Hoy en día, el uso del celular se extiende durante varias horas continuas, especialmente en la noche. Esta exposición —que combina luz azul, ambientes oscuros y jornadas prolongadas frente a la pantalla— está asociada a dificultades para dormir y a cambios en la visión.
Viviana Barón es optómetra de la Universidad de La Salle en Colombia, con un título en Optometría de la Universidad de Montreal (2017) y una especialización en Salud Ocupacional del Colegio Mayor de Cundinamarca. En entrevista para El Espectador, habló de los efectos del uso prolongado del celular en el sueño, el impacto sobre los ritmos biológicos y las consecuencias visuales.
Qué pasa cuando se usa el celular en la noche
“Todas las pantallas —teléfono, tablet, computador— emiten luz azul. Cuando se utilizan sobre todo en la noche, en ambientes oscuros, esa luz azul modifica el ritmo circadiano”, explica Barón. Lo que ocurre es que la luz inhibe la secreción de melatonina, la hormona del sueño, mientras aumenta la producción de cortisol, la hormona relacionada con el estrés.
Cuando la melatonina no logra producirse en la cantidad adecuada, algunas personas recurren a complementos para conciliar el sueño. Para evitarlo, Barón recuerda que “se debería dejar el teléfono a un lado por lo menos una hora antes de irse a acostar, y no seguir inhibiendo esa producción natural de melatonina”.
El uso prolongado y el aumento en la miopía
El segundo efecto no tiene que ver con el sueño, sino con la adaptación del ojo al trabajo cercano que exige la pantalla. “Al pasar mucho tiempo ahí y, luego, intentar ver de lejos, la visión se empieza a ver afectada”, señala. En ese proceso puede aparecer un borroso transitorio, una sensación momentánea de desenfoque porque los músculos oculares permanecieron ajustados para ver de cerca.
Este esfuerzo sostenido está relacionado con el incremento reciente de casos de miopía, sobre todo en niños y adolescentes: “Ahora tienen acceso muy fácil y muy rápido a una pantalla. Antes jugaban al exterior y la exposición al sol favorecía el desarrollo visual gracias a la producción de vitamina D. Pero hoy, con más horas pasadas en espacios cerrados y frente al teléfono, eso ya no se da como antes”.
Algunas recomendaciones
Para disminuir la fatiga visual, Barón recomienda aplicar la regla 20-20-20 como una forma sencilla de relajar el sistema acomodativo. “Por 20 minutos de trabajo en el computador, en una pantalla o estudiando, tomas 20 segundos de tu tiempo para hacer una pausa de 20 segundos mirando a 20 pies”, explica. Esa distancia equivale a unos seis metros o, incluso, a cualquier punto lejano que permita que el ojo deje de sostener el esfuerzo de enfoque cercano.
Para la noche, aconseja actividades sin luz artificial que ayuden al cuerpo a preparar la transición hacia el descanso. Una alternativa es recurrir a prácticas fuera de la pantalla: “La lectura en papel es diferente y ayuda, precisamente, por la luz”.
Muchos de los síntomas que las personas perciben como alarmantes —como ese “borroso transitorio” al mirar de lejos después de horas en el celular— son, en realidad, señales de que el ojo ha estado funcionando en un solo modo durante demasiado tiempo. Para ella, entender estos cambios como advertencias fisiológicas nos invita a repensar los hábitos digitales, a evitar que, de alguna manera, nuestra visión termine adaptándose a un entorno que no fue diseñado para ella.