Sobrevivientes de Los Andes donarán sus órganos para salvar vidas

Los 16 supervivientes de la tragedia de los Andes, en la que un grupo de jóvenes pasó 72 días en la montaña alimentándose de los restos de sus compañeros fallecidos, lanzaron una campaña para impulsar la donación de órganos en Uruguay y generar “una vez más vida más allá de la muerte”.
 
“Deberíamos estar muertos, pero un pacto de vida entre nosotros nos ayudó a vivir. Ahora lanzamos un programa de concienciación para que la gente adquiera la voluntad de ser donante, que es un nuevo pacto de vida, pero entre todos los uruguayos”, dijo a Efe José Luis “Coche”.

Inciarte, presidente de la Fundación “Viven”, que reúne a los supervivientes y a sus familiares.

En cooperación con el Instituto Nacional de Donación y Transplante, “Viven” intentará duplicar los 600.000 donantes de órganos que hay en Uruguay durante dos años, a través de una intensa campaña de publicidad en televisión y con voluntarios por las calles.

Según explicó Inciarte, esta iniciativa brotó de la misma organización, fundada en 2006 con el objetivo de “acudir al rescate de comunidades cuya vida es una supervivencia diaria” en homenaje a la memoria de “los amigos que no volvieron”.

La campaña arrancó con un acto en el que estuvieron presentes los 16 supervivientes, que firmaron el documento oficial en el que quedaron registrados como donantes de órganos “encantados de participar en otro nuevo pacto de vida”.
 
“Hace 37 años, en la montaña, fui testigo del pacto de vida más importante que vi celebrar entre hombres, mostrando no solo entrega, fe, esperanza, sino un gran amor, más allá del sentimiento. Ese recuerdo me hace sentir orgulloso de ser un hombre. Hoy vuelvo a sentir el mismo orgullo, por la misma voluntad de donar para generar vida”, afirmó Inciarte.

El 13 de octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se dirigía a Santiago de Chile con 45 pasajeros a bordo, en su mayoría estudiantes y jugadores de rugby, se estrelló en la cordillera de los Andes.

Doce murieron en el accidente, y otras 17 personas más lo hicieron a consecuencia de sus heridas o por los aludes que azotaron al grupo, el resto decidió alimentarse con los restos de sus compañeros tras enterarse por radio que las autoridades habían suspendido su búsqueda.

Dos meses y medio después, dos de los supervivientes lograron cruzar a pie un pico de más de 5.000 metros de altura y tras avanzar 70 kilómetros entre la nieve dieron la noticia al mundo de que 16 personas habían sobrevivido a la tragedia.

“Si me muero dale, prendele, nos dijimos en la montaña, y eso fue una de las cosas más maravillosas que vi entre hombres”, dijo el presidente de “Viven” para explicar el “pacto” que alcanzaron los supervivientes del accidente, de que si morían podían ser comidos por sus amigos.

De esa terrible experiencia, Inciarte rescató el hecho de haber aprendido “que la muerte y una vida que se van pueden generar vida en este mundo”.
 
El objetivo último de la fundación “Viven” es transmitir el “legado” que dejaron los jóvenes jugadores de rugby y sus familiares que murieron en la montaña, y la transmisión de sus valores, “que son valores que el hombre tiene y los puede hacer aflorar en cualquier momento, sin necesidad de pasar las penurias que nosotros pasamos” , explicó Inciarte.

“Ese es el amor del hombre por el hombre, que no es exclusivo de una persona, grupo o clase social. Si tu sabes que el cuerpo de una persona que ya no vive puede generar otras 10 o 12 vidas donando, es un lindo desafío luchar contra el recelo y la ignorancia”, concluyó el superviviente.

La Fundación “Viven” , en la que participan todos los que regresaron de la montaña, que 37 años después aún mantienen “una excelente relación, muy intensa y muy parecida a un grupo de hermanos” , también desarrolla otros proyectos sociales, fundamentalmente para mejorar la vivienda y la calidad de vida de grupos desfavorecidos.

