máquinas quemagrasa, fajas y agujas de acunpuntura para controlar las ganas de comer encabezan la lista de mecanismos que ha inventado el ser humano para lograr controlar uno de los problemas que más afecta su salud y hiere, casi de muerte, su autoestima: el sobrepeso.
Sin embargo, en la gran mayoría de los casos no se obtienen los resultados deseados, pues se requiere de mucha disciplina, motivación y constancia y esto hace que las personas renuncien fácilmente a cumplir el objetivo de perder esos kilos de más. Y paradójicamente los que logran bajar de peso, generalmente vuelven a recuperarlo al poco tiempo porque no adquirieron hábitos de vida saludables, sino simplemente se mataron a punta de hambre y extenuantes jornadas de ejercicio durante un par de semanas.
Para estas personas que sueñan con lucir algún día un cuerpo delgado o por lo menos acorde con su estatura y contextura ósea, la tecnología parece haber encontrado la solución. Se trata de un robot de 30 centímetros de alto, con una pantalla táctil, una cámara y un software que controla la interacción con los humanos, cuya única misión es ayudar a su propietario a adelgazar. El creador de este entrenador personal de metal es Cory Kidd, un investigador de la Universidad MIT de Boston, Estados Unidos.
Después de realizar un estudio con 45 personas que sufrían de sobrepeso, en el que una parte del grupo interactuó con el robot y el resto tuvo que tratar de perder kilos en el gimnasio o con una dieta especial, Kidd corroboró la magnitud de su invento. No sólo las personas a quienes el robot guió durante este proceso consiguieron bajar de peso, sino que se sintieron más tranquilas, felices y estables emocionalmente. Kidd cree que esto se debe a que el robot tiene un rostro amable y está programado para ser exigente pero también cariñoso, además, el propietario puede entablar conversaciones con él sobre hábitos de vida saludables.
Como si fuera poco, también está en la capacidad de formular preguntas cuyas respuestas le permiten detectar el estado de ánimo de la persona o corroborar si está siguiendo el programa para perder peso. Por ejemplo, “debido a que es tarde, probablemente ya has hecho ejercicio hoy, ¿o me equivoco?”, “espero que no estés comiendo golosinas” o “creo que pasas mucho tiempo frente al computador. Anímate, vamos a caminar un rato”.
Kidd explica que estas cualidades hacen que se tienda a humanizar al robot. De hecho, cuenta, “luego de concluir el estudio, me costó recuperar los prototipos que le había entregado a algunos pacientes, pues se habían encariñado mucho. Hasta les pusieron nombres y vestidos para que lucieran igual que ellos”.
Aunque todavía faltan realizar algunas pruebas antes de que el robot sea vendido al público, su creador está convencido de que revolucionará el mercado y se convertirá en una de las alternativas más efectivas y sencillas para ganarle la batalla a la obesidad.