Isabel Agatón: por una vida en la que no se tema ser mujer

Coautora de la Ley Rosa Elvira Cely, dejó los estrados judiciales en febrero, después de representar a la familia de Yuliana Samboní, víctima de feminicidio en Bogotá. Su refugio hoy son la poesía y la academia.

Pilar Cuartas Rodríguez
03 de diciembre de 2017 - 04:59 p. m.
Isabel Agatón: por una vida en la que no se tema ser mujer

Con una foto de la cédula de su mamá, la abogada Isabel Agatón comienza a narrar la conquista de los derechos de las mujeres en las aulas de la Universidad Nacional. Su madre se negó a usar el “de” de casada, cuando era obligación llevar el apellido del esposo. No era de nadie, y no iba a serlo por culpa del matrimonio. De ella, Agatón heredó la independencia y el amor por la poesía. De su padre sacó la pasión por las leyes. A los seis años y sumergida en una marea de expedientes judiciales, sabía que su vida se encarrilaría en el derecho. (En video: Yuliana Samboní: un crimen sin olvido)

Y no sólo lo logró, sino que también hizo historia en Colombia. Fue una de las autoras de la ley que creó el delito de feminicidio en el país, que castiga sin benevolencia a quien asesine a una mujer por el hecho de ser mujer, por considerarla un ser inferior. A la norma la bautizaron Rosa Elvira Cely, a quien un compañero de colegio mató después de violarla y torturarla en el Parque Nacional de Bogotá. No se podía repetir un caso igual. (Lea aquí: Pese a estar prohibido, Fiscalía ha hecho preacuerdos en casos de feminicidios)

“Con la ley, el Estado transmite un mensaje: ‘No se puede disponer de la vida de las mujeres y cuando quiera que esto ocurra será sancionado con todo el peso de la ley. No es un homicidio cualquiera, tiene un único propósito y es refrendar la histórica desigualdad de las mujeres y legitimar el poder patriarcal de los hombres sobre ellas”, asegura Agatón.

Pero el lunes 5 de diciembre de 2016 una noticia en la radio anunciaba lo contrario. Otra mujer, esta vez una niña de siete años, campesina, desplazada y pobre, perdía su esencia de ser humano ante los vejámenes que cometió en su cuerpo el arquitecto Rafael Uribe Noguera. Fue cosificada. Agatón escuchaba en boca del periodista lo sucedido: una menor se encontró sin vida en aberrantes circunstancias y se iniciaron las investigaciones por el presunto homicidio del que ha sido víctima. “¿Homicidio?”, se interrogó sorprendida la abogada.

Alzó el teléfono y al otro lado contestó la secretaria distrital de Bogotá, Cristina Vélez Valencia. Ambas estaban tan compungidas con la noticia, pero seguras de que era un caso de feminicidio. “Haz lo que tengas que hacer”, dijo la funcionaria. Agatón asumió desde ese día la representación de la familia de Yuliana Samboní. Debía dejar claro que no era un homicidio, que la violencia que sufrió era una expresión de la discriminación de género, y que las niñas también son víctimas de feminicidio, no sólo las mujeres mayores de 18 años.

“Tenía que existir una pena proporcional a la gravedad del delito. Si bien es cierto que una condena de prisión no devuelve a las víctimas, la justicia y la lucha contra la impunidad contribuyen a la reparación”, explica Agatón.

📷Foto: Mauricio Alvarado - El Espectador

Logró demostrarle a la Fiscalía que se trataba de un feminicidio, y así se abordó la investigación. El 29 de marzo la jueza Liliana Bernal dictó la sentencia que condenó a Rafael Uribe a 51 años y 10 meses de cárcel, por el primer feminicidio de una niña castigado en Colombia. Un mes antes, Agatón había solicitado la máxima pena (60 años) y se había retirado del caso por problemas de salud. Necesitaba una pausa. Este proceso le causó mucho dolor: por la edad de la víctima y por sus especiales condiciones de vulnerabilidad, porque es mamá y porque había redactado la Ley Rosa Elvira Cely con la esperanza de no tener que volver a ver algo así. Le causó tanto dolor, que incluso hoy no puede pronunciar el nombre “Yuliana”. (Lea aquí la entrevista con Liliana Bernal, la jueza que condenó a Rafael Uribe por feminicidio de Yuliana Samboní)

En noviembre, en fallo de segunda instancia, un magistrado del Tribunal Superior de Bogotá aumentó la condena de Rafael Uribe a 58 años de cárcel. La más alta que se haya impuesto por este delito en el país. Para ese entonces, Agatón ya estaba fuera del caso, el último que llevó en estrados judiciales. “Aunque reconozco que actuamos de manera oportuna para encauzar la investigación como feminicidio, no es algo de lo que me siento orgullosa, porque esto no ha debido ocurrir”, añade la fundadora y directora del Centro de Investigación en Justicia y Estudios Críticos del Derecho (Cijusticia).

Se declara feminista. Ahora continuará en su faceta de académica, formando a las autoridades encargadas de aplicar la ley de feminicidio. “Quienes son hoy jueces, magistrados y fiscales fuimos educados en las aulas del derecho bajo el principio de inferioridad de las mujeres y nunca nos interrogamos sobre eso. La investigación, con aporte del feminismo, nos permite evidenciar que el derecho no es neutral y que toma partido no sólo por una clase, sino también por un género. El derecho es masculino, lo hacen los hombres, y fundamentalmente ellos lo aplican… Afortunadamente la Corte Constitucional ha corregido esa desigualdad histórica”.

Desde febrero, cuando se retiró de la Secretaría de Salud, la vida de Agatón ha hecho un paréntesis, necesitaba el silencio. Y así tituló su próxima publicación, “Por fin el silencio”, una antología poética que saldrá a la luz en 2018. Buena parte del libro está dedicado a las víctimas de feminicidios y a sus hijos. No se considera a sí misma un personaje del año, sino que pone el foco en ellas. En las casi 1.000 mujeres que no están por cuenta del feminicidio, en las que sobrevivieron y en las que tratan de sobreponerse en un mundo en el que “el riesgo es ser mujer”, como expone Agatón.

Pilar Cuartas Rodríguez

Por Pilar Cuartas Rodríguez

Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com

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