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Ciudad a la carta

En el centro de la ciudad hay un restaurante cuya carta de platos toma el nombre de sectores emblemáticos de la capital.

El Espectador
17 de julio de 2008 - 09:40 p. m.

Hace 12 años Diego Castro, un hombre amante de la vida bogotana, se puso en la tarea de crear su propio restaurante. Durante meses, se imaginó un lugar en el que las diferentes tendencias  urbanas se mezclaran con la buena música, los sabores  autóctonos de la comida colombiana y las antigüedades.

Desde ese momento surgió el restaurante “Urbano, yo restaurarte”, en una de las esquinas de la carrera 4a.A con calle 27,  un lugar  en donde los bogotanos pueden encontrar todo tipo de platos de la cocina fusión,  bautizados con el nombre de los lugares más emblemáticos de la capital.

“En Urbano, las entradas tienen los nombres de los puntos por los que se llega a Bogotá, los platos fuertes se llaman como los barrios más tradicionales y las ensaladas llevan los nombres de sus principales parques”, explicó Marta Luz Rivero, una de las dueñas.

Algunos de los platos predilectos de los asistentes son: Coliseo (pasta corta con pollo y vegetales), La Perseverancia (lomo con fondue de quesos maduros) y Chapinero (tomate, focaccia, queso mozzarella gratinado).

“La idea es que las personas que nos visiten se encuentren con una Bogotá diferente, y que mediante nuestros platos restauren su cuerpo. Queremos hacerles ver a los visitantes la historia que se encuentra detrás del  nombre de los barrios”, explicó Marta Bateman, otra copropietaria.

En el lugar se reúnen algunas de las tendencias arquitectónicas que hoy en día componen la ciudad: hay un camino en mosaico, seguido por pisos de madera y mallas metálicas en las escaleras.

A la entrada se encuentra una terraza en la que los visitantes pueden gozar del panorama del barrio mientras disfrutan de las bebidas y platos que ofrece el restaurante. En el interior hay  un salón central, seguido por el área del balcón, la cava de vinos, en donde se encuentra una antigua silla de peluquería que Castro compró en una de sus idas al mercado de las pulgas de la carrera sexta, y al final del sótano,  la zona del bar, que de jueves a sábado se convierte en un lounge en el que  los bogotanos pueden disfrutar de buena música y cocteles que son servidos directamente de los vasos mezcladores.

Entre los ornamentos del restaurante hay imágenes del Divino Niño, réplicas de la Virgen de San Martín de Porres, lámparas antiguas, incrustaciones de yeso, características de la arquitectura republicana, y un buzón de correspondencia antiguo. “Urbano es el resultado de Bogotá. Una ciudad multicultural, dinámica, llena de distintas tendencias”, dice Bateman.

En este momento, las dueñas están trabajando para sacar una carta de sánduches que al igual que el resto de los platos, tendrá nombres asociados con la cultura capitalina. “Queremos que se rompa el mito de que a los restaurantes ‘gourmet’ solamente pueden venir personas adineradas”.    Un plato en Urbano oscila entre  seis mil pesos y $29 mil. El restaurante está abierto de martes a sábado, desde las 12 m. hasta las 11 p.m. y de lunes a domingo de 12 m. a 5 p.m.

Por El Espectador

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