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¿No tener sexo afecta la relación de pareja?

El sexo es un espacio para disfrutar en pareja. Sin embargo, diversas situaciones afectan los encuentros. Expertos explican las posibles causas y dan sus recomendaciones para actuar frente a esos momentos.

Lucety Carreño Rojas

28 de agosto de 2025 - 12:00 p. m.
Imagen de referencia. / Getty Images/iStockphoto
Foto: Getty Images/iStockphoto - KatarzynaBialasiewicz
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Isabel y Nicolás* estuvieron juntos por más de cinco años. Fue una relación en la que la empatía, el amor y el respeto siempre estuvieron presentes. Sin embargo, las relaciones sexuales entre la pareja no funcionaron.

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Aunque trataron de buscar ayuda profesional y priorizar otros aspectos de su relación, no conectar en ese punto fue motivo de frustración, por lo que decidieron tomar caminos diferentes.

Otro caso es el de Juan y Sofía*, dos adultos de más de 30 años, que al comienzo de su relación tuvieron encuentros sexuales con mucha frecuencia. Sin embargo, con la rutina y las preocupaciones económicas, disminuyó la frecuencia de las relaciones sexuales. Al reconocer la situación y la importancia del sexo en su relación, lo hablaron y la situación mejoró.

Una sexualidad saludable, según la OMS, debe ser segura, libre de violencia, consensuada y placentera. Cuando hay dificultades sexuales, muchas veces son el reflejo de problemas más amplios en la relación.

Las causas que impiden que las parejas tengan relaciones sexuales o afectan la vivencia de la sexualidad y la intimidad varían de acuerdo a los contextos, las dinámicas y pueden ir desde temas religiosas, hormonales, económicos y sociales, hasta tratamientos médicos, la llegada de los hijos y alteraciones en la salud física o mental. Sin embargo, cada caso es particular. Además, el deseo sexual no es lineal, y su intensidad varía a lo largo del tiempo.

De acuerdo con Viviana Angelica Sandoval, docente de educación sexual integral de la Universidad del Rosario, para entender este tema, es importante reconocer que la sexualidad es algo que va más allá del acto sexual.

“Es un aspecto fundamental de la experiencia humana presente a lo largo de la vida. Es la capacidad de reconocernos y expresarnos como seres sexuales, manifestándose en forma de caricias, pensamientos, fantasías, gestos, modos de comunicarnos y en la manera como nos relacionamos con los demás”, dijo la también líder del programa de salud sexual y reproductiva del Servicio Médico de la Universidad del Rosario.

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Así las cosas, en las relaciones de pareja, la sexualidad se convierte en una forma de conexión y complicidad. “Favorece la comunicación, la confianza y el fortalecimiento del vínculo afectivo. Vivir la sexualidad de forma sana ayuda a que la pareja se sienta más unida, disfrute de la intimidad y mantenga un cuidado mutuo, lo que refuerza el bienestar y la armonía en la relación”, agrega la experta.

Y acá hay un punto que vale la pena resaltar: es normal que las parejas pasen por etapas de poco o nulo sexo. “A lo largo de una relación es común atravesar momentos en los que la frecuencia sexual disminuya, ya que intervienen múltiples factores que impactan el deseo: las presiones económicas, sociales, familiares, laborales o culturales, entre otros”, dijo Sandoval.

Lo importante es no asumir que una baja en la frecuencia en las relaciones sexuales siempre es sinónimo de un problema profundo en la relación. “Si ambas partes están cómodas y existe comunicación, esa etapa puede ser transitoria y no necesariamente preocupante o patológica”, explica el Dr. Pablo Andrés Rodríguez Camargo, director de la Maestría en Salud Sexual y Reproductiva en la Universidad El Bosque.

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La frecuencia sexual por sí sola no determina la calidad de una relación, pero sí puede ser un reflejo de otros aspectos importantes como la conexión emocional, la comunicación y el deseo compartido. “Lo que realmente impacta en la relación es la satisfacción sexual, no la cantidad de encuentros. Algunas parejas tienen relaciones con menor frecuencia, pero las viven de forma plena y positiva”, agrega Rodríguez.

¿Cuáles son las causas más comunes?

  • Estrés crónico y fatiga.
  • Conflictos no resueltos o falta de comunicación emocional.
  • Cambios hormonales o de salud física y mental.
  • Rutina o pérdida de novedad en la relación.
  • Nacimiento de hijos y carga de cuidado no equilibrada.

