Bogotá, una vez más azotada por la violencia: implicaciones y desafíos

Aunque la ciudad ha sido escenario de varios atentados terroristas en años recientes, las características y los efectos de lo ocurrido en la Escuela de Cadetes General Santander tiene otras dimensiones.

-Redacción Bogotá - bogota@elespectador.com
18 de enero de 2019 - 04:00 a. m.
Si bien para los expertos el reto inmediato es esclarecer lo ocurrido, también reclaman respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades, pues esta es una muestra de que no cesan las acciones terroristas en Bogotá.
 / Mauricio Alvarado/El Espectador
Si bien para los expertos el reto inmediato es esclarecer lo ocurrido, también reclaman respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades, pues esta es una muestra de que no cesan las acciones terroristas en Bogotá. / Mauricio Alvarado/El Espectador

El terrorismo y la violencia nuevamente se ensañan con Bogotá. Sin embargo —a diferencia de la seguidilla de atentados que han sacudido a la capital en años recientes y que se han caracterizado por la detonación de artefactos panfletarios—, lo ocurrido este jueves en las instalaciones de la Escuela de Cadetes de la Policía General Santander tiene marcados matices y plantea nuevos desafíos.

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No solo es el elevado número de víctimas reportadas al cierre de esta edición —21 muertos y más de 60 heridos —, sino las circunstancias alrededor del atentado, pues se perpetró con un carro bomba cargado con unos 80 kilos de pentolita, una modalidad que no se veía en Bogotá desde 2010, cuando las Farc detonaron un vehículo cargado con 50 kilos de anfo frente a las instalaciones de Caracol Radio, en el norte de Bogotá, dejando nueve heridos.

A esto se suma que el ataque ocurrió en el interior de una escuela de formación de la Fuerza Pública, algo que no ocurría en la ciudad desde hace más de una década, cuando en octubre de 2006 las Farc detonaron un carro bomba en la Escuela Superior de Guerra, en el norte de la ciudad, dejando 24 personas heridas. (Ver cronología de ataques al final de esta nota) 

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Hay otro hecho que no debe perderse de vista. Si bien la capital del país ha sido sacudida por alrededor de 16 atentados con explosivos en los últimos cuatro años —siendo el ataque al centro comercial Andino, en junio de 2017, el de mayor gravedad, con un saldo de tres mujeres muertas y nueve heridos—, la zozobra y contundencia del terrorismo que sacudió este jueves a Bogotá no se vivía desde el atentado al club El Nogal en febrero de 2003, en el que murieron 36 personas y otras 200 quedaron heridas.

No menos grave es que hace menos de un mes, en diciembre pasado, la Defensoría del Pueblo emitió una alerta temprana en la que advirtió que la capital estaba en riesgo ante eventuales ataques con artefactos explosivos, circunstancia que podría presentarse especialmente en las localidades de San Cristóbal, Rafael Uribe y Usme, en el sur de la ciudad.

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De acuerdo con Luis Fernando Echavarría, especialista en seguridad urbana, lo que pasó en la Escuela de Cadetes es atípico y es evidente que los responsables tenían un objetivo claro: matar a muchas personas y con ello generar terror. “Hace años no se veía tal cantidad de explosivos en una acción terrorista. No tiene las mismas características de otros ataques y podría estar relacionado con un tema más grande, porque la modalidad es muy particular”, dijo Echavarría al precisar que detrás de la acción hay un grupo muy organizado.

En eso coincide Johan Avendaño, experto en seguridad ciudadana de la Universidad Central, quien aseguró que, dada la magnitud y las características del hecho —el carro, cómo actuó el conductor y la cantidad de explosivos—, no se puede hablar de una acción aislada. “Es claro que los responsables conocían bien la infraestructura de la Escuela, porque sabían que después de determinado filtro ya estaban adentro”.

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Para Andrés Nieto, experto en seguridad, los autores del atentado querían mostrar capacidad de acción, y aunque coincide en que aún no se puede especular sobre los responsables, advierte que detrás de todo debe estar una gran empresa criminal con “una forma de operar no convencional, debido al acceso a esa cantidad de explosivos y la logística que hubo”.

Aunque los especialistas coinciden en que el reto inmediato es esclarecer lo ocurrido y reforzar las medidas de seguridad en la capital, buscando dar confianza a la ciudadanía para que no entre en pánico, lo ocurrido también demanda respuestas y acciones concretas por parte de las autoridades, pues esta es una muestra de que no cesan las acciones terroristas en Bogotá y se requiere que los ataques de los últimos años sean efectivamente esclarecidos y contundentemente castigados.

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“Pareciera que se está configurando un escenario para recrudecer la política de seguridad nacional”, agregó Avendaño, mientras que Nieto precisó que el atentado “nos pone en el ojo del huracán ante el mundo, que está expectante por los procesos de paz con las guerrillas”.

Por -Redacción Bogotá - bogota@elespectador.com

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