Los accidentes de tránsito representan una crisis global que continúa amenazando la vida de peatones, ciclistas y otros usuarios vulnerables de la vía pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 1,19 millones de personas perdieron la vida en 2023 debido a incidentes viales, lo que equivale a una muerte cada dos minutos y más de 3.200 decesos diarios. Este alarmante dato convierte a los accidentes de tránsito en la principal causa de muerte entre niños y jóvenes de 5 a 29 años.
A pesar de que el Informe sobre la situación mundial de la seguridad vial de 2023 destaca una disminución del 5% en las víctimas mortales desde 2010, las prácticas de conducción inadecuadas siguen siendo una preocupación creciente entre los expertos en seguridad vial.
Identificar y corregir estos comportamientos es importante para promover una conducción más segura y proteger a todos los usuarios de las vías.
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Según Carlos Andrés Arias y Danny León, instructores expertos de la academia de conducción CEA Autopiloto, estas son algunas prácticas inadecuadas más comunes entre los conductores:
- Mantener el pie en el pedal del embrague
Este hábito provoca un contacto constante y leve entre el disco de embrague y el volante de inercia, lo que genera un desgaste innecesario. Con el tiempo, este desgaste reduce la vida útil del embrague, lo que puede resultar en fallos prematuros y la necesidad de reparaciones costosas. Además, un embrague desgastado puede afectar negativamente el rendimiento del vehículo, haciendo que los cambios de marcha sean menos suaves y precisos.
Para evitar estos problemas, es importante retirar el pie del pedal del embrague cuando no sea necesario y utilizarlo únicamente para cambiar de marcha. Esta simple práctica puede prolongar la vida del embrague y mejorar la eficiencia y el rendimiento del vehículo.
- Frenar bruscamente
Frenar bruscamente es una práctica que debe evitarse debido a sus múltiples efectos negativos. En primer lugar, este hábito pone en riesgo la seguridad tanto del conductor como de los demás usuarios de la vía, ya que puede provocar colisiones inesperadas.
“Frenar de manera brusca genera un desgaste acelerado de los frenos y los neumáticos, lo que incrementa la frecuencia y el costo de las reparaciones y el mantenimiento. Este tipo de frenado también puede causar el sobrecalentamiento de los frenos, reduciendo su efectividad y aumentando el riesgo de fallos en situaciones críticas”, señala León.
Para garantizar una conducción segura y prolongar la vida útil de los componentes del vehículo, se recomienda anticiparse a las condiciones del tráfico y frenar de manera gradual y controlada.
Adicionalmente, acelerar abruptamente es una práctica perjudicial que afecta tanto la eficiencia del vehículo como su longevidad. Este comportamiento incrementa significativamente el consumo de combustible debido a las constantes variaciones de velocidad, haciendo que el motor trabaje de manera menos eficiente.
Esta práctica tiende a someter al motor, la transmisión y otros componentes a un estrés constante y excesivo, puede provocar fallas prematuras y costosas reparaciones.
“Los sistemas de frenos y suspensión también sufren un desgaste acelerado, disminuyendo su vida útil y aumentando los costos de mantenimiento. Para mantener el vehículo en óptimas condiciones y reducir los gastos operativos, adoptar una conducción más suave y controlada, evitando las aceleraciones y frenadas bruscas siempre que sea posible”, sostiene Arias.
- Conducir con una mano en el volante
Conducir con una sola mano en el volante es una práctica que compromete seriamente la seguridad y el control del vehículo. Esta postura limita la capacidad del conductor para realizar maniobras de emergencia de manera efectiva, ya que se reduce significativamente la estabilidad y el control sobre el volante.
En situaciones críticas, como la necesidad de esquivar un obstáculo repentino o realizar una corrección rápida de la dirección, tener ambas manos en el volante permite una reacción más rápida y precisa, aumentando las probabilidades de evitar un accidente. Además, conducir con ambas manos en el volante asegura una distribución equitativa de la fuerza durante las maniobras, mejorando la precisión y el control del vehículo.
- No usar el freno de mano en pendientes
No usar el freno de mano al estacionar en pendientes es una práctica que puede tener consecuencias negativas para la mecánica del vehículo. Al depender únicamente de la transmisión para mantener el vehículo detenido en una pendiente, se genera una tensión innecesaria en la caja de cambios y el sistema de transmisión, lo que puede llevar a un desgaste prematuro.
Además, si la transmisión llegara a fallar, el vehículo podría deslizarse, poniendo en riesgo la seguridad.
- No respetar las señales
No respetar las señales de tráfico, como semáforos, límites de velocidad y señales de stop, puede tener graves consecuencias para la seguridad vial. Ignorar estas señales aumenta significativamente el riesgo de situaciones peligrosas y accidentes, ya que estas regulaciones están diseñadas para gestionar el flujo de tráfico y proteger a todos los usuarios de la vía.
El incumplimiento de las señales puede resultar en colisiones, multas y sanciones, además de comprometer la seguridad de los conductores, pasajeros y peatones.
- No mantener la distancia de seguridad
No mantener la distancia de seguridad adecuada entre vehículos es una práctica que puede tener serias repercusiones para la seguridad vial. Conducir demasiado cerca del vehículo de adelante disminuye el tiempo disponible para reaccionar en caso de un frenado repentino, lo que aumenta significativamente el riesgo de colisiones por alcance.
Esta proximidad reduce la capacidad del conductor para anticiparse a cambios inesperados en el tráfico y responder de manera efectiva a emergencias. Además, mantener una distancia de seguridad adecuada permite una mejor visibilidad del tráfico y de las condiciones de la carretera, contribuyendo a una conducción más segura y predecible.
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- Conducir a exceso de velocidad
Al superar los límites de velocidad establecidos, se reduce significativamente el tiempo de reacción disponible para el conductor en situaciones de emergencia, lo que puede agravar la gravedad de los accidentes.
La velocidad excesiva también dificulta el control del vehículo, especialmente en condiciones adversas como curvas cerradas o superficies resbaladizas, aumentando el riesgo de perder el control y sufrir un accidente. Además, la alta velocidad puede incrementar la severidad de los daños y las lesiones en caso de colisión.
- No usar el cinturón de seguridad
El cinturón de seguridad es una herramienta crucial diseñada para proteger a los ocupantes del vehículo en caso de accidente, manteniéndolos firmemente sujetos en sus asientos y reduciendo el riesgo de lesiones graves o muerte.
En una colisión, un cinturón de seguridad previene que los ocupantes sean lanzados hacia el interior del vehículo o fuera de él, minimizando el impacto de las fuerzas de choque: “la falta de uso del cinturón aumenta significativamente el riesgo de sufrir heridas severas, incluso en accidentes de baja velocidad, y puede tener consecuencias fatales. Por lo tanto, usar siempre el cinturón de seguridad es fundamental para garantizar la máxima protección y seguridad en cualquier viaje”, enfatiza Arias.
Según León, estos malos hábitos no solo ponen en riesgo la seguridad del conductor, sino también la de los pasajeros y otros usuarios de la vía. Corregir estos comportamientos puede mejorar significativamente la seguridad vial.
“Las academias de conducción deben ofrecer una formación profesional y rigurosa a los nuevos conductores, ya que la aplicación de estas técnicas puede reducir drásticamente la accidentalidad en las carreteras. La Ley 1503 de 2011, promueve la formación de hábitos, comportamientos y conductas seguras en la vía, subrayando la importancia de una educación vial adecuada para prevenir accidentes”, añade.