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Desde 1954, cuando se fundó la Universidad Jorge Tadeo Lozano, ninguna mujer había ocupado la silla de la Rectoría. Tampoco lo había hecho alguien ajeno al Consejo Directivo. Con una hoja de vida como la de Cecilia María Vélez, la mejor opción sin duda era olvidarse de las viejas costumbres.
Exsecretaria de Educación de Bogotá con Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, luego se convirtió en la ministra de Educación que más tiempo ha durado en ese cargo: ocho años. Al terminar el gobierno de Álvaro Uribe, la reclutó la Universidad de Harvard para que enseñara en la escuela de educación.
¿Por qué aceptó ser rectora de la Tadeo?
Estoy convencida de que desde las universidades se puede lograr la transformación del sistema educativo. Las políticas públicas son útiles, pero la calidad se genera desde la institución educativa. Es un reto maravilloso.
¿Cuál es el reto que se planteó?
Mi ilusión es que a los muchachos de la Tadeo los reconozcan porque son muy buenos lectores, porque son inquietos, porque se comunican bien, porque resuelven problemas. Quiero que desarrollen esas competencias del siglo XXI, ponerlas en niveles sobresalientes.
¿En qué cambió su idea de la universidad luego de pasar por la U. de Harvard?
Hay cosas de ese paso que me aseguraron mucho el camino que nosotros habíamos seguido desde el Ministerio. Pero obviamente cuando uno llega a una universidad de esas entiende todo lo que nos falta. Para empezar, en Harvard hay una selección de los mejores estudiantes de todo el mundo. Eso hace posible que los métodos pedagógicos funcionen. El reto ahora es que esos métodos también funcionen aunque los estudiantes tengan otros niveles de formación.
¿Para usted son importantes los escalafones universitarios? ¿Cree que la Tadeo podría entrar en ellos?
Creo que hay que analizar las variables que tienen esos escalafones. Hay condiciones objetivas distintas que hacen muy difícil que estas universidades entren allí: niveles de desarrollo de los países, la madurez de los sistemas educativos. No creo que los escalafones sean para competir por competir, pero al mirar las variables permiten mejorar.
¿Por qué cree que falló el intento de reforma a la educación superior del gobierno Santos?
Creo que falló por una falta de discusión mas amplia con el sector. Pero que la reforma haya sido fallida generó una gran oportunidad de discusión a fondo de estos temas. Para el sector educativo ya es un logro esta discusión.
¿No cree que el debate está planteado en términos utópicos como “educación gratis y de alta calidad para todos”?
Creo que esa es la tensión: entre lo utópico y lo pragmático. Los planteamientos utópicos permiten mejorar el sector. Además, no se puede aspirar a una visión única del sector. Hay muchos grupos y muchos intereses.
Ecuador cerró 13 universidades por mala calidad. ¿Cree que Colombia debería hacer lo mismo?
Lo de Ecuador me parece muy bueno. Pero en Colombia estamos en un punto de calidad muy distinto al de ellos. Cuando entré al Ministerio enfrenté el cierre de dos universidades. Pero el planteamiento que nos hicimos fue: ¿Seguimos cerrando universidades o buscamos que mejoren? Estoy más de acuerdo con políticas de mejoramiento continuo porque no veo que haya posibilidad de cerrar 20 universidades y crear 20 nuevas. No es viable.
¿Cree que es un pecado abrir la puerta a universidades con ánimo de lucro?
La Tadeo ha demostrado qué es ser sin ánimo de lucro, pues ha reinvertido todo lo que ha ganado en función de mejorar la universidad. No creo que la solución para los problemas de cobertura en educación superior sea abrir las puertas a las instituciones con ánimo de lucro, como tampoco creo que hacerlo sea fatal para el sistema. Ambas son posiciones ideológicas.
¿Qué está leyendo ahora?
Acabo de leer el libro de Juan Gabriel Vásquez ‘El ruido de las cosas al caer’, que me gustó mucho.
¿Tiene planeado dictar alguna clase?
Lo estoy pensando. Me han ofrecido una clase en los Andes. Pero si doy esa clase y una en la Tadeo, no me queda tiempo para ser rectora.
¿Cómo definiría su estilo como rectora?
Aspiro a ser una rectora con mucha comunicación con estudiantes y profesores.
¿Qué es lo que más disfruta de la vida universitaria?
Todos dicen que aquí se trabaja menos, pero ya veo que lo voy a convertir en un trabajadero (risas). La verdad es que se lleva una vida mas reflexiva.
¿Qué le daba temor de aceptar este trabajo?
Las resistencias. Yo tengo un espíritu de cambio, de renovaciones, de hacer las cosas posibles.
Los profesores colombianos se quejan de los contratos laborales. ¿Cómo mejorar sus condiciones?
Antes era mas grave. Una de las cosas que les ha exigido la acreditación es contar con más numero de profesores de tiempo completo. Pero no se puede exagerar. Con demasiados profesores de tiempo completo se pierde la flexibilidad.
¿Qué consejo le dio el exrector José Fernando Isaza?
Ha sido muy generoso contándome sobre las fortalezas y debilidades de la universidad. ¿Consejo? No los puedo contar (risas). La irreverencia del exrector no me permite contar ninguno de sus consejos.