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¿Una bebida machista?

Aunque la cantidad recomendada para ambos sexos es exactamente igual, los efectos que el trago causa en el cuerpo femenino son mucho más fuertes. Estudios y expertos ahondan en las enfermedades que ellas desarrollan por tomar en exceso.

El Espectador
31 de enero de 2016 - 02:00 a. m.
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La mayoría de riesgos y beneficios del consumo de alcohol impactan a hombres y a mujeres por igual, sin embargo, es evidente que la respuesta del cuerpo femenino es mucho más rápida y fuerte. De acuerdo con Ómar Ramón Mejía, médico especialista en ciencias básicas, esto se debe a que los metabolismos reaccionan de forma distinta. Las mujeres se embriagan fácilmente porque alcanzan niveles más altos de alcohol en la sangre incluso con dosis más pequeñas.

“Todo el proceso inicia en el sistema gástrico a través de la mucosa, el resto se metaboliza a nivel hepático: primero a partir de la enzima alcohol deshidrogenasa y después por el sistema Microsomal de Oxidación. Lo que ocurre es que como los hombres son bebedores habituales y las mujeres ocasionales, la enzima no hace el mismo proceso porque no está habituada, eso implica que el metabolismo sea mucho más lento y a su vez que circulen más los niveles de alcohol en la sangre, lo que quiere decir que pueden viajar hasta el sistema nervioso afectando áreas como la memoria, el habla, la conducta social y el equilibrio”, detalla Mejía.

Puntualmente los más afectados son el hígado, el riñón y el sistema nervioso. El primero porque desde que el consumidor pasa de ser ocasional a habitual hay una sustitución de una célula funcional llamada hepatocito por otra que no tiene la capacidad de metabolizar ni alimentos ni alcohol; por su parte el riñón, principal socio del hígado, empieza a sufrir filtración para poder eliminar esa bebida, y finalmente el sistema nervioso se ve afectado porque el alcohol va matando neuronas hasta, en casos extremos, llevar a la muerte neuronal.

Un informe presentado por el Centro Nacional para Adicciones y Abuso de Sustancias de la Universidad de Columbia advierte que, comparado con jóvenes y hombres adultos, las adolescentes y mujeres llegan a ser adictas al alcohol y a desarrollar enfermedades relacionadas con su consumo con menos cantidad de bebida y en menor tiempo. “Típicamente ellas empiezan a beber más tarde que los hombres, además suelen consumir menor cantidad y son en general menos propensas a desarrollar una dependencia del alcohol, lo que podría concluir que no se ven tan afectadas por el trago. Sin embargo, existe evidencia que demuestra un progreso más rápido del desarrollo de la dependencia entre las mujeres que abusan del alcohol y un comienzo más temprano de las consecuencias adversas del alcoholismo”.

Entre las enfermedades más comunes desencadenadas por el exceso de licor sobresale la gastritis y la posibilidad de daño hepático que puede terminar en una cirrosis, además de problemas neurológicos, cardiacos, cáncer de garganta, entre otros. Las consecuencias, sin embargo, no son sólo físicas. Mejía asegura que desde el punto de vista emocional todo empieza con un estado de euforia, pasando por uno de depresión que llega acompañado de recuerdos y llanto, hasta terminar en un estado de inconsciencia que es cuando se presentan las reacciones agresivas.

Por estas y otras razones es que el consumo de alcohol está prohibido para las mujeres en estado de embarazo. “En ellas es peor porque puede pasar a la placenta y generar un efecto que se llama síndrome alcohólico fetal y hasta el momento no se sabe cuánto es la cantidad que pueden consumir ni el tiempo en que lo pueden hacer. Es posible que se presenta tanto en una persona que lleva tres semanas de embarazo como en una de ocho meses. Esos niños tienen alteraciones en el desarrollo embrionario, pueden sufrir de retardo mental y malformaciones cráneo faciales”, afirma el especialista.

También sugiere que se abstengan quienes sufran de problemas hepáticos, estén tomando algún medicamento como antidepresivos, analgésicos e incluso anticonceptivos, pues estos pueden acelerar o hacer más lento el metabolismo sobre todo los que son intramusculares. Y recomienda que la cantidad diaria de alcohol sea de 30 cc, es decir, una copa, que a la vez resulta beneficiosa gracias a que genera condiciones de vasodilatación y a nivel hepático promueve la construcción de lipoproteínas que se encargan del transporte del colesterol desde los tejidos hacia el hígado.

Por El Espectador

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