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En el escenario actual de la movilidad urbana y carretera, los vehículos con caja automática continúan ganando terreno frente a los de transmisión mecánica, en buena medida por la comodidad que ofrecen al conductor. Sin embargo, a pesar de su popularidad creciente, aún existen interrogantes frecuentes sobre cómo debe operarse correctamente este tipo de vehículos, especialmente en lo relacionado con el frenado, un aspecto indispensable para la seguridad.
Aunque muchos conductores asumen que basta con presionar el pedal de freno, la realidad técnica detrás del sistema de transmisión automática exige una comprensión más detallada.
Carlos Badillo, asesor experto de Renault, explica que una de las principales diferencias entre un vehículo con caja mecánica y uno con caja automática radica en la forma en que se puede asistir el frenado. En los vehículos de transmisión mecánica, el conductor puede aprovechar el freno de motor para reducir la velocidad: una técnica que consiste en mantener una marcha baja en relación con la velocidad del vehículo, utilizando así la resistencia del propio motor para desacelerar. Esta acción, conocida coloquialmente como “cajear” el carro, depende tanto del sistema de frenos como de la destreza del conductor al operar la caja.
En contraste, en un vehículo automático, los cambios de marcha no dependen directamente del conductor sino de la programación del sistema, lo que limita el uso del freno de motor en algunas configuraciones. De acuerdo con Badillo, el frenado en estos casos recae casi por completo en el sistema de frenos, ya sea de discos o de campana.
Sin embargo, aclara que no todas las cajas automáticas se comportan igual. Por ejemplo, las transmisiones tipo DCT (doble embrague) permiten cierto nivel de control sobre los cambios, facilitando el uso parcial del freno de motor. Por el contrario, en las cajas CVT (transmisión variable continua), donde no existen piñones sino un sistema que simula relaciones de cambio, el vehículo depende por completo de la gestión electrónica para reducir la velocidad, sin intervención real del motor en ese proceso.
Para Badillo, la posibilidad de aplicar el freno de motor en un vehículo con transmisión automática dependerá directamente del tipo de caja. En transmisiones secuenciales o DCT, donde existe piñonería, sí es viable transferir parte de la energía mecánica del motor a las ruedas para ayudar a frenar. Pero en cajas más sensibles, como las CVT, esta técnica no solo es ineficaz, sino que podría ser contraproducente. Por tanto, el conocimiento del tipo de transmisión es clave para adoptar prácticas de manejo adecuadas y seguras.
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Frenado en piso mojado o en descenso
Conducir un vehículo automático en condiciones de piso mojado o en descensos prolongados exige una atención especial al momento de frenar. En estos escenarios, el control del vehículo se vuelve prioritario para evitar situaciones de riesgo o sobrecarga del sistema de frenos. La clave, según explican expertos como Badillo, está en anticiparse al comportamiento del vehículo y aplicar una técnica de frenado que reduzca el esfuerzo del sistema.
Cuando el carro cuenta con la opción de activar un modo manual o secuencial en la caja automática, lo recomendable es utilizar marchas bajas durante los descensos. “Esto permite limitar la velocidad sin depender exclusivamente del pedal de freno. Marchas como segunda o tercera, dependiendo de la inclinación y la velocidad, ayudan a mantener una conducción controlada, evitando que el vehículo “coja vuelo” y reduzca la efectividad del frenado", afirma Badillo.
En condiciones de pendiente, además del peso y la inercia del vehículo, se suma la fuerza de la gravedad, lo que incrementa la exigencia sobre los frenos si no se adopta una conducción preventiva.
En vehículos automáticos que no ofrecen modo manual, Badillo aconseja mantener una velocidad moderada y no permitir que el vehículo acelere de forma sostenida en bajada. “Aunque actualmente la mayoría de cajas automáticas permiten cierto grado de intervención del conductor, en los casos donde esto no es posible es fundamental utilizar el freno de forma dosificada y evitar frenadas largas o constantes que puedan generar recalentamiento. De lo contrario, existe el riesgo de pérdida de eficacia o fallas mecánicas asociadas al desgaste excesivo del sistema de frenos”, destaca.
En piso mojado, la estrategia es similar: mantener la velocidad controlada, evitar frenadas bruscas y aprovechar al máximo la adherencia disponible, reduciendo así el riesgo de derrape o pérdida de tracción. “La suavidad en las maniobras y la atención constante al entorno son determinantes para una conducción segura”, añade Badillo.
Errores comunes al frenar en vehículos automáticos
Aunque los vehículos con caja automática están diseñados para facilitar la conducción, no están exentos de requerir un manejo consciente y adecuado, especialmente en lo relacionado con el frenado. Según el experto de Renault, muchos conductores cometen errores que pueden comprometer la seguridad o incluso acelerar el desgaste de componentes clave del vehículo.
Uno de los errores más frecuentes es forzar el uso del freno de motor en cajas automáticas que no están diseñadas para ello. Algunos conductores, al activar el modo manual de la transmisión, intentan utilizar la caja para frenar en descenso o reducir la velocidad, sin tener en cuenta que no todas las cajas automáticas toleran esa operación. Como explica Badillo, forzar estos sistemas puede derivar en daños o en un desgaste prematuro de la transmisión, especialmente en tipos de caja como las CVT, que no cuentan con piñones tradicionales.
Otro error común es confiar en exceso en el sistema de frenos. En los vehículos automáticos, donde el proceso de desaceleración recae casi por completo en los frenos de servicio, es habitual que se exijan más allá de su capacidad, especialmente en descensos prolongados. “Esta sobrecarga puede generar recalentamientos, pérdida de eficacia o, en casos extremos, la falla total del sistema de frenado”, advierte.
También es frecuente la combinación indebida entre el freno de servicio y el freno de parqueo. Badillo aclara que el freno de parqueo está diseñado exclusivamente para mantener el vehículo inmovilizado cuando está detenido, no para ser utilizado durante la marcha. Accionarlo mientras el vehículo está en movimiento, salvo en una situación de emergencia, puede provocar daños en el sistema o generar maniobras peligrosas, como el derrape del eje trasero, ya que este tipo de freno suele actuar solo sobre las ruedas posteriores.
Además, no todos los vehículos permiten esta acción. El experto afirma que, en el caso de los modelos con freno de parqueo electrónico, el sistema impide su activación si detecta que el vehículo está en movimiento, como medida de protección. “Solo en vehículos con freno de parqueo mecánico, operado mediante guaya, podría accionarse manualmente en situaciones extremas, aunque sigue siendo una maniobra de alto riesgo”, comenta Badillo.
Por otra parte, algunos vehículos automáticos o mecánicos, especialmente los diseñados para uso todoterreno o con sistemas 4x4, incorporan tecnologías adicionales como el control de descenso. Para Badillo, esta función actúa como una asistencia electrónica que, al activarse, selecciona automáticamente una marcha baja y aplica de forma controlada los frenos, permitiendo mantener una velocidad segura en pendientes pronunciadas sin que el conductor tenga que intervenir de forma constante. “Se trata de un recurso muy útil en condiciones exigentes, que ayuda a preservar tanto los frenos como la estabilidad del vehículo”, concluye.
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