Lo difícil que es respirar en Bogotá: Distrito y ANDI lanzan guía para mejorar calidad del aire
La secretaría de Ambiente publicó, junto a la ANDI, un documento guía de recomendaciones para el sector industrial y comercial, pensado en implementar mejores prácticas que permitan reducir los índices de contaminación del aire en la ciudad. Les contamos las medias y su impacto real.
La emergencia que vive Bogotá en materia ambiental, últimamente atravesada por la crisis hídrica que llevó al racionamiento, no solo tiene que ver con ese particular. La calidad del aire, la contaminación de humedales y ríos, los altos niveles de radiación solar y rayos UV, además de los abruptos cambios en el clima y la temperatura, propiciados por el calentamiento global y el cambio climático, son otras de las aristas que autoridades y ciudadanos deben enfrentar en la cotidianidad de la ciudad.
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La emergencia que vive Bogotá en materia ambiental, últimamente atravesada por la crisis hídrica que llevó al racionamiento, no solo tiene que ver con ese particular. La calidad del aire, la contaminación de humedales y ríos, los altos niveles de radiación solar y rayos UV, además de los abruptos cambios en el clima y la temperatura, propiciados por el calentamiento global y el cambio climático, son otras de las aristas que autoridades y ciudadanos deben enfrentar en la cotidianidad de la ciudad.
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Una de las problemáticas más complejas tiene que ver con la contaminación del aire, pues representa uno de los factores fundamentales que determinan la calidad de vida de quienes residen en la capital, pues sus efectos se reflejan en la salud, en la percepción de bienestar, en la visibilidad general del territorio, afectaciones a la naturaleza e incluso en la percepción de limpieza del espacio público, como sucede con fachadas y monumentos.
La contaminación del aire, generalmente se mide en dos escalas: el impacto global y el impacto a escala local. De acuerdo con el documento Aire y problemas ambientales de Bogotá, publicado por el laboratorio de Ingeniaría Química de la Universidad Nacional, “Los principales contaminantes que tienen impacto a escala global son los gases de efecto invernadero y gases destructores de ozono estratosférico, los cuales tienen como consecuencia el calentamiento global, los cambios en los patrones climáticos y la destrucción de la capa de ozono que protege a la biosfera de la radiación solar ultravioleta”.
Por otro lado, los impactos a escala social, “son los causantes de la baja calidad del aire en centros urbanos, con sus implicaciones sobre la calidad de vida de la población, y están representados principalmente por un grupo de seis contaminantes conocidos como contaminantes “criterio”, por sus efectos sobre la salud humana y el ambiente: monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, hidrocarburos (compuestos orgánicos volátiles), óxidos de azufre, material particulado y ozono troposférico”, señala el documento.
Estos últimos, los contaminantes “criterio”, son aquellos que regularmente son medidos en las 20 estaciones de monitoreo con las que cuenta la Red de Monitoreo de Calidad del Aire RMCAB, las cuales están ubicadas en puntos estratégicos de la ciudad, cuya finalidad es vigilar y analizar las concentraciones de contaminantes en el aire, además de medir variables meteorológicas como precipitación, temperatura, humedad, radiación y velocidad y dirección del viento.
¿Cómo se mide la calidad del aire?
Las 20 estaciones de monitoreo recolectan más de 5.300 datos al día. La red tiene capacidad de monitorear material particulado de diámetro menor a 10 y 2.5 micras (PM10 y PM2,5), además de concentraciones de otros contaminantes como el ozono, los dióxidos de azufre (SO2) y de nitrógeno (NO2) y el monóxido de carbono (CO).
El material particulado (PM, por sus siglas en inglés) se refiere a las sustancias y/o compuestos líquidos o sólidos que están presentes en la atmósfera los cuales se clasifican en: partículas gruesas, que tienen un diámetro menor o igual a 10 micras o partículas finas, que tiene un tamaño inferior o igual a 2.5 micras y su emisión puede ser de forma directa a la atmósfera, es decir, por una fuente natural o antropogénica (que resulta de una actividad mediada por el hombre) o por transformaciones en la atmósfera.
Las fuentes naturales, mayores generadores de PM10, incluyen, para el caso de Bogotá, las partículas emitidas por los incendios forestales, (pueden afectar incluso incendios ocurridos en otras regiones del país como la Orinoquía y los Llanos), partículas procedentes del mar e incluso arena de los desiertos, tal y como sucedió en la capital con la arena procedente del desierto del Sahara, en el año 2023.
La contaminación que genera el tráfico, en tanto actividad mediada por los humanos, también se entiende desde esa categorización. La quema del combustible, el uso de lubricantes para el motor, el desgaste de las llantas e incluso pastillas de frenos en mal estado, contribuyen a que esta sea una de las principales fuentes de contaminación de la ciudad.
Por otro lado, la formación de partículas PM2.5, tiene que ver con la reacción química de los gases emitidos, los cuales pueden adquirir estados sólidos o líquidos de fácil inhalación para el grueso de la gente. Aunque este material es muy pequeño y casi imperceptible, “es capaz de dispersar la luz, disminuir la visibilidad a largas distancias y causar enfermedades de tipo respiratorio”, según indica la secretaría de Ambiente.
