Aumentan quemados con pólvora: ¿de quién es la culpa?

Después del Valle del Cauca y Antioquia, Bogotá es la zona que presenta mayor cantidad de casos de quemados. Kennedy y Ciudad Bolívar son las localidades más afectadas, con cinco casos cada una.

Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com
18 de diciembre de 2019 - 03:00 a. m.
La venta de pólvora está regulada en la ciudad, en establecimientos autorizados y a mayores de edad.  / AP
La venta de pólvora está regulada en la ciudad, en establecimientos autorizados y a mayores de edad. / AP

La cifra de quemados con pólvora este año en Bogotá está disparada. En los primeros quince días del mes se registraron 25 casos (seis de ellos, menores de edad), superando el reporte de todo diciembre del año pasado. La situación tiene en alerta a las autoridades, ya que la meta era que la cifra disminuyera, como ocurrió en los últimos dos años, cuando pasó de 55 casos en 2017 a 24 el año pasado. Contrario a ello, las nuevas estadísticas evidencian un problema que abarca poca eficiencia de las campañas preventivas, al parecer poco control en la venta ilegal y que, lamentablemente, esta práctica sigue arraigada en varios barrios de la capital.

Para comenzar, una aclaración: contrario a lo que muchos creen, la comercialización de pólvora en Bogotá está restringida, pero no prohibida. Aunque muchos quisieran, por ley, lo máximo que se puede llegar a hacer es regular la venta. Para el caso de la capital solo se permite en sitios autorizados (que cumplan condiciones de seguridad) y allí solo se pueden vender artefactos tipo 1 (que no tienen pólvora, como las “chispitas”) y tipo 2 (que contienen una cantidad moderada, como los volcanes).

Sin embargo, no cualquiera los puede adquirir. Solo está autorizada la distribución a mayores de edad y que no estén bajo los efectos del alcohol. Lo que sí está prohibido tajantemente es venderles a menores de edad. En caso de que un niño o niña sea sorprendido quemando pólvora, podrían ser sometidos a procesos de restitución de derechos. Esto implica una sanción para sus padres, que puede ser desde una amonestación hasta la pérdida de la custodia, en caso de resultar lesionados.

Siguen los quemados

A pesar de los múltiples esfuerzos, las cifras indican que la batalla contra los quemados en Bogotá este año ya se perdió. Los 25 casos registrados al 15 de diciembre representan el 10 % de los ocurridos en el país. Según el Instituto Nacional de Salud (INS), en las primeras semanas de diciembre fueron 247 quemados en todo el país. Con una particularidad: el 36 % de los adultos lesionados estaban bajo los efectos del licor.

Pero ¿qué está pasando? Encontrar una sola respuesta parece difícil. Para Hernán Quijada, subdirector de Análisis del Riesgo y Respuesta Inmediata del INS, es evidente que, contrario a lo vivido en años anteriores, en las calles se percibe un aumento en la distribución de pólvora, por eso cada vez es más fácil obtenerla.

Esto lo confirma el propio secretario de Gobierno de Bogotá, Iván Casas, quien ha reconocido que el grueso de la pólvora que se está usando en los barrios se está vendiendo en las calles y no en establecimientos autorizados. Esto ha llevado a la administración a incrementar los controles a la venta en el espacio público.

Su balance, hasta el momento, es que en lo corrido del mes se han incautado 2.554 elementos pirotécnicos, que corresponden a 363 kilos de pólvora; han visitado 1.751 establecimientos comerciales y han “sensibilizado” a 5.906 ciudadanos y a 97 vendedores informales. Además, la Policía ha impuesto treinta comparendos y ha ordenado el cierre temporal de un establecimiento, por venta irregular.

Buen negocio

La comercialización de estos productos sigue siendo un negocio rentable. En diciembre del año pasado, solo la comercialización legal dejó ganancias aproximadas de $25.000 millones en todo el país. La proyección para este año es que aumente a $30.000 millones, según informó Carlos Andrés Carvajal, presidente de la Federación Nacional de Pirotécnicos (Fenalpi).

Para él, el crecimiento en las ventas tiene una explicación: aún existe un arraigo cultural frente al uso de la pirotecnia y, contrario a lo que dicen las autoridades, él cree que la gente sí la está aprendiendo a usar de forma responsable. “Aunque 25 lesionados es una cifra alta, no se compara con los 324 quemados por líquidos hirvientes este año en Bogotá”, dijo el líder gremial, quien aclaró que muchos de los quemados el 7 de diciembre en la ciudad fueron hinchas del América de Cali, en estado de embriaguez, que usaron artefactos pirotécnicos.

“Nuestra invitación es a no usar pirotecnia en estado de alicoramiento, no entregarla a menores de edad y realizar la actividad de manera responsable, legal y segura”, dijo Carvajal, quien hizo un llamado adicional: comprar productos de marcas reconocidas, en establecimientos especializados, que contengan instrucciones de uso e información del fabricante. Además, pide no modificarlos y, después de usarlos, hacer una disposición correcta de los desechos.

La responsabilidad es personal

Al margen del debate alrededor de la comercialización (de si es o no un factor para el incremento de los quemados), para otros la causa principal de esta problemática es el comportamiento de los ciudadanos, que siguen sin dimensionar el riesgo al que se exponen. “No hemos logrado modificar del todo ese comportamiento. Aunque en el consolidado nacional hay una leve reducción, no es algo de lo que nos podamos sentir orgullosos”, indicó Martha Ospina, directora del INS.

Patricia Gutiérrez, líder del pabellón de quemados del Hospital San Juan de Dios de Bogotá, es más severa. Para ella, el uso de pólvora es evidencia de un atraso social. “Es increíble que la gente reclame derechos en las marchas, diciendo que hay que avanzar, y en Navidad se comporten de forma tan inculta”. Gutiérrez considera que las cifras actuales demuestran que hace falta potenciar las campañas de prevención, para recordarle a la gente los riesgos de la pólvora.

Legal o no, es claro que la pirotecnia y el uso de la pólvora es una realidad que persiste en las calles capitalinas, al igual que los quemados por el uso de estos artefactos. De la gente depende si la sigue usando y poniéndose en riesgo o no.

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Por Kelly Rodríguez / krodriguezd@elespectador.com

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