Los 16 supervivientes de la tragedia de los Andes, en la que un grupo de jóvenes pasó 72 días en la montaña alimentándose de los restos de sus compañeros fallecidos, lanzaron una campaña para impulsar la donación de órganos en Uruguay y generar “una vez más vida más allá de la muerte”.
 
“Deberíamos estar muertos, pero un pacto de vida entre nosotros nos ayudó a vivir. Ahora lanzamos un programa de concienciación para que la gente adquiera la voluntad de ser donante, que es un nuevo pacto de vida, pero entre todos los uruguayos”, dijo a Efe José Luis “Coche”.

Inciarte, presidente de la Fundación “Viven”, que reúne a los supervivientes y a sus familiares.

En cooperación con el Instituto Nacional de Donación y Transplante, “Viven” intentará duplicar los 600.000 donantes de órganos que hay en Uruguay durante dos años, a través de una intensa campaña de publicidad en televisión y con voluntarios por las calles.

Según explicó Inciarte, esta iniciativa brotó de la misma organización, fundada en 2006 con el objetivo de “acudir al rescate de comunidades cuya vida es una supervivencia diaria” en homenaje a la memoria de “los amigos que no volvieron”.

La campaña arrancó con un acto en el que estuvieron presentes los 16 supervivientes, que firmaron el documento oficial en el que quedaron registrados como donantes de órganos “encantados de participar en otro nuevo pacto de vida”.
 
“Hace 37 años, en la montaña, fui testigo del pacto de vida más importante que vi celebrar entre hombres, mostrando no solo entrega, fe, esperanza, sino un gran amor, más allá del sentimiento. Ese recuerdo me hace sentir orgulloso de ser un hombre. Hoy vuelvo a sentir el mismo orgullo, por la misma voluntad de donar para generar vida”, afirmó Inciarte.

El 13 de octubre de 1972, un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se dirigía a Santiago de Chile con 45 pasajeros a bordo, en su mayoría estudiantes y jugadores de rugby, se estrelló en la cordillera de los Andes.

Doce murieron en el accidente, y otras 17 personas más lo hicieron a consecuencia de sus heridas o por los aludes que azotaron al grupo, el resto decidió alimentarse con los restos de sus compañeros tras enterarse por radio que las autoridades habían suspendido su búsqueda.

Dos meses y medio después, dos de los supervivientes lograron cruzar a pie un pico de más de 5.000 metros de altura y tras avanzar 70 kilómetros entre la nieve dieron la noticia al mundo de que 16 personas habían sobrevivido a la tragedia.

“Si me muero dale, prendele, nos dijimos en la montaña, y eso fue una de las cosas más maravillosas que vi entre hombres”, dijo el presidente de “Viven” para explicar el “pacto” que alcanzaron los supervivientes del accidente, de que si morían podían ser comidos por sus amigos.

De esa terrible experiencia, Inciarte rescató el hecho de haber aprendido “que la muerte y una vida que se van pueden generar vida en este mundo”.
 
El objetivo último de la fundación “Viven” es transmitir el “legado” que dejaron los jóvenes jugadores de rugby y sus familiares que murieron en la montaña, y la transmisión de sus valores, “que son valores que el hombre tiene y los puede hacer aflorar en cualquier momento, sin necesidad de pasar las penurias que nosotros pasamos” , explicó Inciarte.

“Ese es el amor del hombre por el hombre, que no es exclusivo de una persona, grupo o clase social. Si tu sabes que el cuerpo de una persona que ya no vive puede generar otras 10 o 12 vidas donando, es un lindo desafío luchar contra el recelo y la ignorancia”, concluyó el superviviente.

La Fundación “Viven” , en la que participan todos los que regresaron de la montaña, que 37 años después aún mantienen “una excelente relación, muy intensa y muy parecida a un grupo de hermanos” , también desarrolla otros proyectos sociales, fundamentalmente para mejorar la vivienda y la calidad de vida de grupos desfavorecidos.