“Los videojuegos contribuyen al desarrollo de algunas facultades: estimulan el aprendizaje, la creatividad, la cooperación y el sentido de innovación”, explicó Toine Manders, el diputado liberal holandés que promovió el estudio.
En la investigación de la UE también se insistió en la participación de los padres y por eso se propuso la creación de un botón rojo que permitiría a los progenitores controlar el contenido y el tiempo de juego. Además, se puntualizó en el hecho de que es importante utilizar este tipo de entretenimiento como herramienta de aprendizaje.
El debate hasta ahora comienza y tanto los defensores de los videojuegos como sus contradictores coinciden en que lo importante es establecer límites para que los menores disfruten de esta actividad sin excederse.