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Rosalía, “La perla” y enamorarse del desastre

La canción retrata un vínculo absorbente, marcado por la seducción inicial, las contradicciones posteriores y el desgaste emocional que provoca el narcisismo.

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Paula Andrea Baracaldo Barón
20 de noviembre de 2025 - 12:23 a. m.
Rosalía, “La perla” y enamorarse del desastre
Foto: EFE - Sony México
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En La perla, Rosalía logró reconstruir la figura de un personaje que, de forma simultánea, atrae y hiere: un “rompecorazones nacional”, un “terrorista emocional”, un “ladrón de paz”.

En términos de amores, vínculos y relaciones, la canción describe conductas y patrones emocionalmente nocivos: mentir más de lo que se habla, desaparecer cuando se le necesita, manipular, ufanarse de asistir a terapia para que las acciones pesen menos. Es decir, un sujeto narcisista. Un concepto que, en la psicología, reúne el conjunto de pensamientos y conductas marcados por una autoimagen inflada, una búsqueda constante de aprobación y reconocimiento externo y una escasa sensibilidad frente a las emociones o necesidades de otros que lo caracteriza.

El encanto del personaje que se describe en la canción radica en el desgaste emocional progresivo que provoca. La fascinación inicial, la atracción y esa aparente simpatía conviven con señales de alerta (las famosas red flags). Una paradoja que reconocemos mucho mejor cuando viene acompañada de música.


El podio de la gran desilusión

En dinámicas amorosas como las que expone La perla, es común que el conflicto no surja por la ruptura en sí, sino por el choque con la realidad y el derrumbe de la imagen que antes se tenía del otro. Hay una fachada seductora que oculta ciertos comportamientos inconsistentes: él es tan encantador, estrella de la sinrazón.

La protagonista, nuestra narradora, que convivió con la pareja narcisista —que en esta historia es hombre, aunque la conducta no distingue género— acumula esas decepciones como parte de un patrón. No es hasta que hay distancia que nota el comportamiento real: interacciones basadas en manipulación y la capacidad de generarle angustia.

Ángeles Favela estudió Ciencias de la Comunicación y también psicología clínica en la Universidad Latinoamericana. Es la autora de Perfil del Psicópata Narcisista Integrado, un libro en el que quiso compartir su propia experiencia para que, quienes se sintieran identificados, pudieran recurrir a ayuda profesional.

En dinámicas afectivas donde una persona entrega más de lo que recibe, suele aparecer una búsqueda constante por “arreglar” la relación. Tratar de descifrar qué falta —o mejor, qué “le falta" a quien nos cuenta la historia en La perla— podría leerse como un antecedente. Y, sobre ese impulso, la psicóloga Favela escribió que, ante las primeras señales de conflicto, “las personas simpáticas y soñadoras buscamos en todos los rincones la pieza perdida”, convencidas de que hay un aspecto puntual que se puede corregir.

No obstante —explicaba ella misma en su libro— esa sensación de carencia no siempre responde a un malentendido o a una mala racha. En vínculos marcados por rasgos narcisistas, la pieza ausente puede deberse a una limitación afectiva que viene de muy atrás, algo estructural, no reparable con más entrega o más paciencia. Para quien intenta sostener el vínculo, el esfuerzo termina pareciéndose a armar un “rompecabezas incompleto”: por más que se busquen alternativas, el resultado no cambia.

La letra se construye alrededor de esa misma operación emocional: un intento fallido por comprender los gestos contradictorios del otro y, con el tiempo (y en la canción) una muestra del desgaste que aparece cuando la búsqueda se vuelve infinita.

Una perla de la que nadie se fía

Hay una reputación previa, una advertencia social que, en muchos casos, llega tarde a quienes se relacionan con los narcisistas: Él es el centro del mundo / Y ya, después, ¿lo demás qué más dará?

La canción retrata alguien que vive en función de sí mismo, sin estructura, sin proyecto. Y esa indiferencia suele derivar en relaciones desequilibradas. Tal y como lo definiría el psicólogo Jorge Castelló Blasco en Dependencia emocional, características y tratamiento: “La dependencia emocional es uno de esos problemas psicológicos que nos definen como seres humanos, que encontramos como muy nuestro, propio de «animales sociales» destinados, por suerte o por desgracia, a las relaciones”.

No me das pena, quien queda contigo se drena. Una frase que engloba la pérdida progresiva de energía física y emocional, una experiencia común en relaciones en donde el otro opera desde la manipulación. Por eso no es un detalle menor que lo describan como una red flag andante: son señales de alerta que ya no requieren de una interpretación más compleja.

El patrón de negar las responsabilidades

La excusa del “doble” (Dirá que no fue él, que fue su doppelgänger) parodia la evasión del narcisista: alguien que no admite los errores y que debe recurrir a la mentira, a la exageración —y hasta a la fantasía— para evitar las confrontaciones. Una negación sistemática que dificulta cualquier construcción de confianza.

Y en esa incapacidad o falta de voluntad para transformarse aparece paradójicamente: Por fin vas a terapia, vas al psicólogo, también psiquiatra. Pero de qué te sirve si siempre mientes más que hablas. No es una crítica a la salud mental, a los profesionales o a los beneficios de, conscientemente, pedir un salvavidas para dejar de ahogarse. Es, realmente, una crítica a la instrumentalización del proceso terapéutico y al chantaje que reciben las parejas de los narcisistas.

En muchas dinámicas, la promesa del “voy a mejorar” funciona como un ancla emocional, especialmente cuando no se traduce en acciones reales.

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La fascinación puede nublar la percepción. La canción es un retrato cantado de las dinámicas comunes en vínculos emocionalmente desequilibrados, desgastados y que, según la Asociación Española de Psicología Sanitaria (AEPSIS), pueden llegar a provocar ansiedad y depresión por la tensión cotidiana, la falta de apoyo y la inestabilidad emocional; baja autoestima y autoconcepto negativo que son alimentados, además, por críticas y menosprecio; y, en casos más graves, trastornos de estrés postraumático derivados de abuso emocional o físico. Estas relaciones también pueden afectar la salud física y aumentar la dependencia emocional.

Rosalía convirtió su canción en una especie de perfil sobre alguien inestable y perjudicial, y la manera en que sus acciones dejan a otros intentando armar un rompecabezas incompleto casi a diario. En ella radica también esa advertencia: hay que reconocer los límites y la energía que cada relación demanda. Porque, en definitiva, el encanto y el conflicto no son opuestos, sino dos caras de la misma perla: atractiva, pero imposible de sostener.

Paula Andrea Baracaldo Barón

Por Paula Andrea Baracaldo Barón

Comunicadora social y periodista de último semestre de la Universidad Externado de Colombia.@conbdebaracaldopbaracaldo@elespectador.com

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