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Nueva EcoSport, una evolución poderosa

Con un motor más potente y un diseño más atractivo, tanto adentro como afuera, llega la nueva generación del primer SUV compacto.

Esteban Dávila Náder / @EstebanDN
01 de diciembre de 2017 - 07:57 p. m.
Con 168 caballos de potencia, la cuarta generación de EcoSport llega más deportiva que nunca. No descuida el consumo de combustible, eficiente. / Cortesía
Con 168 caballos de potencia, la cuarta generación de EcoSport llega más deportiva que nunca. No descuida el consumo de combustible, eficiente. / Cortesía

Esta semana pude poner las manos en el volante de la nueva Ford EcoSport, un lanzamiento que confirma que 2017 es el año de los SUV, un vehículo que pavimentó el camino para la rama compacta de este segmento, cada vez más querido por los colombianos. En su nueva generación, la confiable camioneta se renueva casi por completo. Ahora se presenta más tecnológica, más sobria, más madura.

Concebida en 2003 como una especie de Fiesta más grande y temeraria para el mercado brasileño, el primer SUV compacto no tardó en cruzar fronteras, llegando a Colombia en 2004. Desde entonces, la EcoSport ha recorrido un largo camino, resumido en la comercialización en 140 países y la llegada de una cuarta generación fruto de la competencia entre 800 ingenieros que lo dieron todo por un toque más sofisticado, sin comprometer su genética aventurera.

El éxito en esta tarea es rotundo y basta echar un vistazo al exterior para comprobarlo. Para empezar, el frente cambia por completo, reemplazando la parrilla frontal por el ya icónico trapecio cromado ostentado por los demás modelos de la casa del óvalo. El capó, con dos nervaduras centrales que no sólo le dan un look más compacto y estilizado, sino que le otorgan un nuevo ángulo de ataque, más eficiente.

La cara de la nueva EcoSport la rematan los faros, más amplios y profundos, que ahora vienen con luces diurnas tipo led, principales tipo Xenon (para la versión Titanium, la más equipada, que es la que tuvimos entre manos) y exploradoras, que abandonan su diseño redondo por uno triangular. Un combo que se agradece en carreteras con poca iluminación, como la que lleva a Machetá (Cundinamarca).

En los costados cambia el diseño de los rines, de 15” para el modelo básico (SE) y de 17” para la más equipada, que se engalana con apliques cromados en las molduras de las ventanas. La parte trasera, en cambio, hace ligeras modificaciones al parachoques, que ahora es más amplio, pero mantiene la llanta de repuesto en la puerta, una clara señal de que se trata de un carro listo para lo que venga.

Sin embargo, los cambios sustanciales están bajo la coraza exterior. Hablo, por su puesto, del motor, que si bien sigue siendo 2,0 litros, cambia de configuración para desarrollar 168 caballos de potencia (30 más que la versión anterior) y 202 Nm de torque. Haciendo honor a la parte “eco” del nombre, continúa con la ya tradicional tracción delantera, lo que le permite un mayor ahorro de combustible, cosa que pudimos comprobar en nuestro recorrido de prueba: en un trayecto de 180 kilómetros, exigiéndole al acelerador y pasando por carreteras destapadas, el gasto fue de poco menos de medio tanque, con un promedio de 9,4 kilómetros por litro.

Para controlar el propulsor están el Advance Track con Roll Stability Control, que permite repartir la potencia entre las ruedas motrices y rebajar el torque para evitar derrapes y volcamientos, y la caja automática de seis velocidades, proveniente de la misma familia de transmisiones de los Ford Fusion y Escape. Se trata de una palanca cómoda y eficiente, de las que le dejan saber al conductor cuando la computadora hizo el cambio, sobre todo si se lleva el acelerador a fondo. Como complemento, y referencia al sufijo “sport”, viene una opción secuencial con levas en el volante que, personalmente, es la mejor manera de controlar este tipo de tecnología.

El interior también se transforma, se siente más acogedor. Si bien se compactó con la intención de dejar todos los controles al alcance de la mano del conductor, la tapicería en cuero de color crema y el techo panorámico, activado eléctricamente, dan una sensación de amplitud acorde con el ambiente sobrio y confortable que se buscaba con esta nueva generación. Esto se complementa con la nueva pantalla táctil de 8”, que se sale del tablero, incorpora el sistema SYNC3 con comandos de voz y navegación integrada y además es compatible con Apple Car Play y Android Auto.

Para finalizar hay que decir que, en materia de seguridad, por fortuna, ninguna de las dos versiones se queda corta. De serie vienen los sensores de parqueo, el asistente de arranque en pendientes, el control de estabilidad y tracción, el ABS con distribución electrónica de frenado (EBD) y el asistente para frenado de emergencia (EBA). Ayudas que la Titanium complementa con sistema de monitoreo de presión de neumáticos, la alarma de punto ciego y de alerta de tráfico cruzado, visible en los espejos, y la cámara de reversa.

Con todo, se puede decir que se trata de un SUV accesible con alma prémium. En vitrina desde octubre pasado, la versión SE se comercializa en Colombia a un costo de $68’990.000, mientras que la Titanium asciende a los $79’990.000. Precios competitivos para un vehículo que, siendo pionero, sigue marcando la pauta.

Por Esteban Dávila Náder / @EstebanDN

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