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¿No tener orgasmos afecta la salud mental?

Conozca lo que pasa cuando el cuerpo deja de liberar dopamina, oxitocina y endorfinas a través del orgasmo.

Diego Alejandro Suárez Guerrero
04 de julio de 2025 - 07:34 p. m.
El orgasmo es mucho más que un momento de placer; es un elemento clave en el equilibrio neuroquímico y emocional. Reconocer su importancia y cuidar activamente nuestra vida sexual, incluso en solitario, puede marcar una diferencia profunda en la calidad de vida
El orgasmo es mucho más que un momento de placer; es un elemento clave en el equilibrio neuroquímico y emocional. Reconocer su importancia y cuidar activamente nuestra vida sexual, incluso en solitario, puede marcar una diferencia profunda en la calidad de vida
Foto: Getty Images
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El orgasmo ha sido tradicionalmente visto como el punto culminante del acto sexual, un momento breve pero intenso de placer físico. Sin embargo, desde la neurociencia y la psicología se ha empezado a comprender que su función va mucho más allá del goce: es también un regulador químico, emocional y relacional. Ante esto, surge una pregunta: ¿la ausencia crónica de orgasmos puede afectar la salud mental?

Para explorar este tema, consultamos al psiquiatra y sexólogo clínico de Profamilia, Alejandro Martínez, con más de 20 años de experiencia en el tratamiento de disfunciones sexuales y salud mental. Según el especialista, la respuesta es contundente: sí, la ausencia de orgasmos puede tener un impacto significativo en el equilibrio emocional de las personas, por varias razones.

“Durante el orgasmo se libera una combinación de neurotransmisores que incluyen dopamina, oxitocina, serotonina y endorfinas. Todos ellos están directamente vinculados a la regulación del estado de ánimo, la reducción del estrés y el fortalecimiento de los vínculos afectivos” señala el Martínez.

En términos simples, el orgasmo funciona como una descarga biológica que limpia tensiones y estabiliza el sistema nervioso.

Cuando esta descarga no ocurre de forma regular, por causas físicas, psicológicas o relacionales, el cuerpo y la mente lo resienten. La anorgasmia, o incapacidad persistente para alcanzar el orgasmo, afecta a un porcentaje significativo de la población, especialmente a mujeres. El experto estima que entre un 4 % y un 15 % de las mujeres experimentan anorgasmia total, y muchas más reportan orgasmos infrecuentes o insatisfactorios.

“Lo más preocupante no es solo la ausencia del orgasmo en sí, sino lo que produce a nivel emocional: frustración, baja autoestima, ansiedad de rendimiento, evitación del sexo e incluso deterioro en la relación de pareja. Todo esto tiene consecuencias directas sobre la salud mental” explica Pérez.

Un estudio publicado en 2024 en la revista Brain Sciences analizó la relación entre la conciencia corporal interna (interocepción) y la frecuencia del orgasmo. Las mujeres con mayor capacidad para notar sus sensaciones físicas reportaban más orgasmos y mayor satisfacción sexual. De acuerdo con Pérez, este hallazgo refuerza la idea de que la conexión entre cuerpo y mente es clave, y que su interrupción puede ser origen de malestar emocional persistente.

“La sexualidad no es una función secundaria del ser humano. Es una vía legítima de autorregulación emocional. Cuando una persona pasa meses o incluso años sin experimentar orgasmos, se generan acumulaciones de tensión física y emocional que el cuerpo no siempre puede procesar adecuadamente” afirma el especialista.

El impacto se hace evidente en diferentes áreas. A nivel psicológico, la falta de orgasmos puede alimentar pensamientos negativos sobre la propia capacidad sexual, lo que puede derivar en vergüenza, inseguridad y síntomas depresivos. A nivel de pareja, puede originar malentendidos, distancia emocional y conflictos no verbalizados. Y en el plano físico, puede contribuir a insomnio, irritabilidad, fatiga crónica e incluso cefaleas de origen tensional.

Un punto que recalca Pérez es que no se trata únicamente de personas con problemas sexuales clínicos. También hay quienes, sin tener una disfunción diagnosticada, simplemente no priorizan su placer o se desconectan de él por razones sociales, religiosas o emocionales. “He atendido a pacientes que llevan vidas sexuales activas, pero que no han experimentado un orgasmo en años. Lo ven como algo normal, porque han aprendido a restarle importancia, pero sus síntomas emocionales hablan de una carencia real” comenta.

Para estos casos, el tratamiento no es únicamente médico. La psicoterapia sexual, el trabajo sobre el cuerpo, el desarrollo de la conciencia sensorial y, en muchos casos, el acompañamiento de la pareja son fundamentales. No se trata de presionar la búsqueda del orgasmo como una meta obligatoria, sino de recuperar el derecho al placer como parte de una salud emocional completa.

El especialista señala también un fenómeno cada vez más frecuente: personas que comienzan a experimentar mejoras notables en su estado de ánimo una vez que comienzan a tener orgasmos regulares, incluso si estos son en solitario. “No es magia, es bioquímica. Cuando el cuerpo se siente liberado, la mente se despeja. Es como soltar una mochila invisible que se cargaba sin saberlo”.

En su experiencia clínica, Pérez ha observado que personas con antecedentes de ansiedad o depresión leve tienden a mostrar mejorías cuando logran reconectar con su sexualidad de forma satisfactoria. Aunque no es un tratamiento exclusivo ni puede sustituir la medicación en casos severos, sí puede ser un componente clave del bienestar integral.

Otro aspecto importante, poco explorado, es el efecto de la falta de orgasmos sobre el sueño. La oxitocina y la prolactina, liberadas después del clímax, inducen una sensación de relajación que favorece el descanso profundo. Su ausencia, en cambio, puede contribuir a trastornos de sueño que, como se sabe, agravan cualquier cuadro de ansiedad o depresión.

Frente a este panorama, el mensaje de Pérez es : “El orgasmo no es un lujo, ni un capricho. Es una función fisiológica legítima que, cuando está bloqueada, nos avisa que algo necesita atención. No deberíamos conformarnos con vivir desconectados del placer. En muchos casos, recuperar esa capacidad puede significar también recuperar el equilibrio mental”.

Para quienes enfrentan esta situación, el primer paso es hablar del tema, sin vergüenza ni culpa. Ya sea con un profesional, con la pareja o consigo mismos. Y luego, explorar con libertad lo que el cuerpo y la mente necesitan para reconectar. Porque el orgasmo no es solo un punto final, según el experto, también puede ser un nuevo comienzo.

Diego Alejandro Suárez Guerrero

Por Diego Alejandro Suárez Guerrero

Comunicador social y periodista de la Universidad Externado de Colombia, con énfasis en comunicación creativa y medios emergentes.dasuarez@elespectador.com

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