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La sexualidad masculina ha sido por décadas encasillada en narrativas reduccionistas centradas exclusivamente en el pene como único punto de placer. Sin embargo, la ciencia, la sexología y los testimonios personales han venido desdibujando esta visión simplificada. Hoy, los especialistas insisten en que el cuerpo masculino es un mapa lleno de rutas sensoriales por explorar.
El doctor Mateo Ríos, sexólogo clínico con más de 15 años de experiencia en terapia de pareja y educación sexual integral en la Fundación Oriéntame, es uno de los expertos que más ha insistido en la importancia de ‘reeducar el erotismo masculino’.
Según el especialista, “los hombres también tienen derecho al descubrimiento de nuevas formas de placer, y para lograrlo hay que dejar de pensar que todo se reduce al pene”.
A continuación, siete zonas erógenas que, según el doctor Ríos, pueden transformar radicalmente la vida sexual de un hombre si son estimuladas con consciencia, comunicación y curiosidad.
1. Cuero cabelludo
Aunque pocas veces se le presta atención fuera del salón de belleza, el cuero cabelludo tiene una red de terminaciones nerviosas que, bien estimuladas, pueden inducir no solo relajación sino también excitación.
“El cuero cabelludo tiene una conexión directa con el sistema nervioso central. Una caricia en esta zona puede activar zonas cerebrales vinculadas con el placer. El contacto puede ir desde un suave masaje hasta un leve rasguño con las uñas durante el juego sexual. Lo importante es entender que la excitación puede comenzar mucho antes del contacto genital”, explica el doctor Ríos.
2. Orejas
Las orejas, en especial el lóbulo y el borde exterior, son receptivas tanto a las caricias como a los sonidos. “Hay quienes subestiman el poder de un susurro en el momento justo. Pero en realidad, el oído es una zona erógena muy poderosa porque combina la estimulación física con la auditiva. Un soplido leve, una mordida suave o un gemido bien calculado pueden disparar la respuesta sexual casi de inmediato”, afirma el especialista.
Además, la neuropsicología ha comprobado que los estímulos auditivos pueden activar áreas cerebrales asociadas con el deseo y la anticipación, lo cual hace que esta zona juegue un papel más complejo del que suele creerse.
3. Cuello y nuca
El cuello, especialmente la zona lateral y la nuca, es una de las áreas más sensibles del cuerpo. Su cercanía a la cabeza y la gran cantidad de terminaciones nerviosas lo convierten en un terreno fértil para la estimulación erótica.
“Es una zona de vulnerabilidad y, por lo tanto, de gran potencial erótico. Acariciar, besar o lamer el cuello activa una alerta sensual en el cuerpo masculino. Es una forma de decir: ‘te deseo, estoy cerca, esto apenas comienza’”, señala Ríos.
4. Pezones
Durante años, los pezones masculinos fueron relegados al olvido erótico. Sin embargo, investigaciones y relatos clínicos muestran que esta zona puede ser igual de sensible en hombres que en mujeres.
“En la consulta, muchos hombres se sorprenden al descubrir que sus pezones pueden darles tanto placer. Es más, en algunos casos, su estimulación puede llevar a orgasmos más intensos. Los pezones tienen un número considerable de terminaciones nerviosas y están conectados al mismo circuito cerebral que activa el placer genital”, explica el doctor.
En 2011, un estudio liderado por la neurocientífica Barry Komisaruk de la Universidad Rutgers, reveló que la estimulación de los pezones activa las mismas áreas cerebrales que la estimulación vaginal o del pene, lo que demuestra que esta zona no debería ser ignorada.
5. Perineo
El perineo es el área que se encuentra entre los testículos y el ano. A menudo es subestimada, pero puede ser una fuente profunda de placer si se estimula correctamente.
“El perineo es una zona altamente enervada que conecta directamente con la próstata y el suelo pélvico. Cuando se masajea con firmeza pero delicadeza, puede producir sensaciones similares al placer prostático, sin necesidad de penetración”, asegura Ríos.
El experto recomienda trabajar esta zona con presión circular, usando lubricante, durante los juegos previos o el clímax. La estimulación del perineo puede intensificar los orgasmos, prolongarlos y aumentar la sensación general de bienestar postcoital.
6. Zona lumbar y parte baja de la espalda
Aunque no suele figurar en las listas tradicionales, la parte baja de la espalda es un área con un papel clave en la estimulación erótica. Su cercanía con los glúteos y el contraste entre fuerza y suavidad la hacen propicia para la exploración.
“La zona lumbar es una bisagra entre el control y la entrega. Es una región donde se acumula tensión muscular, por lo que una caricia o un masaje puede no solo relajar, sino también activar un deseo profundo y muchas veces reprimido”, describe el doctor Ríos.
Esta zona puede ser explorada con movimientos lentos, con la yema de los dedos o incluso con la lengua. Al tocarla, el cuerpo masculino suele responder con arcos o movimientos involuntarios, lo cual indica una activación sensorial intensa.
7. Ano y próstata
Quizás una de las zonas más controversiales pero también con mayor potencial erótico es el ano y, en su interior, la próstata. Aunque por mucho tiempo esta zona fue asociada con prejuicios culturales y sociales, hoy se sabe que es uno de los puntos más sensibles del cuerpo masculino.
“La próstata es el punto G masculino. Su estimulación puede generar orgasmos diferentes, más profundos, más envolventes. No se trata de cambiar la orientación sexual, sino de ampliar las posibilidades del placer. Los hombres que se atreven a explorar esta zona descubren una dimensión nueva en su sexualidad”, afirma el sexólogo.
Para explorar esta zona, el doctor Ríos recomienda comenzar por fuera, con caricias suaves alrededor del ano, para luego —si la persona lo desea— explorar internamente con dedos lubricados o juguetes específicos diseñados para la estimulación prostática.
Estimular esas siete zonas erógenas no solo ofrecen nuevas formas de placer, sino que ayudan a desarmar estereotipos, fortalecer vínculos de pareja y mejorar la salud sexual de los hombres.
