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En la actualidad, el tipo de transmisión que equipa un vehículo no solo determina su eficiencia y desempeño, sino también el tipo de respuesta que ofrece al conductor. Dentro del mercado automotor, dos opciones destacan por su amplia presencia: la transmisión continuamente variable (CVT) y la de doble embrague (DCT).
De acuerdo con Carlos Badillo, asesor experto de la marca Renault, las diferencias entre estas dos tecnologías son profundas, especialmente en su estructura mecánica. Si bien desde la cabina ambas se manejan de forma automática y sin intervención del conductor en los cambios, la sensación de manejo y la manera en que transmiten la potencia al suelo son notablemente diferentes.
Las cajas CVT, explica Badillo, corresponden a un tipo de transmisión automática más tradicional, con la particularidad de que no tienen relaciones de cambio definidas, como una primera o una segunda marcha. A pesar de que en sus fichas técnicas se indican números de velocidades (cinco, seis, incluso siete), en realidad lo que se ofrece es una simulación de esas marchas. “No hay piñonería como tal, sino un sistema de correas y variadores que ajustan continuamente la relación de transmisión dependiendo de las revoluciones del motor”, señala Badillo.
En contraste, la transmisión de doble embrague (DCT) sí cuenta con una arquitectura basada en piñones, muy similar a la de una caja manual convencional. Badillo aclara que, para un técnico, esta caja podría considerarse una mecánica, ya que tiene relaciones de cambio definidas (primera, segunda, tercera, etc.), pero operadas electrónicamente sin intervención del conductor.
“Lo que la distingue es la presencia de dos embragues: uno encargado de los cambios impares y otro de los pares. Gracias a este diseño, mientras una marcha está activa, la siguiente ya está preengranada, lo que permite una transición casi instantánea entre cambios, mejorando la respuesta y reduciendo los tirones o cabeceos”, añade.
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Dos experiencias distintas al volante
Más allá de las diferencias mecánicas, la transmisión también determina cómo se percibe la conducción. Para Badillo, las cajas DCT (doble embrague) ofrecen una experiencia más deportiva. Esto se debe a que, al contar con cambios reales mediante piñonería, el paso entre marchas es más rápido y directo, lo que permite una mejor respuesta del vehículo, especialmente al acelerar o realizar maniobras como adelantamientos.
“Una de las ventajas funcionales de la DCT es que, al activarse el modo manual, el conductor puede seleccionar las marchas a voluntad. Esto permite, por ejemplo, mantener una relación más corta al subir una pendiente para aprovechar mejor el torque, o bajar de marcha en una pendiente descendente para frenar con motor, obteniendo un mayor control del vehículo”, enfatiza el experto.
Por el contrario, las transmisiones CVT privilegian el confort y la suavidad. Según Badillo, su funcionamiento progresivo —sin escalones de cambio perceptibles— evita los tirones entre marchas que se pueden sentir en otros tipos de cajas. “Esto las convierte en una opción adecuada para quienes buscan una marcha constante, sin interrupciones ni movimientos bruscos en el habitáculo. La sensación para el conductor y los ocupantes es la de un vehículo que avanza de forma fluida y continua, lo que favorece la comodidad en recorridos urbanos o prolongados”, sostiene.
No obstante, el experto aclara que las cajas CVT son una tecnología más sencilla y, en cierta forma, más antigua en comparación con las DCT. Por esta razón, las cajas de doble embrague tienden a ofrecer una sensación de manejo más moderna y reactiva.
Durabilidad y mantenimiento: lo que implica elegir entre CVT y DCT
Al considerar una transmisión, no basta con evaluar su desempeño o suavidad al conducir; también es clave entender los aspectos relacionados con la durabilidad, el mantenimiento y la eficiencia. Según Badillo, tanto las cajas CVT como las DCT requieren cuidados específicos, y la falta de mantenimiento puede derivar en daños graves para cualquier sistema.
Aunque las CVT son mecánicamente más simples en su concepción, Badillo advierte que esta simplicidad no se traduce necesariamente en menor cuidado. Por el contrario, estas transmisiones exigen una atención más rigurosa, ya que su configuración basada en correas y variadores las hace más sensibles al desgaste. “En mi experiencia —afirma el experto—, las CVT pueden presentar reparaciones más costosas si no se les realiza el mantenimiento adecuado, incluso más que una DCT”. Esto se debe a que, en condiciones de descuido, el deterioro de componentes como la correa puede comprometer toda la caja, elevando los costos de reparación.
Por otro lado, las transmisiones de doble embrague (DCT) tienden a ser más confiables a largo plazo, en parte porque su arquitectura se asemeja a la de una caja mecánica tradicional. Según Badillo, esto se refleja en un esquema de mantenimiento más conocido y menos exigente, lo cual las convierte en una alternativa atractiva en términos de durabilidad y economía operativa.
En cuanto a la eficiencia de combustible, el comportamiento también varía entre ambos sistemas. Si bien el consumo depende en gran medida del estilo de conducción, Badillo sostiene que las cajas DCT permiten un mayor control sobre el rendimiento del motor, lo que facilita mantener un consumo moderado. En cambio, en las CVT, la relación de transmisión depende casi exclusivamente de las revoluciones del motor, lo que limita la intervención del conductor para optimizar el gasto de combustible.
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