“Es clave entender que el deseo puede fluctuar y que hablarlo sin culpa ni juicio es el primer paso para reconectar desde el respeto mutuo”, dice Rodríguez Camargo.

¿Qué efectos emocionales o psicológicos puede tener la falta de sexo en una o ambas partes de la pareja?

De acuerdo con David Roberto González, psicólogo del Centro Rosarista de Educación Emocional (URemotion) y docente de la Maestría en Inteligencia Emocional y Bienestar de la misma entidad, “cuando no podemos disfrutar de encuentros sexuales con nuestra pareja, inicialmente podemos experimentar sentimientos de ansiedad y tristeza”.

En otras personas pueden aparecer sentimiento de rechazo, inseguridad, frustración o soledad, especialmente si no hay una explicación clara ni un diálogo abierto al respecto.

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Si comienza a ser habitual que los encuentros no se produzcan, “podemos comenzar a dudar de nuestro propio atractivo, lo que puede desencadenar problemas de autoestima. En algunos casos, la evolución de la tristeza puede llevar también a sentimientos de incomprensión y soledad”, explica.

Por su parte, Rodríguez reitera que la ausencia prolongada de actividad sexual puede generar efectos emocionales distintos en cada persona, dependiendo del significado que le otorgue a la intimidad y del nivel de comunicación en la relación.

Así las cosas, los expertos aseguran que la ausencia de intimidad sexual sí puede ser un factor que contribuya a la infidelidad o a la ruptura, pero no es la causa directa. Esta situación puede llevar a que una persona busque validación en otros vínculos, “quizá al inicio para confirmarse que sigue siendo atractiva, pero con la posibilidad de que surjan sentimientos más profundos y comprometedores en esas nuevas relaciones”, menciona González.

La situación es distinta si la falta de sexo es consensuada, pues en ese caso, “mientras ambos estén de acuerdo y se sientan satisfechos, no suele representar un problema”, afirma Sandoval.

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Sin embargo, suele aparecer conflicto cuando existe discrepancia en el deseo o en la frecuencia sexual. En esos casos, “la persona afectada puede experimentar malestar e inconformidad, lo que abre la puerta a reclamos, resentimiento y a una disminución del afecto, la cercanía y la intimidad en la pareja”, dice la docente de educación sexual integral.

En este punto es clave entender que la comunicación es uno de los pilares fundamentales en una relación de pareja. “Mantenerla abierta facilita expresar deseos, inquietudes y preocupaciones, así como dar retroalimentación tanto sobre los aspectos positivos como sobre los desafíos. Para lograrlo, ambos deben estar en disposición de escuchar, comprometerse y llegar a acuerdos”, recomienda Viviana Sandoval.

En esa línea, el Dr. Pablo Andrés Rodríguez dice que la evidencia muestra que las parejas que hablan abiertamente sobre su sexualidad “tienden a tener relaciones más duraderas y satisfactorias. Por eso, hablar de deseo, límites y emociones debe ser parte del cuidado mutuo”.

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¿Cuándo es recomendable acudir a terapia de pareja o sexología?

De acuerdo con el especialista, es importante acudir a la terapia sexual cuando la imposibilidad de disfrutar de la intimidad sexual ha comenzado a afectar el vínculo de la pareja en términos de irritabilidad u hostilidad, por ejemplo, o cuando alguna de las personas o ambas reconocen dificultades que les impiden disfrutar apropiadamente del encuentro (dolor, problemas de lubricación, problemas relacionados con la erección, entre otros).

“Algunas parejas podrían requerir también este tipo de acompañamiento cuando pasan por situaciones importantes de su ciclo vital como un embarazo reciente, pues la dedicación al bebé implica unas limitaciones importantes para la intimidad de la pareja y ello incide también en la posibilidad y frecuencia de los encuentros sexuales”, comentó David González.

También es útil cuando hay diferencias marcadas en el deseo sexual, dificultades para hablar del tema o cuando el sexo se ha vuelto motivo de conflicto. En estos casos, “el acompañamiento profesional permite explorar causas, resignificar creencias y construir acuerdos reales, no idealizados”, explica Rodríguez.

