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Empleo: luces y sombras

Armando Montenegro
03 de octubre de 2010 - 02:52 a. m.

EN MATERIA LABORAL PARECEN coexistir dos países diferentes: el del norte, con niveles relativamente bajos de desempleo, y, en el lado opuesto, el del occidente y el sur, afligido por elevadas tasas de desocupación. Bogotá se entrevera en el quinto lugar, en medio de un bloque de ciudades costeñas, con una situación mejor que la del promedio nacional.

Desde el año anterior, mes tras mes, los datos del DANE muestran que de las seis ciudades con menor desempleo, cinco pertenecen a la costa Caribe. San Andrés, incluso, ahora se da el lujo de tener una cifra de un dígito, 8,1%, un brillante resultado en medio de la oscura situación laboral del país. Santa Marta y Barranquilla, desde hace tiempo, se pelean los primeros lugares (ocupan el segundo y tercer lugar, respectivamente, en el último reporte).

En el otro extremo, dentro del listado de 24 ciudades que analiza el DANE, con los niveles de desempleo más altos aparecen las tres principales ciudades del Eje Cafetero. El caso más grave sigue siendo el de Pereira, con un horroroso 21,3%, seguida de Popayán, Ibagué, Armenia y Manizales, todas con desempleos iguales o superiores al 17%. Hay que recordar que Ibagué mantiene una situación crítica desde hace varios años.

Aunque no hay un estudio definitivo sobre las causas de la buena situación de la costa Caribe, los análisis de Fundesarrollo dan algunas luces. El aumento del empleo en Barranquilla, según esta entidad, se ha dado en una amplia variedad de ramas de los servicios y en la construcción. Ya que no hay claramente un sector líder, la opinión generalizada es que en esa ciudad y en casi toda la costa reina un buen ambiente empresarial y se está dando un auge significativo de inversión pública y privada (llama poderosamente la atención la bajísima cifra de subempleo en San Andrés, Santa Marta y Barranquilla, en claro contraste con el resto del país, un hecho que merece un examen detallado).

En el otro extremo, el caso de Pereira, semejante al de Ibagué, exige una atención especial por parte de las autoridades. Una persistente tasa de desempleo superior al 20% revela una profunda descomposición del mercado laboral. Según los expertos, Pereira ha sufrido el impacto de la caída de las remesas internacionales, el desplazamiento masivo y la crisis de sectores exportadores tradicionales como el café y las confecciones.

Ante cifras tan graves, cabe preguntarse cuál será la estrategia de un gobierno que ha insistido en que su lema es “trabajo, trabajo y más trabajo”. Aparte del objetivo de que el PIB crezca a tasas muy elevadas, para que la actividad económica impulse la ocupación en todo el país, una meta loable pero que depende de una serie de factores internos y externos por fuera de la órbita de las autoridades, poco se sabe del conjunto de la política del gobierno con respecto a los agudos problemas del mercado laboral. Hasta ahora, la tímida Ley del Primer Empleo parece ser sólo el inicio de una serie de medidas ambiciosas que todavía está por conocerse.

Pero además de iniciativas de tipo general, la fuerte diversidad podría apoyar la idea de que son necesarias algunas estrategias regionales, probablemente centradas en la educación y en ciertas inversiones intensivas en la generación de trabajo. Así se podrían enfrentar casos tan agudos como los de Pereira, Popayán, Manizales e Ibagué.

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