El equipo también descubrió que el suelo tratado con estiércol o abono contenía más carbono microbiano, una indicación de que estas mejoras apoyan a más microorganismos y sus actividades en el suelo. Además, identificaron minerales especiales en el suelo, evidencia, dice Hettiarachchi, de que los tratamientos contribuyen a procesos químicos y biológicos activos.