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Cruze, la estrella

Autos probó el nuevo modelo de la marca del corbatín en las carreteras del Valle

El Espectador
26 de mayo de 2010 - 01:21 p. m.

Hay quienes definen un carro por su estética, por su apariencia externa. Hay quienes lo hacen por la cilindrada de su motor. Algunos prefieren hacerlo por la garantía que ofrece el concesionario. También existen los que se dejan llevar exclusivamente por el precio. Y finalmente están los que son fieles a una marca. Cruze, lo nuevo de Chevrolet, es todo esto reunido en un solo vehículo. Es la apuesta global de GM y un nuevo producto que llega para complementar la amplia oferta de Colmotores en el país.

En su exterior, la nueva estrella de la marca del corbatín se presenta como un deportivo generacional: cortes gruesos en los laterales, detalles finos en las unidades, exploradoras y persiana, rines de 17 pulgadas y llantas de perfil bajo, altura superior en la parte trasera con inclinación hacia adelante, vidrios amplios que permiten la entrada de luz, sunroof y, en general, un gran concepto de diseño curvilíneo en cada uno de sus componentes.

En su interior se siente comodidad. Los asientos permiten la estadía de un conductor ajustada a sus necesidades pues las sillas tienen ascensos y descensos internos de acuerdo con el tamaño de la persona. Su timón en cuero (con controles para activar el radio), pequeño, también es ajustable en profundidad y altura, cómodo en su grosor y sencillo de maniobrar. A pesar de ser un carro grande, robusto, desde adentro se pueden ver fácilmente las esquinas del vehículo, evitando posibles choques laterales o en los bómperes.

El habitáculo es impactante y manipularlo se convierte en una experiencia interesante. Su computador de abordo permite conocer múltiples funciones del vehículo, entre ellas la temperatura interna y externa, consumo instantáneo y promedio de combustible, autonomía, velocidad promedio, códigos de avería, recorridos parciales y totales, sistema de entretenimiento y otras configuraciones personalizables. Y el tablero se enmarca en testigos luminosos, de formas redondeadas y con un cromo que le confieren personalidad.

Ya, sobre la marcha, el Cruze es lo más parecido a la comodidad de la primera clase de un avión: se puede viajar a velocidades altas y no se siente un solo ruido externo, pues su amortiguación balancea el peso y lo reparte sobre todo el chasis; sus espejos laterales ofrecen todo un panorama trasero del vehículo con un campo de visión amplio y la altura ideal del carro permite que el viento fluya sin afectar el desempeño sobre la carretera.

Una de las características más atractivas que trae este vehículo es su desarrollo en la transmisión secuencial Hydramatic de seis velocidades, pues permite ubicar la barra de cambios en Drive para conducir cómodamente sin necesidad de estar revolucionando el carro para hacer los cambios.

El Cruze, que viene equipado con un motor de cuatro cilindros (DOHC) de 1.796 centímetros cúbicos (construido en aluminio) con apertura variable de válvulas (VVT), que desarrolla 140 caballos de potencia a un régimen de 6.300 revoluciones por minuto y un torque de 176 Nm a 3.800 rpm, puede lograr fácilmente en 11 segundos con aceleración de 0 a 100 km/ una velocidad de 190 km/h, ideal en carreteras con espacios amplios y recorridos largos. Pero si lo que quiere es sentir su poder en el manejo, se puede poner en función mecánica y controlar a su gusto tanto las revoluciones como el cambio de marcha. Acción es ideal para manejar en lugares como La Línea, en la vía Bogotá-Cali. Este propulsor, según el fabricante, puede tener un consumo promedio de 47 kilómetros por galón.

El porte del carro es impactante y a pesar de ser de gran tamaño, su peso en relación con el motor, desarrolla la potencia suficiente para moverse por la topografía suramericana. Todos los accesorios internos, como los portavasos, los portagafas, los ceniceros, los apoyacabezas, la llave retráctil, dan ese toque de gusto que tanto está exigiendo el comprador colombiano. Interruptores, sensores, antenas. Todo.

El Cruze, en pocos kilómetros, prueba que es simplemente una máquina bien armada, con el recubrimiento del buen gusto. Y manejarlo es realmente un placer.

 

Por El Espectador

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