Salvar el agua costaría US$2 al año por persona

La organización mundial The Nature Conservancy (TNC) publicó un informe en el que expone los beneficios de cuidar el recurso hídrico a partir de los fondos de agua, estrategias naturales que trabajan en las cuencas alta y baja de los afluentes.

Redacción Medioambiente
23 de marzo de 2017 - 03:49 a. m.
Los fondos de agua les permiten a los usuarios de la parte baja de la cuenca financiar la conservación y restauración de las tierras situadas en la parte alta.
Los fondos de agua les permiten a los usuarios de la parte baja de la cuenca financiar la conservación y restauración de las tierras situadas en la parte alta.

El Día Mundial del Agua se celebra todos los 22 de marzo. Tuvo su origen en la Cumbre de la Tierra que se realizó en Río de Janeiro en 1992 y su objetivo era promover la importancia de los recursos hídricos para el bienestar del planeta.

A propósito de esa fecha, la organización internacional The Nature Conservancy (TNC) publicó el más reciente informe sobre las fuentes de agua en el mundo, llamado Más allá de la fuente: Los beneficios ambientales, económicos y sociales de la protección de las fuentes de agua.

El estudio, desarrollado en colaboración con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y otras organizaciones, analizó las fuentes de agua de más de 4.000 ciudades del planeta. Los resultados mostraron que en cuatro de cada cinco urbes estudiadas se puede reducir la contaminación por sedimentos y nutrientes en las fuentes hídricas si se ponen en práctica medidas de protección forestal, restauración de coberturas naturales y aprovechamiento de cultivos de cobertura vegetal para la agricultura.

Todas esas medidas naturales ayudarían a mejorar sustancialmente la calidad del agua. Giulio Boccaletti, director general del programa de agua de TNC, aseguró que “por desgracia, el 40 % de las áreas donde se ubican las cuencas hidrográficas muestran niveles de degradación moderados a altos. Las repercusiones de estos cambios en la seguridad hídrica pueden ser graves”.

Pero a pesar del preocupante panorama del agua en el mundo, el informe estima que con un incremento de entre 42 y 48 mil millones de dólares por año, adicionales a lo que ya se invierte en programas de pago por servicios ambientales para la protección y restauración de cuencas, se reducirían un 10 % adicional los sedimentos y un 90 % los nutrientes contaminantes.

Ese financiamiento representa entre 7 % y 8 % del gasto mundial en agua y es equivalente a lo que destinan ciudades como Nueva York para proteger sus cuencas. De ahí que, invertir bien estos recursos también implicaría mejorar la seguridad hídrica de al menos 1.400 millones de personas. El estudio destacó, además, que en la mitad de las ciudades analizadas, proteger efectivamente las fuentes de agua tendría un costo aproximado de solo US$2 o menos al año por persona.

¿Cómo está Colombia?

En Colombia, el cuadro no es muy alentador. La degradación y la pérdida de ecosistemas naturales ponen en peligro la seguridad hídrica. Como lo revelaron cifras actualizadas del Ideam, los pastos para ganadería, las tierras para agricultura, los cultivos ilícitos, la minería, la urbanización y los incendios forestales fueron la causa de la pérdida de 140.000 hectáreas de bosques en 2014 y de 124.000 hectáreas en 2015.

Adriana Soto, directora de TNC en Colombia, explicó que “los suelos del 70 % de la cuenca hidrográfica del Magdalena-Cauca y el 90 % de la del Caribe se encuentran deforestados o degradados, y son justo las áreas donde está la mayor parte de las cabeceras municipales del país, con el 80 % de la población colombiana, donde se genera el 75 % de la energía hidroeléctrica y se produce el 80 % del PIB nacional”.

Por eso, para Soto, no sorprende que las regiones con mayor deforestación y degradación de suelos en el país sean las que tienen más población afectada y cultivos e infraestructura impactados con deslizamientos e inundaciones durante fenómenos de lluvias extremas o falta de agua en períodos secos. “En ese sentido, una tarea prioritaria es conservar y restaurar las escasas coberturas naturales que todavía quedan en estas áreas, empezando por las que juegan un rol crítico en la recarga y regulación hídrica de las ciudades del país”, remató Soto.

Como complementó Alejandro Calvache, coordinador de la estrategia de agua en TNC Colombia, esa pérdida de ecosistemas, como páramos, bosques y ciénagas, aumenta el riesgo de la provisión de agua para las ciudades. “La única manera de reducir este riesgo es mediante la acción colectiva: sector privado, instituciones públicas, academia y sociedad civil deben trabajar juntos para fortalecer la gobernanza del agua mediante la articulación de iniciativas, la planeación adecuada del territorio y la gestión de recursos para conservación de nuestras cuencas en el largo plazo”.

Una alternativa: los fondos de agua

Una de esas iniciativas para proteger el agua son los fondos de agua, que utilizan ciencia de punta y funcionan a través de alianzas colaborativas con socios públicos y privados para poder conservar y restaurar las principales cuencas de las ciudades de Colombia. Estas alianzas permiten identificar áreas e intervenciones adecuadas que, además de tener el mayor impacto, resultan de bajo costo.

Los fondos les permiten a los usuarios de la parte baja de la cuenca financiar la conservación y restauración de las tierras situadas en la parte alta. De modo que son un mecanismo exitoso que ayuda a mejorar la calidad del agua. El informe resalta que una de cada seis ciudades (aproximadamente 690 ciudades con más de 433 millones de habitantes) tiene la posibilidad de que se compensen en su totalidad las inversiones en conservación tan sólo con lo que se ahorraría en el tratamiento aguas.

Bajo este esquema, las empresas de acueducto, los gobiernos locales y las comunidades que viven cuenca arriba se sincronizan en el mismo canal para cuidar los ríos en acciones conjuntas. “El resultado, como lo muestra el estudio de TNC, es que todos ganan: las mejores prácticas agrícolas incrementan los ingresos de las comunidades ribereñas, las cuencas regulan mejor el agua, aun en condiciones de sequía o lluvias extremas, los acueductos tienen menos costos de tratamiento y los usuarios del agua cuenca abajo recibimos más agua en calidad y en cantidad, mejorando nuestra resiliencia al cambio climático”, concluyó Adriana Soto.

Por Redacción Medioambiente

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