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Trabajadores rusos reciben capacitación en cómo sonreírle a los extranjeros

Los empleados del metro de Moscú y los ferrocarriles estatales recibieron entrenamiento para mejorar el trato de los 1,5 millones de visitantes que, se calcula, llegarán a Rusia por cuenta del Mundial.

-Redacción Actualidad

14 de junio de 2018 - 02:43 p. m.
EFE
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Organizar el Mundial es una tarea titánica, pues los países anfitriones, en su mayoría, suelen hacer cuantiosas inversiones para recibir a los millones de turistas y a las selecciones que participan en el torneo. También es una oportunidad para atraer capital extranjero, bien sea por parte del turismo que se extiende más allá de la competencia, o por las obras mismas.

De hecho, el actual Mundial de Rusia puede pasar a la historia como una de las competencias de su tipo más caras del mundo: los rusos modificaron 12 veces el presupuesto de gastos relacionados con la copa hasta llegar a US$14.200 millones; sólo en infraestructura de transporte, el gobierno ruso parecen haber gastado más de US$6.100 millones.

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Los beneficios económicos de un Mundial son bien reconocidos, pues, en últimas, nadie se metería en la masiva tarea de ser un anfitrión si no existiera una contraprestación clara y jugosa. Pero para esta versión particular del torneo, parece que las bendiciones del torneo (al menos en dinero) se quedarán un poco cortas frente a lo esperado.

Analistas de Moody´s (la agencia calificadora de riesgo) dijeron hace unas semanas que “vemos un impacto económico limitado a nivel nacional, dada la corta duración del Mundial y el gran tamaño de la economía rusa”. Sin embargo, también estiman que los impactos de las obras de infraestructura pueden ser muy positivos en el largo plazo, pues son asuntos que terminan por jugar a favor de la competitividad del país.

Ahora, a pesar de recibir esta especie de baldado de agua fría de parte de Moody´s, los rusos están comprometidos con entregarlo todo en la cancha, pero también en las estaciones de trenes y los aeropuertos: de acuerdo con un reporte de la BBC, cientos de trabajadores públicos han recibido una especie de capacitación en amabilidad y sonrisa.

Este proverbio ruso, reseñado en un artículo de la revista The Atlantic, quizá ayuda a aclarar la situación: “Sonreír por ninguna razón es una señal de estupidez”.

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Con años de regímenes opresores detrás, además de una tolerancia baja por la diversidad y algunas libertades individuales ampliamente valoradas en Occidente, los rusos, quizá, se han granjeado una fama de ser gente seria (en todos los sentidos). 

Es por esto que los trabajadores del metro de Moscú, los ferrocarriles estatales e incluso en la propia Fifa han recibido capacitaciones sobre cómo sonreírle a los 1,5 millones de visitantes que recibirá el país por cuenta del Mundial. 

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La medida parece extraña, aunque no lo resulta tanto, una vez se tiene en cuenta que Brasil, por ejemplo, volvió a permitir el consumo de alcohol en sus estadios por presión de la Fifa, a pesar de que la medida original estaba pensada para evitar más muertes violentas en estos escenarios deportivos. Frente este tipo de concesiones, la capacitación en sonrisas resulta hasta risible. 

Por -Redacción Actualidad

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