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La inteligencia vial de Tom Vanderbilt

El escritor norteamericano, autor del libro Tráfico, estuvo de visita en Bogotá, en el lanzamiento de una nueva campaña del Fondo de Prevención Vial.

El Espectador
04 de agosto de 2010 - 01:36 a. m.

Una experiencia negativa en una autopista de Nueva Jersey, en Estados Unidos, llevó al escritor Tom Vanderbilt a hacerse una pregunta sobre el comportamiento del ser humano al conducir. De esa reflexión comenzó una investigación de tres años que dio como resultado el libro Tráfico, que se convirtió en un best seller.

En él, de una manera sencilla, Vanderbilt, quien se había caracterizado por sus escritos sobre cultura, diseño, tecnología y ciencia, entre otros, descubrió muchos aspectos sobre la sicología del ser humano cuando se encuentra al frente del volante y un completo análisis sobre la problemática en las grandes ciudades del mundo.

El escritor estuvo de visita en Bogotá, en el lanzamiento de la campaña “la ‘inteligencia vial’, la cura contra la epidemia de excusas”, del Fondo de Prevención Vial.

“El acto de conducir un vehículo es más complejo de lo que parece. Somos seres humanos y como tal cada uno tiene una manera de distinta de ver la velocidad. Yo no era un experto en el tema, pero me adentré en el mismo y la idea era mostrar lo que la gente piensa al conducir. El tráfico es parte de la cultura y una de mis conclusiones es que la gente vive como conduce. Si tomamos riesgos en la vida, lo mismo haremos en la carretera”, le dijo a Autos el escritor.

Para Vanderbilt, de igual manera, si bien la tecnología ha aportado cosas interesantes a la industria, ésta puede tener un aspecto negativo. “El conductor se confía y cree que las ayudas pueden hacer todo el trabajo por él. El reto es difícil y es subir la seguridad sin que la percepción de la seguridad sea tan alta, para evitar los excesos de confianza. Los dispositivos deben ser un complemento, pero el conductor debe saber que existen límites”.

Otra reflexión que dejó Vanderbilt es que se deben cambiar los estereotipos. “Se piensa que un conductor lento es un bobo y que el rápido es un maniático. Lo importante es conocer los límites y respetarlos. Hay que evitar los excesos y entender que la vía es de todos. Lo que sucede es que el carro es visto como un espacio privado y la gente actúa como si nadie lo estuviera viendo”.

Por El Espectador

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