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El ralentí cumple un papel esencial en el funcionamiento de las motos, ya que permite que el motor se mantenga encendido mientras el vehículo está detenido, sin necesidad de acelerar ni accionar el embrague. Este estado, también conocido como marcha mínima, asegura una operación estable en reposo y tiene efectos directos en la eficiencia del combustible, el control de emisiones y la durabilidad del sistema mecánico.
Según Jonathan Gómez, jefe comercial del Grupo Piaggio, durante el ralentí las revoluciones por minuto (RPM) se mantienen en un nivel mínimo suficiente para evitar que el motor se apague, sin requerir intervención del conductor. No obstante, el rango considerado como normal puede variar según el tipo de motor, el sistema de alimentación —carburador o inyección electrónica— e incluso el cilindraje. Aunque cada fabricante define el valor específico en el manual técnico, Gómez señala que un rango general aceptado oscila entre las 900 y 1.100 RPM.
Cuando ese rango no se mantiene dentro de los parámetros adecuados, comienzan a evidenciarse fallas en el funcionamiento del motor. De acuerdo con Gómez, una señal clara de que el ralentí está mal ajustado es la presencia de aceleraciones irregulares, apagones frecuentes, dificultad para encender la moto o sensación de que se ahoga al arrancar.
Además, el vocero experto del Grupo Piaggio advierte que esta condición puede incidir directamente en el desgaste del motor, especialmente en frío, cuando la lubricación de las piezas internas aún no es óptima. Bajo estas condiciones, la fricción entre los componentes metálicos se incrementa, acelerando su deterioro. Por esta razón, mantener un ralentí correctamente regulado no solo mejora el desempeño del vehículo, sino que también contribuye a preservar la vida útil del motor.
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¿Cómo se ajusta el ralentí en una moto carburada frente a una de inyección electrónica?
El procedimiento para ajustar el ralentí varía de forma significativa según el tipo de sistema de alimentación del motor, ya sea carburado o de inyección electrónica.
En el caso de las motocicletas carburadas, el ajuste se realiza de forma manual a través de componentes mecánicos ubicados directamente en el carburador. Gómez explica que este tipo de motores permite regular la mezcla aire-combustible mediante tornillos que controlan el paso del combustible en ralentí, especialmente a través del llamado “tornillo de ralentí” o tornillo de mezcla. “En algunos carburadores, también es posible intervenir en otros componentes como los chicleres de bajas y altas, dependiendo del diseño y nivel de complejidad del sistema”, añade.
Este tipo de regulación manual permite cierto margen de adaptación frente a variables como la altitud y la temperatura ambiental. En un país con diversidad geográfica como Colombia, donde los cambios de altura pueden ser drásticos entre regiones, las motos carburadas ofrecen la posibilidad de compensar esas diferencias mediante un ajuste fino de la mezcla.
Gómez señala que, si el usuario tiene conocimientos avanzados sobre carburación, puede realizar intervenciones más precisas para asegurar un funcionamiento óptimo. La clave está en modificar la proporción de gasolina que ingresa a la cámara de combustión: una mezcla más rica implica mayor aporte de combustible, mientras que una mezcla más pobre reduce su cantidad, todo dependiendo de las condiciones externas y la respuesta del motor.
En contraste, las motocicletas con sistemas de inyección electrónica operan bajo parámetros controlados por la Unidad de Control Electrónico (ECU), la cual interpreta variables como la presión atmosférica, la temperatura ambiente y la carga del motor. Según Gómez, el ajuste del ralentí en estos casos no se realiza manualmente, sino que requiere el uso de un escáner o equipo de diagnóstico que permita verificar y, si es necesario, reconfigurar la mezcla de manera precisa con base en las lecturas que arroja el computador del vehículo. “Esta automatización permite un ajuste más eficiente y menos propenso al error humano, pero también exige mayor conocimiento técnico o intervención de un taller especializado”, destaca Gómez.
Recomendaciones para mantener un ralentí estable en la moto
El mantenimiento preventivo juega un papel clave en la estabilidad del ralentí y, en general, en el buen funcionamiento del motor de una moto. Gómez insiste en la importancia de seguir las recomendaciones del fabricante en cuanto a las periodicidades de mantenimiento, pero también en adaptar esos cuidados al tipo de uso que cada persona le da a su vehículo.
Según el experto, una moto que se utiliza diariamente y permanece largos periodos en medio del tráfico urbano, como ocurre con frecuencia en ciudades congestionadas, requiere intervenciones más frecuentes. En estos casos, Gómez aconseja realizar mantenimientos preventivos intermedios que incluyan la limpieza del cuerpo de aceleración, la inspección y sustitución del filtro de aire, así como la revisión del estado de los inyectores. “Estas acciones ayudan a asegurar que el sistema de admisión e inyección funcione de manera adecuada, evitando irregularidades en el ralentí y mejorando la eficiencia general del motor”, explica.
Gómez subraya además que es fundamental acudir a un especialista capacitado, preferiblemente con experiencia en la marca y modelo específico de la motocicleta. Esto se debe a que las diferencias no solo radican en si la moto es carburada o de inyección electrónica, sino también en los detalles técnicos propios de cada fabricante. “Algunas marcas incorporan tecnologías exclusivas que exigen conocimientos específicos para realizar ajustes o intervenciones sin comprometer el desempeño del vehículo”, concluye el experto.
En definitiva, mantener un ralentí adecuado no se trata únicamente de ajustes puntuales, sino de una atención constante al estado mecánico de la moto, a su uso diario y al cumplimiento disciplinado de los servicios técnicos. Esta combinación permite conservar el rendimiento del motor, reducir el desgaste prematuro y garantizar una conducción más segura y eficiente.
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