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Las luchas del Policarpa

Con misa campal y concierto de la Orquesta Filarmónica, en el Colegio Jaime Pardo Leal, se celebrará el nacimiento de este sector de 7.000 habitantes levantado por mujeres.

Daniel Salgar
24 de enero de 2011 - 10:00 p. m.

Policarpa Salavarrieta fue la mujer que dio su vida en la lucha por la Independencia de Colombia. La historia del barrio que adoptó su nombre, ubicado entre las calles 1 y 5 sur, y las carreras 10 y 12C, también estuvo marcada por el papel de valientes mujeres luchadoras. No faltaba más.

En 1960 llegaron a Bogotá familias desplazadas por la violencia bipartidista que imperó durante los años 50 en Colombia. Debido a su pobreza y gran número de hijos, estas familias eran rechazadas en inquilinatos y centros educativos. “Ponían avisos en las casas que decían ‘Se arrienda sin niños’, es decir, que ellos no tenían derecho a una vivienda. Esto nos motivó a luchar por la vivienda”, comenta el caricaturista Arlés Herrera, conocido como El Maestro Calarcá, uno de los fundadores del Policarpa y presidente del Comité Organizador de los 50 años de este barrio, donde aún vive. “Con la orientación de los camaradas Luis Morales y Pedro Salas, en 1961, nos agrupamos y tomamos las tierras aledañas al Hospital de la Hortúa, que es ahora el Hospital San Juan de Dios, y ahí empezamos a construir este barrio hace 50 años”.

Las primeras casas, de palos y tela asfáltica, se hicieron contra la pared del Hospital de la Hortúa, en un potrero vacío del cual nadie comprobó ser el dueño. Sin embargo, la Policía intervino repetidas veces para desalojar a los invasores. “Nos demorábamos más levantando el rancho que la Policía en destrozarlo. Pero con la ayuda de todos volvíamos a levantar las casas, y la Policía volvía a tumbarlas una y otra vez. Hasta que entendieron que la tierra ya era nuestra”, cuenta Mercedes Corredor, una de las mujeres presentes en aquellas luchas.

En los primeros cinco años de invasión llegaron más familias y hubo numerosos enfrentamientos con las autoridades. “Lo más impactante era la valentía de las mujeres que, machete en mano, gritaban a los policías: “¡Vamos a ver cuántos somos y cuántos quedamos! Ellas defendieron como leonas a sus hijos y viviendas. También había niños de ocho años lanzando piedras”, recuerda El Maestro Calarcá.

El 8 de abril de 1966, conocido en el barrio como el ‘Viernes Santo sangriento’, se desató la inolvidable lucha que puso a prueba la fuerza del pueblo unido. Ese día otros desplazados realizaron una invasión masiva y, cuenta la historia, la Policía arremetió a sangre y fuego contra los invasores. “Nos solidarizamos con las familias que llegaron ese día, hicimos ollas comunales, les ayudamos a levantar sus casas y a luchar contra la Policía”, asegura Mercedes.

Hubo centenares de heridos y un muerto, las casas quedaron destruidas, pero la gente permaneció unida y no se fue del terreno. Así se consolidó la ocupación y el Policarpa entró en una fase de progreso.

Hoy, 50 años después, lo que fue un potrero con casas destartaladas y habitadas por desplazados, es un agitado barrio de siete mil habitantes de estratos 1 y 2. Allí funciona una de las industrias textiles más importantes de la capital. Es un ícono en la historia de las luchas por la tierra. Y en sus calles aún se respira camaradería y solidaridad.

Por Daniel Salgar

 

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