Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Tatuarse los brazos, las piernas, la espalda, los tobillos y hasta la cabeza se ha convertido en una tendencia que cada vez cobra más fuerza entre los jóvenes y un gran número de adultos amantes del arte corporal.
Aunque hay quienes se arrepienten de haber decorado sus cuerpos con figuras tribales, símbolos, caricaturas, letras chinas o los nombres de sus novias e hijos y deciden recurrir a costosos procedimientos con láser para borrar cualquier rastro de tinta, otras personas mucho más osadas han querido experimentar y tatuarse en lugares del cuerpo poco convencionales.
Tener una flor en la tetilla, cualquier dibujo en los órganos genitales o en el interior del ombligo se ha convertido en una práctica común. Sin embargo, hace tan sólo unas semanas, tatuadores de todo el mundo se estremecieron al conocer la historia y ver las primeras imágenes de un joven canadiense que decidió ponerle color a uno de sus ojos.
Se trata de Pauly, un hombre arriesgado que se declara aficionado al arte corporal y que ya se ha hecho varios tatuajes en el cuerpo. Sin ningún tipo de prevención decidió aceptar la propuesta que le hizo una empresa canadiense para experimentar tatuajes en los ojos y evaluar la posibilidad de explotar este mercado.
El procedimiento, sencillo pero doloroso, consistió en aplicarle 40 pinchazos en la membrana esclerótica (parte blanca del ojo) con una aguja delgada que le dejó una gran mancha de color azul, la cual se extendió con el tiempo por todo el ojo.
El objetivo no era tatuar una figura en el ojo, como sí se hace en otras partes del cuerpo, sino pintar la parte blanca con el color deseado. A pesar de que Pauly asegura no haber sentido ningún efecto secundario luego de haberse tatuado el ojo, más allá de la piquiña que él califica como normal, los oftalmólogos explican que este tipo de procesos pueden causar irritación, inflamación e incluso la pérdida de la visión.
No obstante, la firma canadiense ModProm decidió correr el riesgo de buscar una persona atrevida y fanática del arte corporal que accediera a ser la primera en el mundo en realizarse un tatuaje en un ojo. Un grupo de expertos, quienes estudiaron durante varios meses el procedimiento indicado y los posibles riesgos o complicaciones que pudieran presentarse, fueron los encargados de pinchar durante varios minutos —que a Pauly le parecieron horas— la parte blanca de su ojo derecho hasta convertirla en azul.
Aunque en este primer ensayo los resultados parecen ser satisfactorios, pues hasta el momento la visión de Pauly no se ha visto afectada, las contraindicaciones de los médicos con respecto a tatuarse los ojos y el dolor tan agudo que producen los pinchazos en la membrana esclerótica han generado un sentimiento de rechazo y de temor entre los mismos jóvenes.
En You Tube y Facebook aparecen algunas de las fotos que le tomaron a Pauly durante el procedimiento y después de que su ojo fue tatuado. En general, los comentarios son de asombro y de alerta, pues nadie puede creer que alguien tenga el valor de permitir que una aguja entre y salga 40 veces de su ojo. Por eso, los directivos de la empresa temen que este experimento simplemente se convierta en una anécdota más entre jóvenes.
No se descarta que la fiebre de algunos amantes del arte corporal sea tan fuerte, que en cualquier momento otra persona, igual de osada que Pauly, se anime a tatuarse un ojo.