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Esos vehículos ya eran objeto de derechos aduaneros del 10%, aunque pasan a tener aranceles que van desde un 7,8% a 35%, según las empresas. La reglamentación se tornará ley después de ser publicada el miércoles en el Diario Oficial de la UE.
El bloque europeo sospecha que las empresas que serán objeto de los aranceles adicionales se benefician de subsidios, y esas ayudas estatales les permite competir en condiciones ventajosas.
De acuerdo con la reglamentación, los productos del grupo automotriz SAIC tendrán un arancel adicional del 35,3%, el grupo BYD el 17% y el grupo Geely el 18,8%. Las empresas que cooperaron con las investigaciones de la UE relativas al impacto sobre la competencia en el bloque tendrán un arancel del 20,7%, y el resto de las firmas el 35,3%. La medida también afectará a las empresas occidentales que producen en China, como por ejemplo la estadounidense Tesla, a quien se aplicará un arancel del 7,8 %.
Bruselas seguirá adelante con su propuesta porque considera que, pese a la división que genera entre los Veintisiete, recibió el apoyo suficiente en la votación que los gobiernos de la UE celebraron a principios de octubre. En esa votación, cinco países se opusieron a la aplicación de los aranceles (entre ellos Alemania), diez los apoyaron y doce se abstuvieron (España fue uno de ellos). Mientras el Ejecutivo comunitario está a la espera de aprobar mañana la medida, han seguido los contactos políticos de alto nivel entre la Comisión y el Gobierno chino, así como otras reuniones técnicas para tratar de encontrar una solución.
El vicepresidente de la Comisión Europea y responsable de Comercio, Valdis Dombrovskis, y el ministro del ramo de China, Wang Wentao, mantuvieron una conversación por videoconferencia el viernes en la que acordaron seguir negociando un posible aumento de los precios de las exportaciones de vehículos eléctricos a la UE.
La Comisión ha asegurado que suspendería los aranceles en caso de llegar a un acuerdo con China en los próximos cinco años, pero no los cancelaría, para ganar tiempo y volverlos a aplicar si Pekín incumpliese ese hipotético acuerdo, sin necesidad de volver a pedir el visto bueno de los Veintisiete.
La tensión comercial entre la UE y China ha aumentado en las últimas semanas. Bruselas ha impugnado ante la Organización Mundial del Comercio (OMC) la investigación que Pekín ha iniciado contra las importaciones europeas de brandy, en respuesta a los aranceles que ha anunciado la Comisión. También ha abierto otra sobre la importación de productos de carne de cerdo desde el bloque comunitario y de los lácteos, que el Ejecutivo comunitario también quiere denunciar ante la OMC.
La UE aprobará los aranceles a menos de una semana de las elecciones en Estados Unidos, cuyo resultado afectará a la disputa geopolítica entre Washington y Pekín, y que obligará a los Veintisiete a reflexionar sobre cómo quieren posicionarse en esa batalla.