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Revaluación: falta mucho por hacer

LA REVALUACIÓN SE HA CONVERTIDO en uno de los principales dolores de cabeza del Gobierno.

El Espectador
16 de octubre de 2010 - 11:00 p. m.

Podría echar al traste las metas de generación de empleo. Está generando una creciente insatisfacción por parte de industriales y agricultores. Y, al decir de muchos analistas, podría descarrilar algunas de las llamadas locomotoras.

Las causas de la revaluación son complejas. En primer lugar, Estados Unidos está empeñado en devaluar su moneda. Ha decidido inundar de dólares la economía mundial. Algunos países, como China, pueden defenderse de la avalancha de dólares. Otros, como Colombia, tienen menores medios a su disposición. Al menos en parte, la revaluación es el producto de una decisión unilateral del gobierno de los Estados Unidos. El Secretario del Tesoro dijo recientemente que su intención era devaluar y que los efectos sobre otros países no formaban parte de sus preocupaciones.

En Colombia la revaluación se ha visto agravada por dos factores: la monetización de divisas por parte del Gobierno Nacional y de Ecopetrol, y los flujos de inversión extranjera directa con destino a los sectores de minería e hidrocarburos. En suma, tanto las circunstancias externas como las internas explican la apreciación de nuestra moneda.

Por fortuna, el Gobierno parece haber reconocido la gravedad del asunto. Esta semana reunió a un grupo de especialistas nacionales e internacionales para intercambiar ideas sobre las posibles acciones para prevenir la revaluación y aliviar sus efectos más nocivos. Asistieron a la reunión el presidente Juan Manuel Santos, el gerente del Banco de la República, los directores de las comisiones económicas del Congreso y los principales miembros del equipo económico. A la salida de la reunión, el Ministro de Hacienda anunció un primer grupo de medidas. El pago de dividendos de Ecopetrol a la Nación se hará en el exterior, la exención tributaria por inversiones en activos fijos será totalmente eliminada y el control a la evasión del gravamen a los movimientos financieros será fortalecido.

Palabras más, palabras menos, el Gobierno ha aceptado que debe aumentar el recaudo tributario para disminuir la revaluación. En últimas, decidió (aunque pretenda llamarlo de otra manera) hacer una reforma tributaria, esto es, cambiar el estatuto tributario con el objetivo explícito de aumentar el recaudo. El Gobierno ha reconocido que mayores impuestos implican un menor endeudamiento y, por ende, una menor presión sobre el dólar.

Infortunadamente, las medidas tributarias toman tiempo. Y el problema en cuestión no da mucha espera. El Gobierno dice estar estudiando medidas adicionales. Probablemente algunas otras serán anunciadas en los próximos días. Pero llama la atención la reticencia de las autoridades económicas a imponer algún tipo de control a los movimientos de capitales de corto plazo. Al respecto hay un consenso amplio entre los analistas nacionales. Incluso muchos académicos internacionales los recomiendan. Otros países ya los han puesto en práctica. Pero en Colombia seguimos dándole vueltas al asunto.

Los controles no son la panacea. Pero son un mecanismo de defensa más o menos obvio contra los intentos devaluacionistas de los Estados Unidos. Podrían, además, tener un efecto secundario positivo, pues ayudarían a prevenir el crecimiento exagerado que se está dando en los precios de las acciones. Los controles son una forma de evitar que la burbuja accionaria se siga inflando. Probablemente no sean muy eficaces. Pero es difícil argumentar que son perjudiciales.

En fin, si el Gobierno decidió, a pesar de todo, aumentar los impuestos, debería también deponer sus prejuicios e imponer controles de capital. Para mañana es tarde.

Por El Espectador

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