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La clave para sortear esos momentos también radica en desmitificar lo que debería ser la sexualidad, pues creencias religiosas, machistas, fantasías sexuales, referencias derivadas de la industria de la pornografía, generan presiones sobre las parejas.

“Aprendemos a pensar que la vida sexual debe ser muy intensa, que nuestra pareja debe experimentar un profundo estado de excitación, en fin... Y sufrimos por este tipo de imaginarios, pues pensamos que si en nuestras situaciones de intimidad no se producen es que ‘algo va mal en nosotros o en nuestra pareja’”, dice González.

Los expertos recomiendan mantener una comunicación abierta, expresando preocupaciones, deseos y aquello que pueda estar influyendo en la disminución de la intimidad.

Reconocer que las relaciones amorosas van más allá de las prácticas sexuales, es clave para entender que la frecuencia sexual no determina la calidad de la relación. “Lo importante es que la vida sexual en el vínculo se ajuste a las expectativas y deseos de ambos”, puntualiza Sandoval.

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Para el doctor Rodriguez hablar abiertamente sobre el deseo, los límites, las emociones y las expectativas sexuales permite prevenir malentendidos, reducir la frustración y construir confianza: “Cuando la sexualidad se convierte en un tema tabú o se evita por miedo al conflicto, suelen crecer la desconexión y el resentimiento. En cambio, cuando las parejas dialogan con honestidad y sin juzgar, pueden adaptar su intimidad a cada etapa de la vida, buscar soluciones conjuntas o decidir cuándo es necesario un acompañamiento profesional. En sexualidad, el silencio suele ser más dañino que la falta de deseo. Comunicar no es exigir, es conectar desde la empatía”.

¿Es posible tener una relación de pareja satisfactoria sin vida sexual?

Para el especialista Rodríguez sí es posible, “siempre que exista consentimiento mutuo, cercanía afectiva, respeto y una forma compartida de entender la intimidad. Hay parejas asexuales o en etapas en las que priorizan otras formas de conexión, y eso no las hace menos válidas. Lo que importa no es la frecuencia, sino el acuerdo, la empatía y el cuidado mutuo”.

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Consejos para las parejas que atraviesan una etapa sin relaciones sexuales

Lo principal es aclarar que cada relación es un universo. Cada caso y pareja son particulares. Los expertos recomiendan que la clave es no asustarse si atraviesan por esta situación.

  • No silenciar el tema. Es clave hablarlo sin culpa ni presión.
  • Es natural que en las relaciones existan etapas con más o menos encuentros sexuales. Eso no define la calidad del vínculo.
  • Reconocer que la sexualidad no se reduce solo al coito, también está en las caricias, la complicidad y el cuidado mutuo.
  • Es importante entender si esa pausa es una elección compartida, una señal de algo más profundo, o simplemente una transición.
  • A veces basta con hablar de lo que cada uno siente, explorar otras formas de intimidad y comprender que cada pareja tiene su propio ritmo.
  • El impacto no depende de la cantidad o frecuencia de las relaciones sexuales, sino de cómo se gestiona emocionalmente la ausencia del deseo o del contacto físico, y de si existen espacios seguros para hablarlo sin culpas ni presiones.
  • Es importante enfatizar en que la falta de relaciones sexuales no siempre lleva a la ruptura, pero ignorar su impacto emocional sí puede abrir grietas difíciles de cerrar.
  • Si la situación genera incomodidad o distancia, puede ser útil acompañarse de un profesional, pero siempre partiendo de la idea de que no hay una ‘norma’ universal que deban cumplir.
  • Buscar apoyo profesional no es señal de fracaso, sino de compromiso con el vínculo. La sexualidad se puede reconfigurar, resignificar y sanar.

Finalmente, Rodríguez invita a las parejas a verse con empatía: no desde la exigencia, sino desde el cuidado. “Exploren juntos otras formas de intimidad, desde el afecto cotidiano hasta el redescubrimiento del cuerpo y el deseo, sin centrarse en ‘volver a la normalidad’, sino en construir una nueva conexión, acorde a su momento vital”.

*Nombres cambiados por petición de las fuentes.

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Por Lucety Carreño Rojas

Comunicadora social de Uninpahu, vinculada a El Espectador desde 2016. Periodista de moda y negocios. Directora de El Hilo, el formato audiovisual de moda de EE.@LucetyClcarreno@elespectador.com

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