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Vargas Lleras se metió en el debate de la paz y retomó su faceta política

Habló de poner plazo a las negociaciones de La Habana y cuestionó la actitud de la guerrilla.

Camilo Segura Álvarez
17 de abril de 2015 - 03:51 a. m.
Germán Vargas Lleras, vicepresidente de la República / Archivo
Germán Vargas Lleras, vicepresidente de la República / Archivo
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Ya todos los sectores políticos sentaron posiciones sobre la forma en que debe conducirse el proceso de paz entre el Gobierno y las Farc, luego del ataque perpetrado por esa guerrilla en Buenos Aires (Cauca), en el que murieron nueve soldados profesionales, un cabo y un sargento del Ejército, a la medianoche del pasado martes. En medio de ese debate, una voz llama la atención y es la de Germán Vargas Lleras. El hoy vicepresidente acostumbró al país a su silencio sobre la guerra y la paz desde que ingresó al gobierno de Juan Manuel Santos como ministro del Interior, en 2010. Pero esta vez se metió en el tema y de lleno. En conversaciones con distintos medios de comunicación, Vargas Lleras expuso posiciones contundentes.

Sostuvo, por ejemplo, que las Farc echaron por la borda los gestos alentadores en materia de desescalamiento que se venían dando en el proceso y se animó a hablar de plazos. “Yo creo que el presidente es quien más interés tiene en que este proceso avance. No veo por qué estas negociaciones deban prolongarse indefinidamente. Si se fijan unos plazos (a las negociaciones) para sí o para no, se reducen los riesgos. Más allá de la reanudación de la actividad plena del Ejército, ya va llegando la hora de que las negociaciones se materialicen”, dijo el vicepresidente.

La declaración no pasó desapercibida, pues ha sido el propio Santos el que ha dicho en diversos escenarios que no se pueden establecer fechas perentorias para el proceso de paz. Al respecto, este diario consultó al ministro de la Presidencia, Néstor Humberto Martínez, y éste dijo que “el Gobierno es uno solo, no se puede decir que sea una declaración insular, pues está a tono con lo que ha pedido el presidente Santos en el sentido de meter el acelerador en La Habana. El vicepresidente, como todo el gabinete, está llamado a hacer pedagogía para la paz”.

Desde otra perspectiva, el pronunciamiento de Vargas Lleras llama la atención pues, desde 2012, cuando comenzaron los diálogos, en los mentideros políticos se ha hablado de supuestos reparos a la negociación con las Farc. Rumores que se atizaron en 2013, cuando había renunciado al ministerio de Vivienda y lideraba la empresa reeleccionista. En ese entonces, el hoy vicepresidente ventiló sus desacuerdos con el alto comisionado para la Paz, Sergio Jaramillo, por la información que éste le pidió sobre el servicio de agua potable en zonas rurales cuando se discutía el punto de desarrollo rural en Cuba. “Es inadmisible que el tema del agua potable a nivel rural termine siendo el resultado de un acuerdo de las negociaciones en La Habana”, dijo en julio de ese año.

De hecho, las posiciones políticas de Vargas Lleras contra las guerrillas fueron una constante en su carrera política, antes de pertenecer al gobierno de la Unidad Nacional. Fue especialmente crítico de las negociaciones del Caguán durante el gobierno Pastrana y como candidato de Cambio Radical, en 2010, el hoy vicepresidente dijo que “los bandidos de las Farc son unos terroristas. En mi gobierno no tendrán estatus político, ni nunca un estatus de beligerancia”.

Esa posición parece ser cosa del pasado. Desde la campaña reeleccionista, Vargas Lleras se alineó públicamente con la defensa del proceso de paz. Cuando el candidato uribista Óscar Iván Zuluaga le increpó diciendo: “Usted, que durante más de 25 años ha intervenido siempre en los asuntos de seguridad, le debe al país una respuesta franca y frentera: ¿se mantiene en sus ideas de siempre o ha adherido al proceso de impunidad del presidente Santos?”, Vargas Lleras respondió: “Yo hago parte de una generación que no ha vivido un día de paz y hoy, como nunca antes, el anhelo de un país sin guerra parece posible”.

Por ahora, está claro que el papel del vicepresidente, que se creía restringido a ser el brazo ejecutor en la política de infraestructura del gobierno Santos, está cambiando. Prueba de ello, además de estas puntadas sobre las negociaciones, es el pulso que mantuvo con el senador de la U Armando Benedetti, cuando éste trató de inhabilitarle para postularse a la Presidencia en 2018, en el debate de la reforma al equilibrio de poderes. Lo tildó de politiquero y subió el tono como en sus tiempos en el Congreso. Al parecer, asistimos a su regreso a la arena política, de la que quizás nunca se ha ido.

Por Camilo Segura Álvarez

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