Una protesta invisible

Vendieron manillas, camisetas y botones en las calles de Medellín. Repartieron volantes, recibieron donaciones de amigos, de profesores, de colegas y de familiares; reunieron $16 millones y alquilaron cuatro buses para regresar a Bogotá.

Hace una semana, 50 residentes habían llegado desde Antioquia para unirse a otras delegaciones del país y protestar contra la reforma a la salud. Pero su convocatoria coincidió con el regreso a las calles de la indignación campesina y su marcha se vio opacada.

A pesar de que los médicos estuvieron a la cabeza y que ambos sectores pudieron compartir críticas frente a las decisiones que ha tomado el Gobierno y que los afectan, las exigencias campesinas centraron la atención del país.

Los doctores prometieron volver. Esos días en Bogotá les habían demostrado que a pesar de que sus protestas en Cali, Medellín, Tolima y el Eje Cafetero habían sido masivas, la pelea por hundir la reforma a la salud había que darla en Bogotá.

Esta vez viajaron 150 médicos desde Medellín, 100 desde Cali, 7 del Tolima y 16 del Eje Cafetero. La logística para tomarse la Plaza de Bolívar estaba lista desde el fin de semana.

Pero el lunes al mediodía Bogotá entró en crisis: el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, fue destituido por el procurador Alejandro Ordóñez. Los simpatizantes del alcalde protestaron durante dos días seguidos en la plaza central de la ciudad.

“Fue un baldado de agua fría. Pero ya todo estaba listo y debíamos estar en Bogotá porque sabíamos que esta semana el Congreso se reuniría a hablar de la reforma”, explica Fernando Rivera, residente de medicina interna de la Universidad Tecnológica de Pereira.

Rivera habló desde la protesta de las batas blancas que se ubicó este martes a un costado de la Plaza de Bolívar para intentar aclarar que no tenían nada que ver con los otros miles de ciudadanos que gritaban al tiempo “Petro, amigo, el pueblo está contigo”.

“No queremos que nos confundan con la manifestación de Petro. Esta protesta no apoya a ningún partido. Nuestra apuesta ha sido aparecérnosles a los políticos que tienen que ver con la reforma, para recordarles que los médicos queremos un nuevo proyecto construido en conjunto. Así lo hicimos con el presidente Santos, cuando lo abordamos en Envigado, y así ha sido con el ministro y el viceministro”, dice Alejandro Restrepo, residente de otorrinolaringología de la Universidad de Antioquia.

Aunque el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ha repetido que este año no habrá reforma y que inevitablemente los debates se aplazarán para el próximo año, los médicos temen que se cite a sesiones extraordinarias y que la polémica normativa termine aprobándose a las carreras.

“Así ocurrió con la Ley 100. Terminaron aprobándola el 23 de diciembre de 1993. No vamos a permitir que suceda algo similar. Queremos decirles que la protesta de los médicos continúa”, dice Paula Bustamante, residente de psiquiatría de la Universidad de Antioquia.

Desde el 28 de octubre las principales agremiaciones de residentes del país se declararon en asamblea permanente. Los médicos, que históricamente se habían mantenido muy al margen de las movilizaciones ciudadanas, encontraron en la oposición a la reforma un motivo para tomarse las calles.

“Entendemos que hay una necesidad de reformar el sistema de la salud, pero no se entiende por qué este proyecto está enmarcado en sostenibilidad fiscal. El objetivo único no puede ser la ganancia, la salud pública debe estar en el medio”, han dicho los médicos.

Vendieron manillas, camisetas y botones en las calles de Medellín. Repartieron volantes, recibieron donaciones de amigos, de profesores, de colegas y de familiares; reunieron $16 millones y alquilaron cuatro buses para regresar a Bogotá.

Hace una semana, 50 residentes habían llegado desde Antioquia para unirse a otras delegaciones del país y protestar contra la reforma a la salud. Pero su convocatoria coincidió con el regreso a las calles de la indignación campesina y su marcha se vio opacada.

A pesar de que los médicos estuvieron a la cabeza y que ambos sectores pudieron compartir críticas frente a las decisiones que ha tomado el Gobierno y que los afectan, las exigencias campesinas centraron la atención del país.

Los doctores prometieron volver. Esos días en Bogotá les habían demostrado que a pesar de que sus protestas en Cali, Medellín, Tolima y el Eje Cafetero habían sido masivas, la pelea por hundir la reforma a la salud había que darla en Bogotá.

Esta vez viajaron 150 médicos desde Medellín, 100 desde Cali, 7 del Tolima y 16 del Eje Cafetero. La logística para tomarse la Plaza de Bolívar estaba lista desde el fin de semana.

Pero el lunes al mediodía Bogotá entró en crisis: el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, fue destituido por el procurador Alejandro Ordóñez. Los simpatizantes del alcalde protestaron durante dos días seguidos en la plaza central de la ciudad.

“Fue un baldado de agua fría. Pero ya todo estaba listo y debíamos estar en Bogotá porque sabíamos que esta semana el Congreso se reuniría a hablar de la reforma”, explica Fernando Rivera, residente de medicina interna de la Universidad Tecnológica de Pereira.

Rivera habló desde la protesta de las batas blancas que se ubicó este martes a un costado de la Plaza de Bolívar para intentar aclarar que no tenían nada que ver con los otros miles de ciudadanos que gritaban al tiempo “Petro, amigo, el pueblo está contigo”.

“No queremos que nos confundan con la manifestación de Petro. Esta protesta no apoya a ningún partido. Nuestra apuesta ha sido aparecérnosles a los políticos que tienen que ver con la reforma, para recordarles que los médicos queremos un nuevo proyecto construido en conjunto. Así lo hicimos con el presidente Santos, cuando lo abordamos en Envigado, y así ha sido con el ministro y el viceministro”, dice Alejandro Restrepo, residente de otorrinolaringología de la Universidad de Antioquia.

Aunque el ministro de Salud, Alejandro Gaviria, ha repetido que este año no habrá reforma y que inevitablemente los debates se aplazarán para el próximo año, los médicos temen que se cite a sesiones extraordinarias y que la polémica normativa termine aprobándose a las carreras.

“Así ocurrió con la Ley 100. Terminaron aprobándola el 23 de diciembre de 1993. No vamos a permitir que suceda algo similar. Queremos decirles que la protesta de los médicos continúa”, dice Paula Bustamante, residente de psiquiatría de la Universidad de Antioquia.

Desde el 28 de octubre las principales agremiaciones de residentes del país se declararon en asamblea permanente. Los médicos, que históricamente se habían mantenido muy al margen de las movilizaciones ciudadanas, encontraron en la oposición a la reforma un motivo para tomarse las calles.

“Entendemos que hay una necesidad de reformar el sistema de la salud, pero no se entiende por qué este proyecto está enmarcado en sostenibilidad fiscal. El objetivo único no puede ser la ganancia, la salud pública debe estar en el medio”, han dicho los médicos.