Las mediciones que actualmente hace el Distrito de material particulado se basan en los siguientes parámetros: favorable, de 0 a 50 PM; moderada, de 51 a 100 PM; regular, de 101 a 150 PM; mala, de 151 a 200 PM y peligrosa de 201 a 500. La tarde del viernes 19 de abril de 2024, todas las estaciones de monitoreo de la calidad del aire estaban por debajo de los 50 PM.
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Las recomendaciones para industria y comercio
Para evitar que se sigan declarando alertas por la calidad del aire en Bogotá, como intermitentemente viene ocurriendo, por cantidad de material particulado que circula en la ciudad, esta semana la Secretaría de Ambiente publicó el documento “Medidas voluntarias para fuentes industriales y comerciales de Bogotá”, en colaboración con la ANDI.
Estas medidas se enmarcan en un estado de alerta y tienen por objeto mitigar o reducir el estado de concentración de los contaminantes y así propender a lograr el restablecimiento de las condiciones preexistentes más favorables para la población expuesta”, se lee en el documento en el cual las entidades hacen recomendaciones para que las empresas adopten mejores prácticas para disminuir los índices de contaminación.
Operación y logística
Las recomendaciones para el sector industrial y comercial, en esta categoría, son:
- Asegurar el adecuado funcionamiento de los sistemas de control de emisiones (SCE) de cada fuente fija, de tal manera que estos estén en operación continua y no entren en mantenimiento en los periodos de alta contaminación del aire.
- Chequear con mayor periodicidad los dispositivos de control para evitar fallas o fugas de emisiones contaminantes.
- Prevenir el sobreuso de equipos que generen emisiones
- Establecer protocolos para apagar o detener equipos y procesos industriales no esenciales.
- Impulsar más decididamente planes de contingencia para prevenir aumento de emisiones
- Implementas sistemas de monitoreo continuo para evaluar las emisiones de cada fuente.
Para Camilo Prieto, experto en medio ambiente y profesor de cambio climático y salud ambiental, “Son medidas que evidentemente tienen un respaldo científico pero que, si no están acompañadas por labores adecuadas de inspección, vigilancia y control por parte de la institucionalidad ambiental, van a ser inútiles. Esta carta de intencionalidad no pareciera ser vinculante, porque tiene el adjetivo voluntario, deben ir, además acompañadas por un fuerte componente pedagógico”.
Y es que al no ser obligaciones que de ser transgredidas pueden generar sanciones, o incluso multas, las recomendaciones no serán asumidas con la seriedad que se necesita por gran parte de las entidades y personas que pueden asumir esos cambios. Ejemplo de ello es la actual coyuntura de racionamiento de agua. Para evitar llegar a ese estadio, es preciso, como señala el profesor Prieto, robustecer la pedagogía.
Transporte
En este particular, las recomendaciones giran en torno a:
- Promover la implementación de trabajo remoto para quienes puedan realizar sus funciones sin necesidad de desplazarse
- Incentivar el uso de transportes sostenibles como bicicletas y vehículos eléctricos. Se sugiere a las empresas implementar incentivos no monetarios para fomentar el uso de estos vehículos.
- Hacer uso de las tecnologías para establecer mejores rutas y gestión de flotas que permitan reducir tiempos de viaje y de uso de combustible.
- Disponer de barreras físicas como polisombras para contener material particulado en las actividades que lo generan.
- Promover y permitir el uso de plataformas logísticas para distribución de mercancía, pues estas cuentan con bodegas y zonas de cargue y descargue alternas para evitar más desplazamientos.
Las recomendaciones para los conductores:
- Estar al día con la revisión tecnicomecánica del vehículo
- Mantener apago el motor cuando el vehículo permanezca estacionado
- Evitar aceleraciones a fondo y frenadas bruscas
- Evite pisar el acelerador para darle arranque al motor
- Evite realizar maniobras arriesgadas
- Evite conducir fatigado
- Revise regularmente el estado de los neumáticos
- Si puede, comparte el vehículo para evitar recorridos
- Implemente alternativas diferentes de transporte
Sobre este punto, si bien las medidas son importantes y contribuyen a disminuir las emisiones, hay grandes elementos contaminantes que no se tienen en cuenta en relación con el tráfico. “Resulta absolutamente indignante y frustrante ver que parte de la flota vehicular del SITP e incluso de Transmilenio son buses chimenea, que nos enferman a todos además circulan sin ningún problema. Por eso es fundamental que la la Secretaría de Ambiente y la Secretaría de Movilidad hagan respetar el estándar ambiental. Mientras eso no pase, difícilmente se avanzará”, señala Prieto.
Otro tema que le corresponde al Distrito y que generaría un cambio importante en los índices de emisiones de material particulado, especialmente en las periferias de la ciudad, es la pavimentación de vías. El contacto con las partículas contenidas en el polvo que resulta del tránsito por caminos destapados puede derivar en enfermedades respiratorias.
En ese sentido, si bien el documento plantea especificidades importantes para reducir las concentraciones de partículas dañinas, acudir solamente a la colaboración de los actores involucrados en el ciclo de contaminación del aire, puede resultar inoperante. La renovación del parque automotor, la implementación de más y mejores filtros en las empresas y el cambio de los motores de diesel y la puesta en cintura de las motos de dos tiempos, por ejemplo, son elementos claves que no se pueden dejar a un lado para que respirar en Bogotá no siga siendo una de las principales causas de enfermedad en sus habitantes.
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