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Por qué pintar mandalas puede ayudar a su bienestar diario

Esta actividad, además de ser un pasatiempo, es una herramienta usada en aulas, terapias breves y momentos de autocuidado.

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Redacción Bienestar
21 de noviembre de 2025 - 04:50 p. m.
Pintar mandalas ofrece un espacio de pausa, atención plena y conexión personal.
Pintar mandalas ofrece un espacio de pausa, atención plena y conexión personal.
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Un mandala es una figura construida a partir de un punto central desde el cual se despliegan formas repetidas en círculos o patrones, y suelen funcionar como “mapas” visuales que acompañan prácticas rituales, meditativas o contemplativas.

Estas figuras se desarrollaron en diversas corrientes espirituales del sur de Asia, como el budismo y el hinduismo, en donde se usaban como soporte para la concentración y como forma de visualizar ideas sobre el orden del mundo y la vida interior. Su nombre proviene del sánscrito, y alude a la idea de un espacio circular que relaciona al universo con la vida mental y emocional de cada persona.

Desde hace unos años, la popularidad de los libros para colorear mandalas (e incluso la posibilidad de hacerlo online) ha crecido. Aquí le contamos por qué, además de ser una actividad para el ocio, puede contribuir a su bienestar integral.


¿Qué muestran algunos estudios sobre pintar mandalas?

Según el artículo Uso de los Mandalas en el Desarrollo Emocional del Profesorado: una experiencia de investigación-acción —realizado por Janitze Faúndez Pinto y publicado en la revista Paulo Freire. Revista de Pedagogía Crítica— un grupo de profesoras de primeros grados de colegio participó en un taller de siete sesiones que incluyó ejercicios de respiración, pausas para hacer silencio y actividades de coloreado y diseño de mandalas.

Cada una de las participantes registraba lo que sentía antes y después de la práctica en una especie de bitácora personal. A lo largo del proceso, las docentes describieron cambios emocionales, como que pasaron del cansancio, la ansiedad o la irritabilidad inicial a experimentar sensaciones de calma, concentración y claridad mental.

Varias llevaron la experiencia al aula con niños de primero, segundo y tercero, en donde observaron mayor atención, más silencio espontáneo (es decir, un poco más de orden sin dar instrucciones explícitas para ello) y una relación más cuidadosa con los materiales utilizados en las clases. En algunos cursos, los estudiantes pidieron repetir la actividad porque, según ellos, los ayudaba a “estar más tranquilos”.

Y, fuera del contexto escolar, algunas de las participantes también emplearon los mandalas como herramienta de mediación en reuniones tensas con familias o como ejercicio propio para manejar la angustia.


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Conozca algunos de sus beneficios

Según una revisión publicada por MundoPsicólogos —una web administrada por profesionales del área y apoyada por un comité de expertos en salud mental— colorear mandalas puede aportar mejoras en la gestión emocional cotidiana. Estas explicaciones ayudan a entender por qué esta actividad ha comenzado a recomendarse como complemento en prácticas de relajación y reducción del estrés.

Ayudan a disminuir el estrés y la ansiedad

Los expertos mencionan que la relajación física y el enfoque que se produce al colorearlos reduce los niveles de activación asociados al estrés. Así, muchas personas dejan de repetir mentalmente pensamientos negativos, lo que contribuye a bajar la tensión emocional.

Facilitan la relajación

Según los especialistas del portal, observar y colorear formas repetitivas genera un efecto de calma. En la práctica, muchas personas terminan ajustando la respiración y entrando en un estado de ritmo más lento. En otras palabras: el cuerpo responde como si estuviera en una pequeña pausa mental.

Permiten dedicar tiempo personal sin exigencias

Pintar mandalas es una actividad sencilla, pues no requiere materiales complejos ni habilidades muy desarrolladas, lo que la convierte en un momento de autocuidado que no compite con obligaciones ni produce presión por “hacerlo bien”.

Mejoran la concentración

Los psicólogos explican que la simetría y la estructura de un mandala obligan a mantener la atención en lo que se está haciendo. Al concentrarse en los colores y los límites de cada forma (sí, la famosa tarea de no salirnos de las líneas al colorear) la mente se enfoca en una única tarea, algo que suele ser difícil en el día a día.

Impulsan la creatividad

Los expertos dicen que decidir colores y combinaciones despierta la creatividad, incluso en personas que creen no tenerla muy activa. Completar un mandala da una sensación de logro —aunque parezca uno pequeño— que puede elevar el bienestar y la autoestima.

Funcionan como una forma accesible de meditación

El portal señala que colorear un mandala activa un estado de atención plena. Es decir, una persona se concentra tanto en la tarea manual que las preocupaciones habituales se suspenden durante un rato. Por eso se considera una práctica cercana al mindfulness, aunque no requiera entrenamiento formal.

Conectar con el niño interior

Según los psicólogos, colorear puede reactivar la sensación lúdica que muchas personas dejaron en la infancia. Esa vuelta a lo simple puede ayudar a suavizar experiencias difíciles y promover una relación más amable con uno mismo.


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Facilitan la expresión de las emociones

Según los especialistas del portal, la elección del color y del diseño puede reflejar el estado interno de quien pinta. Colorear se convierte, entonces, en una manera de identificar cómo se siente una persona y expresarlo sin necesidad de ponerlo en palabras.

Tienen impacto fisiológico positivo

Entre los efectos mencionados por los especialistas está la posibilidad de que esta práctica ayude al cuerpo a regular procesos relacionados con el sueño, el dolor o la activación del sistema inmune, gracias a la relajación y la atención sostenida durante la actividad.

Aportan al autoconocimiento

Cuando alguien se detiene a reconocer qué estaba sintiendo mientras pintaba, puede comprender mejor su “mundo” interior. Esa introspección puede ayudar a aceptar lo que se está viviendo, ser consciente de las emociones propias y abrir la puerta a pequeños cambios personales.

Reducen la sobrecarga racional

En la vida diaria predominan actividades que exigen lógica, lenguaje o análisis. Los psicólogos explican que colorear activa procesos más creativos y sensoriales, lo cual da un descanso al pensamiento racional y permite que otras áreas del cerebro entren en juego.

Por Redacción Bienestar

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