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Los secretos de la reliquia

Al lado de la metrópoli residen 135 familias campesinas dedicadas a cultivar la tierra y a criar a sus animales del campo, sin estrategias diferentes de las que aprendieron de sus antepasados.

Viviana Londoño
18 de febrero de 2011 - 11:04 p. m.

“Aunque algunos crean que la Bogotá rural no existe, miles de campesinos no imaginamos la vida en un lugar diferente al de estas tierras”, así empieza a hablar de la vereda La Requilina, en la localidad de Usme, Jairo González, uno de los tantos campesinos del lugar que nunca dejan el sombrero en casa.

La vereda, una de las más cercanas al área urbana de Usme, le debe su nombre a la palabra indígena ‘requilina’, que significa reliquia. De acuerdo con el último censo, en sus terrenos alberga a 135 familias con un promedio de cinco personas cada una, dedicadas a la agricultura y a la pequeña ganadería.

Una de esas familias es la de Lourdes Salazar. Apenas una plaga ataca sus sembrados, ella sabe cómo eliminarla. Macera un manojo de ortiga con ajo y cebolla cabezona. A la mezcla le agrega un poco de ají y la deja reposar durante quince días. Después, la aplica a las hortalizas. Esta pócima natural no la aprendió en un libro ni en un curso de agricultura, el suyo es uno de los secretos de La Requilina.

Sofía Eslava tiene 84 años y guarda otro de los secretos de la sabiduría tradicional campesina. Siembra frutales y hortalizas y vive en la vereda desde que tiene uso de razón. Sabe que para cultivar una lechuga es necesario que la raíz quede cubierta por la tierra y que sus hojas apenas nacientes estén por fuera recibiendo el agua y el sol. Lo sabe porque lo vio hacer tantas veces a sus padres que nunca tuvo que utilizar un metro para medir el espacio necesario entre cada retoño.

De acuerdo con Diego García, director de Ambiente y Ruralidad de Planeación Distrital, al contrario de lo que creen muchos capitalinos que viven a diario en las dinámicas urbanas, el 73% de la capital es rural.

Usme, que le debe su nombre a la indígena ‘Usminia’, amante de caciques de la antigua Bacatá, hace parte de la ruralidad capitalina con casi 300 mil habitantes. Es la segunda localidad con mayor área rural (un 85%), después de Sumapaz, y un amplio reservorio de recursos hídricos y áreas forestales. También es el espacio planeado desde el año 2000 en el Plan de Ordenamiento Territorial como lugar de expansión urbana para más de 200 mil personas en los próximos 20 años en el proyecto Nuevo Usme. Los campesinos de La Requilina son algunos de los más afectados con el proyecto.

La siembra de la papa tiene otro de los secretos que todavía se mantienen en la vereda. Carlos Romero es otro de sus habitantes, desde hace 48 años. Cultiva el tubérculo y cuando saca la producción para su propio abastecimiento y el de algunos vecinos, deja descansar el terreno sembrando cilantro y zanahoria.

En La Requilina todavía se conserva la antigua estación del ferrocarril, que llegó a Usme en 1928 y que comunicaba la localidad con la ciudad para el transporte de los alimentos. La estación, que funcionó sólo algunos años, ahora hace parte del inventario cultural de la ciudad en las zonas rurales.

Allí se reúnen de cuando en vez para hablar del futuro de la vereda y compartir sus históricos secretos. La joya más preciada de la reliquia.

Por Viviana Londoño

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