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La pelea para suceder al político más popular del mundo tendrá un capítulo más el próximo 31 de octubre. Dilma Rousseff, la elegida del presidente Luiz Inácio Lula da Silva para relevarlo, no consiguió la mayoría absoluta de los votos (51%) para convertirse en la presidenta en primera vuelta. Con el 98,44% de los votos escrutados, Rousseff, del Partido de los Trabajadores (PT), obtiene 46,68% frente al 32,70% de José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Los resultados no sorprendieron a nadie, pues días antes de las elecciones las encuestas daban por descontada una segunda vuelta. Sin embargo, según analistas, sí son un duro golpe para Lula, quien con el 85% de respaldo popular, le apostó todo a que Rousseff ganara en primera vuelta. “Esto demuestra que la popularidad no es heredable. Aunque Lula despierta muchas pasiones, su elegida no genera lo mismo. Lula convirtió en un tema personal el triunfo de su candidata”, explicó Carlos Vary, de la Universidad de Brasilia (UnB). El ex mandatario brasileño Fernando Henrique Cardoso reconoció la importancia del apoyo de Lula a Rousseff, pero criticó los resultados. “Lo que está demostrado es que, independiente de la popularidad de Lula, su candidata no consiguió la misma cosa. Lo importante no es la transferencia de votos sino tener voluntad política y capacidad de liderazgo”.
No fue el único golpe para el PT. Este partido tampoco consiguió imponer a sus candidatos a gobernador en São Paulo, Minas Gerais y Río de Janeiro, los tres estados con más peso electoral del país.
El jefe de Estado de Brasil, que no abandona a Rousseff, respaldó ayer a su candidata. Recordó que él participó en cinco elecciones antes de ganar y precisó que su triunfo no se dio en primera vuelta. “Siempre estuve preparada para lo que pudiera pasar”, explicó al conocer los resultados la candidata del PT.
Por su parte, el ex gobernador de São Paulo José Serra se mostro feliz. Su apuesta era que se diera una segunda vuelta. Sin embargo, con los resultados obtenidos, su carrera política apenas se salva. Serra perdió las pasadas elecciones con Lula y, según las encuestas, le sucederá lo mismo con Rousseff a finales de octubre, pues pocos dudan de que Brasil vaya a tener a una mujer en la presidencia.
Marina, la clave
Para la prensa brasileña, la gran sorpresa de la jornada fue la candidata del Partido Verde, Marina Silva, que obtuvo el 19,46% de la votación. Los principales periódicos del país la califican como la mujer clave en la segunda vuelta y en la candidata más codiciada por Rousseff y Serra. “La negociación para la segunda vuelta se complica y da un papel de gran importancia a Silva”, señalan.
Carlos Alberto de Melo le explicó a AFP que los votos que le faltaron a Rousseff para ganar en una sola vuelta se deben a que no se contaba con la votación de Marina Silva. “Creo que se trata de un voto de protesta de un sector del electorado que no se convencía ni con Dilma ni con Serra”, explicó De Melo, profesor del Instituto de Enseñanza e Investigaciones Insper, un centro de análisis independiente de São Paulo.
Los brasileños también eligieron 27 gobernadores, 513 diputados, 54 senadores y centenares de cargos locales. La jornada no tuvo inconvenientes gracias a una moderna red de 480.000 urnas electrónicas que se instalaron en todo el país. Cuatro horas después del cierre, el panorama político del país era claro para todos.
Así es la favorita
Hija de un empresario y abogado comunista búlgaro y de una brasileña.
Militó en una organización partidaria de la lucha armada. Fue detenida en 1970 en Sao Paulo. La condenaron a más de dos años de cárcel por “actividades subversivas”. (foto)
Salió de la cárcel con 25 años. Se fue a vivir con Carlos Araujo, el gran amor de su vida con quien tuvo una hija. Vivió con él 30 años hasta que descubrió que tenía un hijo con otra mujer.
Dicen que es muy coqueta y se ha hecho dos operaciones de cirugía estética. Una de ellas luego de superar un cáncer linfático, que al parecer, ya superó.
Es economista, habla ingles, francés y español. Le gusta la pintura.
Conoció a Lula en 2002 y la nombró ministra de Energía. En 2005 fue ministra de Gobierno y en 2008 la escogió como su heredera. Nunca ocupó un cargo de elección popular.