Aunque las autoridades nacionales aseguraron que el verano en ese departamento se vivió dentro de la normalidad, las cifras presentan otro panorama.
Las altas temperaturas que se han sentido en Casanare en los últimos cinco meses, sumadas a los incendios forestales provocados por los humanos, dejaron 45.395 hectáreas afectadas, entre pastos artificiales, sabanas naturales, morichales, palmeras, cultivos de plátanos, sembradíos de yuca y maíz y fauna silvestre. Según los datos de gestión de riesgo, esta cifra triplica las 13.027 hectáreas consumidas en la temporada seca del año pasado.
El balance presentado, que comprende desde el 1º de enero hasta el 10 de abril de 2014, señala a Orocué como el municipio con mayor índice de afectación, con 15.508 hectáreas deflagradas, seguido por Yopal, con 12.823 hectáreas, y Paz de Ariporo, con 4.422 hectáreas. Los municipios con menor afectación fueron Recetor y Sabana Larga, con 32 y 17 hectáreas consumidas por el fuego, respectivamente.
Para la Gobernación del departamento, aún es preocupante la intolerancia en Casanare frente al cuidado del ecosistema.
“Todavía son frecuentes las hogueras sin ninguna precaución y personas que arrojan sus colillas encendidas sin consideración. Inclusive, aún son usuales los pirómanos”, aseguró Adriana Hernández, coordinadora departamental para la Gestión del Riesgo de Desastres, quien además sostiene que durante este período seco se pudo determinar la falta de compromiso de algunos terratenientes que no están callejoneando sus predios, con lo que permiten la propagación de los incendios.