Se calcula que en Bogotá existen más de 2.300 centros de tatuado y perforaciones, y alrededor de unos 3.600 tatuadores o artistas de Body Art y con el tiempo existirán más tatuadores y gente que apoya el arte del cuerpo gracias a que existe un boom en la mayoría de jóvenes por tatuarse buscando tomar su cuerpo como un lienzo donde pueden plasmar pensamientos, sensaciones, ideales o gustos.
La mayoría de los jóvenes universitarios y futuros profesionales del país poseen un tatuaje, un piercing o una marca artística en su cuerpo.
Unos lo toman como una moda y otros como una forma de protestar contra lo que no les gusta o contra la gente que los juzga y los ve como lo peor de la sociedad.
Pero el punto es que algunos de estos jóvenes no saben que al tatuarse o perforarse llevarán un marca de por vida que los podría limitar de varias situaciones sociales llevándolos a la exclusión total por el hecho de estar marcados.
Unas de esas exclusiones se dan en el campo laboral y más en un país como Colombia que posee una tasa de desempleo del 10.9% según cifras del DANE, y el tatuaje o la perforación generan un juicio por parte de quienes contratarán a un candidato.
Los trabajos de oficina son para gente seria y que puedan darle una imagen muy responsable a la compañía, por lo cual cuando los jóvenes trabajan lo hacen en labores más luchadas como lo son los trabajos de auxiliares de bodega, conductores o en trabajos independientes que van de la mano con el arte, como fotógrafos, publicistas, djs, etc.
¿Pero porque esa exclusión en nuestro país? Según Alex Raigoso, gerente general de laboratorios Abbott, esa exclusión se da por la ignorancia de la sociedad y porque somos un país que juzga y que critica lo nuevo.
Adicionalmente, la discriminación se da porque queremos mostrar la gente linda y responsable del país para quitar esa mentalidad de que es un lugar de rumba, drogas y sexo.
“No tengo nada en contra del arte pero reglas son reglas y ellos tienen que aprender a respetarlas; por ende los que entren a trabajar a una multinacional como ésta, deberán esconder los tatuajes y tendrán que ajustar su imagen lo más serio posible”, agrega Raigoso.
Por otro lado Steven Camacho un joven estudiante de comunicación social de la universidad San Tomas afirma que varias veces lo han rechazado cuando se postula a una vacante de su interés.
“Uno se siente muy raro cuando llegas a una entrevista de trabajo y te miran como un bicho raro por el hecho de tener la mente más abierta, lo que me da risa es que se creen intelectuales y serios y no recuerdan que nuestros antepasados tenían marcas que poseían historia y un legado que hemos olvidado”
Esto es lo que la mayoría de jóvenes tiene que vivir y experimentar a la hora de buscar un empleo que pueda solucionar algunas de sus cargas económicas, pero se encuentran como un grupo que ha sido estigmatizado por las clases sociales y la ignorancia de la sociedad.
“Es raro pero la sociedad no aprende y siempre juzga, y no se dan cuenta que el día de mañana puede ser uno de sus hijos, sus primos y hasta sus padres los que lleguen con marcas artísticas en su cuerpo y es ahí donde tiene que por obligación aprender a tolerar y a convivir con la demás gente”, “un tatuaje no nos hace más ni menos, ni nos hace ladrones ni violadores solo nos hace ser nosotros mismos”.
Por Payelewwis, colaborador de Soyperiodista.com