“Las comunidades indígenas somos ambientalistas por naturaleza” explica el Taita Amable Amojojoy, uno de los sabedores ancestrales del pueblo Inga en el Putumayo, cuando le preguntan por la relación entre la naturaleza y el modo de vivir de estas comunidades que han conservado gran parte de la Amazonia colombiana durante décadas. “En la tierra está la forma para conocernos y saber a dónde vamos como pueblos. De ella dependemos” explica el Taita.
En el Putumayo hay aproximadamente 14 pueblos indígenas. Este es el segundo departamento amazónico con mayor número de población indígena del país –aproximadamente el 17.7% de la población indígena nacional– después del Amazonas, según el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE). Y aunque en sus resguardos la deforestación había sido un problema menor por la manera en la que estos pueblos se relacionan con la naturaleza, hoy enfrentan presiones externas como la extensión agrícola, la apropiación de tierras, la minería no regulada, y los cultivos ilícitos. Según el último informe anual del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), Putumayo fue el sexto departamento más deforestado del país en 2019, con más de 10.700 hectáreas de bosque perdidas.
“Es imprescindible apoyar a nuestros pueblos indígenas en la labor de conservar sus resguardos, pues su permanencia depende del bienestar de estos territorios. Ellos son los guardianes ancestrales de la naturaleza y a cambio, ésta les da el sustento que necesitan. Atentar contra estos territorios es atentar contra la existencia misma de estos pueblos indígenas” explica Diego Fernando Jamanoy, Coordinador de educación y Cultura de la Organización Zonal Indígena del Putumayo (Ozip).
Por esta razón, la Ozip y la Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac) —con el apoyo técnico del Instituto tecnológico del Putumayo y WWF Colombia, y el apoyo financiero de la Agencia Noruega de Cooperación para el Desarrollo (NORAD) y la Iniciativa Internacional de Clima y Bosques de Noruega (NIFCI)— desarrollaron en ese departamento el Programa de Formación en Gobernanza Territorial Indígena. Este diplomado, que existe desde 2017, busca brindar herramientas a las comunidades indígenas en la Amazonia para que sigan manejando y cuidando sus territorios.
Hasta el momento, el diplomado, que ya cuenta con dos promociones graduadas en el departamento –la más reciente se graduó el pasado 25 de junio–, ha capacitado a aproximadamente a 60 indígenas del departamento, que pertenecen a ocho pueblos diferentes. En toda la región amazónica, la cifra de estudiantes graduados de esta iniciativa es de 270 personas, algunas de ellas de comunidades en Brasil, Ecuador y Perú.
Para Agripina Garreta, una de las lideresas indígenas en Putumayo que apoya esta iniciativa, “este trabajo es de gran ayuda para nuestras comunidades indígenas, pues permite que nos fortalezcamos como pueblos. Así, podremos seguir cuidando nuestras tierras que son la vida misma de nuestros pueblos y continuar defendiendo la Madre Naturaleza de la que dependemos nosotros y toda la humanidad. Sin ella no habría vida en el planeta” explica.
Comunidades indígenas, aliadas para la conservación
Las palabras del Taita Amable y Agripina coinciden en que los pueblos indígenas desempeñan un rol fundamental en la conservación del planeta. Según el estudio El estado de las tierras y territorios de los pueblos indígenas y las comunidades locales, realizado por varias ONG –incluido WWF- y programas de alcance mundial, el 91% de sus territorios están ecológicamente en buen estado y hacen parte del 36% de las Áreas Claves para la Biodiversidad (ACB) a nivel global.
Entre las regiones estudiadas en este informe se destacó a la Amazonia, hogar de más de 3 millones de indígenas, pertenecientes a 500 pueblos y nacionalidades. En este caso, el informe resaltó la importancia del conocimiento tradicional y ancestral de los pueblos que habitan la región, los cuales han apoyado la conservación de gran parte del territorio (al menos el 45% de las selvas amazónicas, según explica otro informe publicado por la FAO en abril de este año, llamado Los pueblos indígenas y tribales y la gobernanza de los bosques).
“La manera en la que estos pueblos ven y se relacionan con la naturaleza no tiene nada que envidiarles a los avances de la ecología occidental. Estas comunidades están un paso adelante, pues su forma de conservar siempre ha sido aprovechar de manera sostenible, permitiendo que todos los ciclos naturales se mantengan intactos y la biodiversidad que los rodea permanezca. Cuando hay deforestación en sus territorios, es porque han llegado otros actores con otras formas de aprovechar y extraer estos recursos”, explica Jaime Cabrera, especialista en monitoreo comunitario de WWF Colombia.
Justamente, esta visión del mundo ha permitido que la deforestación sea muchísimo más reducida en los resguardos indígenas, incluyendo los más de 200 resguardos que se ubican en la Amazonia colombiana y que cubren casi el 60% de los bosques en la región. Según un informe publicado por Fundación Gaia Amazonas en 2020, los resguardos indígenas amazónicos colombianos solo perdieron el 0.1% de sus bosques en los últimos 34 años (de 1985 a 2018), mientras que toda la región amazónica en Colombia perdió más de 1′400.000 hectáreas, un poco más del 3% de su cobertura forestal.
La conservación de estos territorios no solo significa la preservación de cientos de recursos naturales de los que dependen las comunidades locales y las especies. Los expertos afirman que son importantes para la conectividad de áreas priorizadas para la conservación, como los Parques Naturales y sus diferentes tipos de ecosistemas. “Solo en el caso de los resguardos que hicieron parte del Programa de Formación en Putumayo, éstos ayudan a conectar el Parque Nacional Natural La Paya, una de las áreas protegidas más grandes del departamento, con varios paisajes naturales en la zona andina, lo que beneficia el flujo de servicios ecosistémicos entre los Andes y la Amazonia y permite el paso de la biodiversidad entre ambas regiones” explica Jaime Cabrera.
A pesar de la importancia de estos territorios, muchos de ellos enfrentan grandes amenazas que en la pandemia se han agudizado, entre estas, la creciente presencia de empresas petroleras y mineras que se acercan a sus territorios buscando aprovechar los recursos sin diálogos previos con las comunidades. Paola Méndez*, una líder indígena del departamento, cuenta que, gracias a su participación en el Programa de Formación, su comunidad se dio cuenta de cómo algunas concesiones mineras estaban afectando su resguardo, por lo que, luego de terminar el diplomado, están realizando distintas estrategias con base en los aprendido para fortalecer su gobernanza y enfrentar este factor que pone en riesgo su territorio.
Actualmente, los resultados del Programa de Formación han motivado la planeación de otras iniciativas parecidas en la región: una primera promoción liderada por OPIAC en el departamento del Guaviare y una tercera promoción en Putumayo, que comenzaría a mediados de septiembre. Asimismo, el equipo espera desarrollar las siguientes promociones en Ecuador, Brasil y Perú, los otros tres países en donde se desarrolla esta iniciativa.
*Nombre cambiado por seguridad.