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A pesar de ser una técnica presente en la conducción cotidiana, el freno de motor continúa generando confusión entre motociclistas, sobre todo entre quienes tienen menos experiencia. Lejos de tratarse de un recurso secundario, este mecanismo cumple un rol fundamental en el control de la moto, la seguridad en diferentes tipos de vía y la preservación de componentes mecánicos.
De acuerdo con la Cámara de la Industria de Motocicletas de la Andi, el freno de motor corresponde a la resistencia que ofrece el propulsor al momento de desacelerar. Cada vez que se suelta el acelerador, el motor comienza a girar más lentamente y, al estar conectado mecánicamente con la rueda trasera, esta también reduce su velocidad, lo que provoca una desaceleración natural de la motocicleta.
Según explica la entidad, este proceso ocurre de forma automática, pero su efectividad y seguridad dependen del modo en que se utilice. Soltar el acelerador de forma repentina puede generar una retención abrupta en motores con alta compresión, lo que podría comprometer la estabilidad. Por eso, se recomienda hacerlo de manera progresiva.
En trayectos urbanos, carreteras o autopistas, aplicar el freno de motor de forma constante puede mejorar significativamente la conducción. Los beneficios del freno de motor frente al uso exclusivo de los frenos convencionales, especialmente en trayectos prolongados o en descensos, incluyen:
- Mayor control de la moto: al permitir una reducción progresiva de la velocidad sin recurrir bruscamente al sistema de frenos, el piloto mantiene una mejor estabilidad y dominio del vehículo, especialmente útil en curvas, superficies resbaladizas o tráfico denso.
- Menor desgaste del sistema de frenos: al disminuir la necesidad de accionar constantemente los frenos delanteros y traseros, se prolonga la vida útil de componentes como pastillas, discos y tambores.
- Reducción del esfuerzo físico del conductor: el uso constante del freno de motor disminuye la frecuencia con la que el piloto debe manipular las manetas y pedales, lo que contribuye a reducir la fatiga en recorridos largos o en condiciones de tráfico pesado.
En el avance de la tecnología aplicada a las motocicletas, el freno de motor también ha sido objeto de desarrollo e innovación. Según la Cámara de la Industria de Motocicletas de la Andi, algunos fabricantes han incorporado mecanismos diseñados para optimizar su funcionamiento y mejorar la seguridad, especialmente en situaciones de reducción brusca de marchas.
Uno de estos sistemas es el “Slipper clutch” o embrague antirrebote, presente en muchas motos de alta gama y, de forma creciente, en modelos de baja cilindrada. Este componente está diseñado para evitar que la rueda trasera se bloquee cuando el piloto baja varias marchas de forma rápida. Lo que hace el sistema es reducir automáticamente la fuerza del freno de motor durante estas maniobras, permitiendo que la rueda continúe girando con cierta libertad y se mantenga la tracción.
Adicionalmente, en motocicletas de mayor cilindrada y con mayor nivel de equipamiento, algunos fabricantes han comenzado a ofrecer sistemas electrónicos de gestión del freno de motor. Estas funciones permiten al piloto configurar el nivel de retención deseado a través de los mandos de la moto, adaptando el comportamiento del motor según las condiciones del terreno o su estilo de conducción.
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Diferencias entre motos automáticas y manuales: ¿cómo influye en el uso del freno de motor?
El comportamiento del freno de motor varía según el tipo de transmisión que equipa la motocicleta, y esto incide directamente en el nivel de control que puede ejercer el conductor. Según explicó la Cámara, en las motos automáticas, especialmente aquellas con sistema de transmisión continuamente variable (CVT), la acción del freno de motor es limitada. Su funcionamiento se activa únicamente al cerrar el acelerador, sin intervención adicional del piloto, ya que estos modelos no cuentan con caja de cambios ni embrague convencional.
En contraste, las motocicletas con transmisión mecánica permiten una gestión activa del freno de motor. En estos casos, el conductor puede modular la retención según el cambio de marcha que seleccione. Si se requiere una mayor desaceleración, basta con reducir una o varias marchas, lo que incrementa la compresión del motor y genera una frenada más contundente. Por el contrario, si se necesita suavizar ese efecto, se puede aumentar de marcha o accionar el embrague para desacoplar el motor de la rueda trasera.
La Cámara de la Industria de Motocicletas de la Andi advierte que si bien el uso frecuente del freno de motor no afecta negativamente la vida útil del motor ni de la transmisión cuando se aplica correctamente, un mal uso —como reducciones bruscas sin sincronización adecuada— puede generar daños en componentes clave como el embrague, la caja de cambios, el kit de arrastre o incluso el mismo motor.
Además, en superficies con poca adherencia, como vías húmedas o con arena, la recomendación es utilizar esta técnica con mayor precaución. La entidad sugiere aplicar el freno de motor de forma progresiva, realizar los cambios de marcha de manera escalonada y mantener la moto lo más recta posible.
Errores comunes al usar el freno de motor y sus consecuencias en la conducción
Aunque el freno de motor es una herramienta eficaz para mejorar la seguridad y la eficiencia en la conducción de motos, su uso inadecuado puede generar consecuencias negativas tanto para el conductor como para el sistema mecánico del vehículo. Según la Cámara, existen errores frecuentes que muchos pilotos cometen al intentar aplicar esta técnica, y que conviene evitar para no comprometer la estabilidad de la moto ni su integridad mecánica.
Uno de los fallos más comunes es reducir varias marchas al mismo tiempo. Esta práctica, lejos de optimizar el frenado, puede generar un sobreesfuerzo repentino en el motor y provocar una pérdida de tracción en la rueda trasera, aumentando el riesgo de caída.
Otro error habitual consiste en accionar el embrague de inmediato cada vez que se cierra el acelerador. Esto interrumpe por completo el efecto del freno de motor, lo vuelve ineficaz y obliga al conductor a depender más de los frenos convencionales, lo que acelera su desgaste. Además, sobreutilizar el embrague en estas condiciones puede deteriorar el sistema de transmisión y complicar la maniobra al exigir mayor coordinación por parte del piloto.
También se presenta el caso contrario: cerrar el acelerador sin realizar el correspondiente descenso de marchas. Esto puede provocar que la moto pierda velocidad de forma excesiva y, al intentar acelerar nuevamente, el motor se encuentre en una marcha inadecuada.
Un descuido adicional ocurre cuando el acelerador no se cierra por completo. Si queda parcialmente abierto, el motor continúa transmitiendo empuje a la rueda trasera y el freno de motor no entra en funcionamiento, restando efectividad al proceso de desaceleración.
Por otra parte, bajar marchas y utilizar el freno de motor en plena curva representa un riesgo considerable. En ese momento, la motocicleta se encuentra inclinada y las ruedas no cuentan con la misma capacidad de tracción que en posición recta. Si se genera una retención repentina mientras las ruedas están apoyadas lateralmente, existe una alta probabilidad de que la rueda trasera se bloquee y se pierda el control.
Finalmente, la entidad recomienda no confiar exclusivamente en el freno de motor en todos los escenarios. En algunos casos, especialmente en pendientes pronunciadas o al transportar carga, es necesario complementar esta técnica con el uso dosificado de los frenos convencionales.
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