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El aceite del motor es, sin duda, uno de esos elementos silenciosos que marcan la diferencia entre un carro que funciona bien y uno que empieza a fallar sin aviso. Su trabajo parece sencillo, pero es fundamental: mantener lubricadas y protegidas todas las piezas internas del motor para que trabajen sin fricción ni desgaste excesivo.
Con el paso de los kilómetros, ese aceite va perdiendo sus propiedades y deja de cumplir su función como debería, de ahí la importancia de cambiarlo a tiempo y con el tipo adecuado.
De acuerdo con Jesús Cano, líder técnico regional de Castrol, un buen lubricante no solo evita el contacto directo entre las piezas metálicas, sino que también crea una fina película protectora que sella los espacios entre pistones y cilindros. Esto ayuda a mantener una compresión correcta y, en consecuencia, un rendimiento óptimo del motor.
Ahora bien, no todos los carros ni las condiciones de manejo son iguales. Factores como el tráfico pesado, los trayectos cortos de ciudad, los climas extremos o las rutas de montaña pueden acelerar la degradación del aceite. Incluso el tipo de motor o la antigüedad del vehículo influyen directamente en la frecuencia con la que debe hacerse el cambio. Mientras que algunos motores modernos pueden recorrer entre 10.000 y 15.000 kilómetros antes de necesitar un nuevo lubricante, los más antiguos suelen requerir atención más frecuente o aceites con una viscosidad mayor.
Y sí, el tipo de aceite también tiene mucho que ver. Los aceites sintéticos, ofrecen una protección superior frente a la oxidación y resisten mejor las altas temperaturas, por lo que permiten intervalos de cambio más largos. Los semisintéticos, por su parte, combinan lo mejor de los aceites minerales y sintéticos: buena protección, costo intermedio y una durabilidad razonable. En cambio, los minerales o convencionales se degradan más rápido y exigen reemplazos más frecuentes, sobre todo si el vehículo se usa en condiciones exigentes.
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¿Qué le pasa al motor si no cambia el aceite a tiempo?
Dejar pasar el cambio de aceite no es solo un descuido menor: puede generar problemas serios para el motor y la vida útil del vehículo. Para Cano, algunas de las consecuencias más importantes son:
- Acumulación de lodos y residuos: con el tiempo, las partículas y restos de combustión se depositan en los conductos del motor, dificultando la circulación del aceite y reduciendo su capacidad de lubricación.
- Desgaste prematuro de componentes: piezas clave como pistones, válvulas y cojinetes sufren fricción excesiva, lo que puede acortar significativamente su vida útil.
- Sobrecalentamiento del motor: el aceite también ayuda a disipar el calor. Cuando pierde sus propiedades, el motor puede alcanzar temperaturas peligrosas, aumentando el riesgo de fallos graves.
- Reducción de la eficiencia del combustible y aumento de emisiones: un aceite degradado no solo afecta el rendimiento del vehículo, sino que también incrementa el consumo de combustible y la contaminación.
- Daños severos que requieren reparaciones costosas: en casos extremos, la falta de mantenimiento puede llevar a la necesidad de reparar piezas críticas o incluso reemplazar todo el motor.
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