Nuestras reinas de belleza son embajadoras principiantes bajo las órdenes del canciller Raimundo Angulo. Tienen medidos los pasos y las respuestas, se ríen siguiendo reglas estrictas, se sientan pensando en el manual, comen con el plato en la balanza y deben lealtad incondicional al lugar común. Seguir al pie de la letra las infinitas ordenanzas las hace lucir torpes o rígidas o sobreactuadas.
Solo las reinas profesionales logran cumplir su año sin parecer muñeca de contestador, sin darle dolores de cabeza al canciller, sin aburrirse con las plumas de pavo real sobre la espalda. Taliana Vargas es una de esas reinas profesionales, con vocación y estudios necesarios para el teatro de noviembre en Cartagena.
Comencemos por el nombre. Taliana está inspirado en Talía, musa de la comedia que se representaba “como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, con una corona de hiedra en la cabeza”. Así que la mitología griega sirvió como libreto para la presentación de la candidata. Además de esa predestinación la Virreina Universal contó desde siempre con los desvelos del ineludible tío entusiasta, el comandante de comitiva, el que todas las vacaciones gastaba su rollo completo en las fotos de la niña. Su memoria que el reinado era una vieja obligación: “Desde que tengo uso de razón me están nombrando señorita Magdalena”. El cuadro perfecto lo completa el ambiente diplomático en el que ha vivido en Washington desde los 16 años y sus estudios de comunicación e idiomas, ideales para responder cuál ha sido el momento más importante en su vida.
Pero eso no es todo. Cuando Taliana Vargas habla de su familia queda compuesto su traje típico colombiano: “Mi papá me dejó en herencia la fortaleza y el empuje del pueblo antioqueño. Mi abuelo materno me legó el porte y la elegancia de la gente santandereana. Mi abuela me dio los ojos indios y la sabiduría wayúu, y mi mamá me regaló la alegría y la espontaneidad de mis ancestros macondianos.” Para cargar con semejante herencia nada mejor que una variada hiperactividad. Porque aunque Taliana dice ser íntima amiga de la hamaca sus aficiones parecen desmentirla.
Para los deportes tenemos la natación, el buceo, el esquí náutico, el spinning y el parapente. Algunos tomados de su infancia de playa y cocoteros en el rodadero y otros de la disciplina y el vértigo que imponen las grandes ciudades. Para los ratos de quietud están la lectura, la pintura, el diseño de modas y las manualidades. No hemos hablado del baile porque para ella no es una simple afición. Hasta antes del reinado en Cartagena dio clases de salsa en un club creado por ella misma en la universidad de Virginia. El perfecto toque latino, como lo llamaría Donald Trump.
Pero la corona es una página vieja y Taliana Vargas se ha desmarcado de la mojigatería reinante. Cuando le hablan de la posibilidad de sus fotos en traje de nada responde dejando la puerta abierta: “No le tengo tabú a mostrar. No me gusta la vulgaridad. Crecí libre y no le veo nada de malo al desnudo. Pero ahora tengo otros planes.”Es hora de encarnar nuevos papeles. La niña que soñaba con ser doctora en comunicaciones para el desarrollo hoy habla de ser bailarina profesional o directora de modas. Y tiene el talento suficiente para rechazar el set de farándula de RCN y Caracol.
Nadie le podrá negar a Taliana su toque de originalidad en sus maneras de reina. Cuando le preguntaron qué personaje escogería para una conversación privada no escogió al Papa ni a un venerable similar. En vez de un santo en vida prefirió un pequeño demonio. Dijo que le gustaría conversar con George W. Bush. De verdad que debe tener el temple de Condoleezza Rice esta samaria de 20 años para buscar semejante compañía.
Ah, se me olvidaba una última cosa sobre Taliana Vargas: está muy linda.
El despliegue de carisma de la samaria
Taliana Vargas hace parte del selecto ramillete que alcanzó a sentar precedente en el reinado universal de la belleza, habiendo quedado como Virreina el año pasado. Colombia se llenó de alegría a pesar que de que la gente creyera que nos habían robado la corona.
Desde que representó al departamento de Magdalena se supo que llegaría lejos. Logró ganarse no solo el cariño de la gente sino varios reconocimientos durante el certamen del Reinado Nacional como el Rostro Jolie de Vogue, la Reina de los Policías y Miss Elegancia.
Su sonrisa nunca se desdibujó y siempre impregnó con su alegría y su energía el lugar a donde llegara. Su vida no será la misma. Ser reina le cambia el destino a cualquiera y ella no será la excepción. Acaba de viajar a Estados Unidos para radicarse pues una importante agencia de modelos le ofreció un contrato. No será extraño encontrarla en las mejores revistas del mundo.