“Somos un gran país, pero podemos hacerlo mucho mejor”

El hermano Diego Andrés Mora Arenas, vicerrector de Promoción y Desarrollo Humano de la Universidad de La Salle, le explicó a El Espectador cómo ha sido el papel solidario de Unisalle. Proteger a los alumnos, su prioridad.

Redacción Especiales
24 de abril de 2020 - 02:00 p. m.
La sede de Chapinero de la Universidad de La Salle. / Cortesía
La sede de Chapinero de la Universidad de La Salle. / Cortesía

¿Cuál ha sido el papel solidario de la Universidad de La Salle en tiempo de coronavirus?

Hemos ejercido el derecho a la esperanza y a la solidaridad con toda la comunidad educativa. Para los estudiantes, garantizando la prestación de un servicio educativo de calidad con la formación integral que nos caracteriza, a través de mediaciones virtuales. Para los docentes y administrativos, garantizando los puestos de trabajo, pagando anticipadamente el salario, acompañándolos con estrategias de salud y seguridad en el trabajo, al tiempo que se ha fortalecido la comunicación horizontal entre líderes de procesos, colaboradores, docentes y estudiantes.

¿Cuáles han sido los compromisos que han adquirido para ayudar a la sociedad ante esta crisis?

En primer lugar dando ejemplo, que en este momento significa seguir las recomendaciones de salud, pero también al poner a disposición del Gobierno la capacidad científica instalada para la atención de esta crisis. En este sentido, lideraremos dos proyectos en el marco de la convocatoria de Minciencias para aportar en la búsqueda de estrategias para la mitigación del COVID-19. Asimismo, estamos trabajando en la habilitación del Laboratorio de Alta Complejidad (LIAC) para apoyar al análisis de prueba del COVID-19.

¿Qué tipo de beneficios les han ofrecido a los estudiantes menos favorecidos de la Universidad?

Más del 80 % de nuestros estudiantes pertenecen a estratos 1, 2 y 3. Frente a este panorama, entendemos que se trata una población vulnerable y con alto riesgo de deserción. Así que hemos actuado en dos sentidos: desde la dimensión académica, garantizando el acceso remoto a las plataformas, facilitando equipo de cómputo y más de 130 tarjetas SIM con plan de datos, e imaginando con los docentes y directivos la mejor manera de acompañarlos con calidad, pero también con calidez; y desde los aspectos de desarrollo humano, ofreciendo nuevas posibilidades de formación y orientación psicológica, física y espiritual. Queremos que nuestros estudiantes sientan que su Universidad se preocupa por ellos y sus familias, y que estamos juntos.

Nuestro compromiso es el trabajo por el bienestar integral de nuestros estudiantes. En este sentido, los docentes han adaptado sus metodologías y tiempos de trabajo con los estudiantes, pero lo han hecho desde la empatía y el reconocimiento. Hemos hecho vida la espiritualidad lasallista, que nos llama a superar las concepciones educativas abstractas para enfocarnos en los rostros concretos de las personas, con sus realidades y desafíos.

¿Les han ayudado también desde la parte mental y anímica?

Las direcciones de Bienestar y Vida adaptaron sus espacios de acompañamiento al mundo virtual, ofreciendo novedosas estrategias de salud emocional, física, espiritual y sostenibilidad. Hemos podido identificar y atender los casos más críticos, que son jóvenes adultos viviendo solos, sin recursos financieros suficientes o con altos grados de ansiedad. 

¿Qué tipo de becas han ofrecido?

En un esfuerzo administrativo enorme, pero también con un claro sentido de responsabilidad para lo que se viene en materia económica, el Consejo Superior de la Universidad ha decidido otorgar una beca del 30 % que cobija a los estudiantes de pregrado y posgrados, tanto nuevos como antiguos, para el segundo semestre del 2020. Sabemos que este es un alivio, y esperamos contribuir con la continuidad de los proyectos de profesionalización de 11.000 estudiantes. 

¿Qué carreras se fortalecerán en cuanto a la educación virtual?

Creo que la crisis venidera obligará a que el gobierno y la sociedad en su conjunto miren todos los sectores sociales, económicos y productivos. Considero que Colombia solo podrá salir adelante apoyada en el talento de su gente. Aquí todas las profesiones serán necesarias.

¿Cómo ha visto el papel de la academia en la crisis?

Nuestra respuesta como sistema ha sido positiva, al poder garantizar, en un tiempo corto de transición, la educación a los cientos de miles de estudiantes. El Estado ha podido aprovechar la capacidad instalada de las instituciones de educación superior, tanto los físicos como los humanos, en la búsqueda de las mejores soluciones.

Un mensaje final.

Tradicionalmente la solidaridad ha sido entendida como un deber u obligación moral. Sin embargo, en el último tiempo se ha entendido también como un derecho, en el sentido de que es una condición exigible para el desarrollo integral. En nuestro contexto actual, considero fundamental recuperar esta dualidad conceptual de la solidaridad: al tiempo que nos hacemos cargo de nuestra población más vulnerable, desde la educación creamos la capacidad para superar el asistencialismo; pero también hacemos un llamado para que quienes tienen más recursos se comprometan con un pacto social que genere equidad y desarrollo. Somos un gran país, pero podemos hacerlo mucho mejor. Sumemos voluntades y acciones. Invito a nuestros estudiantes a hacer la diferencia, y a liderar la construcción de una Colombia justa y en paz. 

Por Redacción Especiales

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