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¿Le cayó la lluvia en plena carrera? Así puede convertirla en su aliada

Correr bajo la lluvia puede ser un reto tan inesperado como riesgoso. Descubra cómo afrontarlo sin perder rendimiento ni poner en riesgo la salud.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
01 de octubre de 2025 - 11:38 p. m.
Con la ropa adecuada, un calentamiento completo, precauciones en la pisada y atención a la recuperación, es posible transformar un escenario adverso en una oportunidad para superarse. Lo importante es comprender que cada gota, lejos de ser un obstáculo, puede convertirse en parte de la experiencia de correr, siempre que se la enfrente con respeto y preparación.
Con la ropa adecuada, un calentamiento completo, precauciones en la pisada y atención a la recuperación, es posible transformar un escenario adverso en una oportunidad para superarse. Lo importante es comprender que cada gota, lejos de ser un obstáculo, puede convertirse en parte de la experiencia de correr, siempre que se la enfrente con respeto y preparación.
Foto: Getty Images
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En medio de una carrera al aire libre, pocos escenarios resultan tan desafiantes como la lluvia. El agua no solo moja la ropa y entorpece la pisada, también cambia por completo la dinámica del esfuerzo físico: el terreno se vuelve resbaladizo, los músculos se enfrían con mayor rapidez y el cuerpo necesita más energía para mantener el ritmo. A muchos corredores les ha pasado que la jornada, planeada con cuidado, se transforma en una prueba inesperada que exige tanto preparación mental como física.

Los especialistas coinciden en que correr bajo la lluvia no tiene por qué ser un problema si sabe cómo afrontarlo. Javier Méndez, entrenador de Corre Caminos, destaca que lo esencial es entender que el corredor no puede controlar el clima, pero sí cómo enfrentarlo. “Cuando la lluvia aparece en plena carrera, la clave está en mantener la calma y no forzar el ritmo. Muchos intentan compensar acelerando, pero lo mejor es regular la zancada, acortar los pasos y asegurar la estabilidad en cada pisada”, señala.

Según explica, esos pequeños ajustes marcan la diferencia entre terminar bien o sufrir una caída innecesaria. Además, enfatiza la elección de la ropa, pues “no se trata de ponerse cualquier impermeable, porque eso puede generar calor excesivo y dificultar la transpiración. Lo ideal son prendas ligeras, de secado rápido y en capas que permitan moverse con libertad. Los calcetines técnicos ayudan a reducir la fricción y evitan ampollas”, comenta.

En su opinión, muchos corredores se concentran solo en la camiseta o la chaqueta, pero descuidan detalles como las medias o el ajuste de los cordones, que con el agua tienden a aflojarse.

Laura Restrepo, médica deportiva de la Pontifica Universidad Javeriana, advierte que correr bajo la lluvia exige mayor cuidado en músculos y articulaciones. “El agua enfría rápidamente los tejidos y eso puede derivar en contracturas o desgarros si no hay una preparación adecuada. El calentamiento previo es aún más necesario en estas condiciones, porque ayuda al cuerpo a enfrentar los cambios bruscos de temperatura y reduce el riesgo de lesiones”, explica.

También agrega que, al terminar la carrera, cambiarse de ropa de inmediato es clave, ya que el sudor mezclado con la humedad aumenta la posibilidad de resfriados y problemas respiratorios.

Restrepo recuerda que el sistema inmunológico se resiente cuando el cuerpo permanece mojado demasiado tiempo. “No se trata de temerle a la lluvia, sino de ser inteligentes. Una vez finalizada la actividad, lo mejor es secarse, hidratarse bien y, si es posible, tomar una bebida caliente que ayude a estabilizar la temperatura interna”, aconseja.

Además, insiste en prestar atención a cualquier dolor inusual en las articulaciones, pues podría señalar una lesión provocada por un mal apoyo en superficies resbaladizas.

El terreno también juega un papel decisivo, Méndez señala que no todas las superficies reaccionan igual al agua. “El asfalto suele volverse muy liso, sobre todo en calles con pintura vial o rejillas de alcantarilla. En cambio, la tierra húmeda a veces mejora el agarre, pero cuando se forma barro el riesgo de resbalón aumenta. Por eso, siempre conviene reconocer la ruta antes de una carrera y anticipar qué zonas pueden complicarse si llueve”, recomienda.

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Restrepo complementa que un resbalón no siempre queda en una caída sin consecuencias. “El corredor debe recordar que una torcedura de tobillo o una lesión de rodilla puede dejarlo fuera durante semanas. Más allá de la valentía, es necesario aplicar prudencia y ajustar el ritmo a las condiciones. No vale la pena terminar lesionado por querer mantener un tiempo exacto”, sostiene

El calzado, sin duda, es otro punto central. Para Méndez, unas zapatillas con buena tracción, suela en buen estado y materiales que evacúen el agua son fundamentales. “No es necesario tener un par exclusivo para la lluvia, pero sí asegurarse de que no estén desgastadas y que respondan bien en superficies mojadas”, comenta.

Tras la carrera, aconseja secarlas con papel absorbente y evitar fuentes de calor directo que puedan deformarlas.

Otro aspecto en el que ambos coinciden es la visibilidad. La lluvia reduce la capacidad de ver y ser visto, aumentando el riesgo en calles o rutas compartidas con vehículos. Méndez sugiere optar por colores vivos o elementos reflectivos. “No es solo un asunto de estilo, sino de seguridad. Un conductor distraído puede no percibir a un corredor vestido de negro bajo la lluvia”, explica.

La alimentación e hidratación tampoco deben descuidarse. Restrepo aclara que, aunque el clima fresco puede engañar, el cuerpo sigue perdiendo líquidos y electrolitos. “En días lluviosos el sudor es menos evidente, pero la deshidratación sigue presente. Beber agua antes, durante y después de la carrera sigue siendo igual de importante. Además, el corredor debe escuchar a su cuerpo: si siente frío excesivo, mareo o dolor agudo, es señal de que debe detenerse”, advierte.

Pese a los retos, ambos coinciden en que correr bajo la lluvia puede convertirse en una experiencia enriquecedora si se afronta con preparación. No solo fortalece el carácter, también enseña a adaptarse a lo inesperado.

Méndez lo resume en una frase que repite a sus alumnos: “No siempre podemos elegir el clima, pero sí la actitud con la que enfrentamos la carrera”. Restrepo lo complementa desde la salud: “La verdadera victoria no es cruzar la meta bajo la tormenta, sino hacerlo de forma segura y poder seguir entrenando al día siguiente”.

En definitiva, la lluvia no tiene por qué ser enemiga del corredor. Con la ropa adecuada, un calentamiento completo, precauciones en la pisada y atención a la recuperación, es posible transformar un escenario adverso en una oportunidad para superarse. Lo importante es comprender que cada gota, lejos de ser un obstáculo, puede convertirse en parte de la experiencia de correr, siempre que se la enfrente con respeto y preparación.

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Diego Alejandro Suárez Guerrero

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en comunicación creativa y medios emergentes.dasuarez@elespectador.com

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