La mejor cara de La Perseverancia
Ubicado en pleno corazón de Bogotá, el barrio La Perseverancia se destaca por su oferta gastronómica y cultural, reflejada en el Festival de la Chicha y su tradicional plaza de mercado.
Diego Ojeda / @diegoojeda95
El primer barrio obrero de Bogotá fue, el 16 de febrero, el centro de atención de miles de personas que, en las calles y a través de sus televisores, vieron la final del Tour Colombia 2.1. Ese día las cámaras no llegaron para registrar una mala noticia de La Perseverancia, sino para mostrar la mejor cara de esta comunidad, la alegría y la capacidad que aún conserva para unirse a la hora de armar una fiesta o de sacar adelante un propósito común.
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El primer barrio obrero de Bogotá fue, el 16 de febrero, el centro de atención de miles de personas que, en las calles y a través de sus televisores, vieron la final del Tour Colombia 2.1. Ese día las cámaras no llegaron para registrar una mala noticia de La Perseverancia, sino para mostrar la mejor cara de esta comunidad, la alegría y la capacidad que aún conserva para unirse a la hora de armar una fiesta o de sacar adelante un propósito común.
“La Perse” se vistió de gala para la ocasión. La calle 32 la decoraron con globos y banderines de papel. En el asfalto pintaron el tricolor colombiano y los nombres de los principales exponentes de esta competencia. Deportistas como Egan Bernal calificaron el esfuerzo como algo que rozó con lo mágico. “Había personas tirando pétalos de rosa a la carretera. Eso es algo que nunca había visto en una competencia”.
Lo que pocos saben es que detrás de ese montaje y algarabía hubo semanas de arduo trabajo, que reflejan el talante que históricamente ha caracterizado a esta comunidad del centro de Bogotá. La competencia ciclística fue una oportunidad más para demostrar que, más allá de los problemas y las necesidades que a diario aquejan a su gente, conservan virtudes ausentes en muchos barrios en la capital: el esfuerzo y la solidaridad.
Y no son características recientes. Están arraigadas desde su fundación, cuando Leo Kopp, dueño de la Cervecería Bavaria, compró los terrenos para que sus trabajadores edificaran sus casas. Poco a poco el barrio fue creciendo y una de sus primeras muestras de unión fue cuando recolectaron dinero para construir su iglesia y mejorar sus calles. El espíritu se mantiene.
Hoy este barrio, ubicado en la localidad de Santa Fe, es reconocido como destino gastronómico y hace 31 años como la sede del tradicional Festival de la Chicha, el Maíz, la Vida y la Dicha, en el que la comunidad, con el permiso de la alcaldía local, saca a la calle sus puestos de comida para vender alimentos, como gallina y morcilla, y la ancestral bebida.
Aunque la fiesta nació gracias al esfuerzo de la asociación comunitaria Los Vikingos, este licor a base de maíz fermentado ha sido parte de la historia de La Perseverancia, pues sus habitantes no solo la han elaborado desde la misma construcción del barrio, sino que han luchado por conservar la tradición, incluso contra los esfuerzos del Gobierno por desarraigarla de sus costumbres.
El año del Bogotazo y durante el gobierno de Mariano Ospina, por ejemplo, mediante decreto presidencial se le calificó como factor de influencia “del bajo nivel moral y material de vida de las clases trabajadoras” y se prohibió su comercialización en restaurantes y su fabricación bajo condiciones insalubres. A pesar de esto, la costumbre permanece y cada octubre miles de personas llegan al barrio para participar del festival.
Otra cara bonita que tiene “La Perse” es su plaza de mercado. Denilson Rojas, uno de los múltiples chefs que trabajan en este comercio, explica que allí todavía se puede conseguir un “corrientazo” a $7.500. Esto es de lunes a viernes, porque los fines de semana los restaurantes dan lo mejor para servir en las mesas gran variedad de platos típicos colombianos. Por ser una preparación especial, el valor de estos alimentos varía entre $15.000 y $30.000.
La popularidad que tiene este sitio hace que, en promedio, reciba a cerca de 1.000 personas los domingos. La fama de su calidad gastronómica no es una mera presunción de los habitantes del barrio, pues la plaza de La Perseverancia, por ejemplo, ha recibido el reconocimiento de tener el mejor ajiaco santafereño de toda la ciudad.
Trabajo social
Pero su trabajo no solo se refleja en la gastronomía, sino también en su labor social. En “La Perse” se unen esfuerzos para brindar a los niños y adolescentes alternativas a la dinámica generacional de delincuencia y drogadicción. Este proyecto se llama Sal y Luz, y todos los sábados ofrece clases gratuitas de inglés, jiu-jitsu, artes plásticas, música y valores, entre otras. La coordinadora de este proyecto, Káterin Orjuela, explica que allí los niños dedican en estas labores hasta ocho horas de su tiempo libre cada semana. Actualmente esta iniciativa beneficia a por lo menos 80 menores de la comunidad.
Ellos reciben formación gracias al trabajo voluntario de 14 personas que donan su tiempo y conocimiento para apoyar esta labor. De hecho, el proyecto viene creciendo, ya que esperan que en las próximas semanas se sumen 17 practicantes de la Uniminuto. “Son bienvenidos todos aquellos que quieran aportar desde diferentes campos, ya sea en un aula de clase, en un espacio lúdico o desde un área administrativa”, menciona Orjuela.
“Consideramos que cada vez que intervenimos en la vida de un chico estamos preparando una historia de éxito. Creemos que cada uno de ellos es importantísimo para esta comunidad. Las familias confían mucho en dejar a sus hijos aquí, les gusta verlos participar en cada escena, baile o cosa que ellos hacen”, concluye.
Personas como Garcés tienen la esperanza de que la juventud del barrio comience a tomar otros referentes para construir sus proyectos de vida, como los ciclistas que subieron el 16 de febrero el repecho de la 32. Para la muestra un botón, el ganador del Tour Colombia 2.1 fue Sergio Higuita, ciclista cuyas raíces humildes se remontan al barrio Castilla, uno de los más complicados de Medellín, así como lo ha sido La Perseverancia.