¿Qué son las relaciones LAT?
El término se usa para referirse a aquellas que mantienen una relación “exclusiva”, en términos de noviazgo o de matrimonio, pero sin compartir vivienda. La no convivencia (refiriéndonos al hecho de no compartir un espacio doméstico común) es decisión explícita de ambas partes, y la relación se alimenta a partir de encuentros que se programan cada cierto tiempo con acuerdos definidos para ello.
Optar por participar en esta dinámica puede ocurrir porque las personas priorizan su autonomía o porque han tenido experiencias previas de convivencia que generaron conflictos; razón por la que buscan evitar dinámicas similares. También pueden influir factores familiares -como que haya presencia de hijos de relaciones anteriores-, o factores del trabajo, como horarios y salarios, que dificultan conformar un hogar y compartir ciertas responsabilidades.
En la práctica, esto puede verse así:
¿De dónde viene el término LAT?
Antes de que el término se popularizara, este tipo de relación ya había sido observado y estudiado por investigadores en distintos países de Europa. A partir de la segunda mitad del siglo XX, algunos estudios comenzaron a llevar registro de parejas que, aun manteniendo vínculos duraderos, no mezclaban o integraban sus hogares. Con el tiempo, esa forma de organización ya no era algo de momento y empezó a funcionar como una elección de convivencia, lo que dio lugar a la noción de Living Apart Together.
Quienes son parte de estas relaciones aseguran que funcionar así les permite conservar rutinas propias y tomar decisiones cotidianas sin negociación o consultas con el otro. Para ciertas parejas, es eso lo que contribuye a sostener la relación sin que la convivencia se convierta en algo monótono o problemático.
Las dificultades
Es cierto que la ausencia puede interpretarse como falta de presencia o de interés, incluso cuando la relación es aparentemente estable. Por eso, la organización del tiempo, las charlas sobre y las expectativas sobre el contacto adquieren un peso mayor.
Y, si hablamos de las perspectivas ajenas, puede haber casos en donde familiares, amigos o conocidos asocien, como es común, la estabilidad de una relación con la convivencia. Es normal (aunque no por eso justificable) que, por dejar de lado las prácticas cotidianas de una relación, estos vínculos pueden ser puesto en duda o poco aceptados.
En este caso, al no compartir diariamente un espacio, muchas decisiones se dan por sentadas en las parejas “tradicionales” o convivientes necesitan ser habladas con mayor claridad. Es muy común que estas parejas definan con antelación cuándo verse, cómo distribuir el tiempo y qué esperan del vínculo a mediano o largo plazo -algo que hace parte de la responsabilidad afectiva-, para evitar ambigüedades.
👗👠👒 ¿Ya te enteraste de las últimas noticias sobre Bienestar y amor? Te invitamos a verlas en El Espectador.